En Licorice Pizza, disponible en España gracias a Apple TV+, hay una escena con la que muchos actore pueden sentirse identificados. Alana Haim interpreta a una fotógrafa de 25 años, consciente de que en su vida ya no hay mucho margen para que se produzca algún cambio significativo. Por eso, cuando su amigo Gary, actor adolescente, le presenta a su agente, ella no desperdicia la oportunidad.
A cada pregunta que le hace el agente sobre sus competencias, ella responde que sí. ¿Idiomas? Todos los que quieras ¿Carné de conducir? Desde que tenía razón de ser ¿Boxeo? Soy la vigente Guantes de oro de mi categoría. Y así durante un minuto. Finalmente, el agente aprecia la determinación de Alana por conseguir el papel y se lo da. Y muchos actores, al ver esta escena, debieron creer que ellos la habían inspirado.
Anne Hathaway en ‘Brokeback Mountain’
En 2005, el lazo que unía a Anne Hathaway con la industria era Princesa por sorpresa. Pero ella quería ser algo más que un adorable personaje de Disney. Por eso, cuando Ang Lee le preguntó si sabía montar a caballo, respondió que sí. Lo cierto es que ni siquiera se había subido nunca a uno.
Como explicó en una entrevista para Out, si sus padres le enseñaron algo, fue a decir que sí cuando le preguntasen si sabía hacer algo. Con la suerte y motivación necesaria, podría aprender a montar a caballo para cuando comenzasen a rodar. Y eso hizo.
Laurence Fishburne en ‘Apocalypse now’
La de Fishburne es la mentira por antonomasia en la industria: la edad. El actor de Matrix sólo había rodado un largometraje cuando se plantó ante Coppola con la esperanza de formar parte de la expedición al corazón de las tinieblas.
Tenía, no obstante, un pequeño inconveniente: el ejército estadounidense no reclutaba a niños de 14 años para combatir en Vietnam. Por eso, Fishburne mintió y dijo que tenía 16. Para fortuna de Fishburne, no sólo lo creyeron, sino que la película tardó tanto en rodarse que, para cuando por fin le tocó filmar sus escenas, ya tenía 16.
Laura Fraser en ‘Breaking Bad’
En caso de que no la recuerdes, Fraser interpreta a Lydia Rodarte Qualye, socia de Gus Fring que aparece en la temporada quinta. Para este papel, se requerían unas destrezas en alemán que Fraser estaba muy lejos de atesorar. A lo sumo, había ido a clases de esta lengua cuando tenía doce años, pero no había vuelto a practicarla. Sin embargo, cuando el director de casting le preguntó si sabía alemán, ella, como respuesta, dijo que se llamaba Laura en este idioma. Y eso fue suficiente.
Cuando le tocó hablar alemán en una escena, descubrió que había sobrevalorado sus actitudes. Durante horas, se aprendió fonéticamente el párrafo que debía interpretar y, como contó en una entrevista, lo memorizó tan bien que, en cada cena de Navidad, se lo repite a su familia.
Paul Mescal en ‘Normal People’
Javier Bardem y Paul Mescal comparten un secreto: ninguno sabía conducir cuando sus respectivos agentes hablaron de ellos como si hubiesen nacido con un volante entre las manos. En el caso de Bardem, esto ocurrió en Vicky Cristina Barcelona.
En el de Mescal, en la serie Normal people, responsable de su actual popularidad. Como explicó en una entrevista, el agente de Mescal le dijo a su representado que no iban a perder un papel porque no supiera conducir, y que buscase de inmediato la autoescuela más cercana.
Chloë Grace Moretz en ‘La invención de Hugo’
Es comprensible que una actriz de 14 años acabe mintiendo si la respuesta real la descarta para una película de Scorsese. Chloë Grace Moretz, que ya sumaba varios títulos cuando apareció en La invención de Hugo, tuvo con esta la ocasión de coprotagonizar uno del director de Taxi Driver.
Si este te pregunta si eres del Reino Unido (como lo es el personaje al que estás optando), ¿cómo vas a responderle que no, que naciste en los Estados Unidos? Mejor buscarse un profesor para mejorar tu acento británico.
Robert Pattinson en ‘Harry Potter y el Cáliz de fuego’
Aun a pesar de ser políglota, jinete experimentado, boxeador profesional y conductor de coches de carreras, un actor puede quedarse fuera de una película por no tener formación acreditada. A Robert Pattinson no le ocurrió en Harry Potter y el Cáliz de fuego porque, cuando le preguntaron su nivel de estudios, apuntó a lo más alto: la universidad de Oxford. Obviamente, mentía. Pattinson no pasó del instituto, pero eso no tenía por qué saberlo el director de casting.
Jason Momoa en ‘Los vigilantes de la playa’
Momoa debutó en la serie de David Hasselhoff y, para ello, tuvo que falsear su currículo. El problema era, de nuevo, la formación, pero una muy distinta a la que le exigían a Pattinson. Ya que su papel se ceñía a presumir de físico, los directores de casting quisieron saber si tenía alguna experiencia como modelo y Jason Momoa respondió que sí. Había desfilado para Gucci y Vuitton, contestó con la seguridad con la que sólo se defiende una mentira.
Sadie Sink en ‘Stranger Things’
El mote con el personaje de Sink se presenta a la pandilla de Stranger Things es Patinadora. Toda la personalidad de Max se limita, al comienzo, a sus habilidades sobre un monopatín, pese a que Sadie Sink jamás había puestos sus pies sobre uno. No obstante, el procedimiento fue el habitual: los directores de casting le preguntaron si sabía patinar, ella respondió, con convicción, que sí y, al salir, se compró un monopatín para aprender.
Liam Hemsworth en ‘La última canción’
Su hermano Chris ha reconocido en diversas ocasiones que se resta centímetros cuando hace un casting porque teme que su 1’91 sea excesivo para ciertos papeles. Liam Hemsworth, que mide exactamente lo mismo, no parece tener ese problema. Su mentira es de distinta naturaleza: cuando se presentó para el papel de La última canción, dijo que sabía jugar al voleibol, pese a que ni siquiera lo había intentado.
Kirk Douglas en prácticamente cualquier película
Con Douglas, no hay un caso, sino varios. Y en todos siguió el consejo de Hathaway: di que sí y ya habrá tiempo de aprender. Como cuenta en su autobiografía, Kirk Douglas ha salpicado sus rodajes con aprendizajes de las más variopintas materias, desde aprender idiomas a la perfección, como el francés, hasta algunas más singulares.
Cuando Minnelli y Reinhardt lo contrataron para que interpretase a un trapecista en Tres amores, Douglas dijo que sabía hacer un par de trucos y no necesitarían un doble. Sin embargo, Kirk Douglas mentía, y confiaba en que aprendería a tiempo. Ningún mortal es capaz de ponerse al día en un trapecio en cuestión de dos semanas, pero él sí lo fue.
De igual forma, para La pradera sin ley, prometió que podía hacer filigranas con una pistola y, de nuevo, tuvo que aprenderlas a toda prisa. Según él, sólo tuvo que encerrarse en una habitación de hotel durante una tarde, y este es el resultado.
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