Cuando Arnaud Desplechin se pone violento: los problemas de la familia y los escándalos de la autoficción

Hablamos con Arnaud Desplechin sobre dos de las constantes de su cine: la autoficción y los líos familiares.
Marion Cotillard en 'Asuntos familiares'
Marion Cotillard en 'Asuntos familiares'
Cinemanía
Marion Cotillard en 'Asuntos familiares'

Una cena de Navidad en casa de los Desplechin, ya lo sabemos, es un vodevil. El de Roubaix ha ido metiendo su propia vida, y en particular sus rollos familiares, rebozados en ficción, ya desde sus inicios con La vie des morts (1991) y La centinele (1992). 

Aunque Asuntos familiares, actualmente en cines, no está a la altura de obras maestras Reyes y reina (2004) o Un cuento de Navidad (2008), que casi podrían entrar en la famosa lista de Sight & Sound (nunca se había hablado tanto de la lista de Sight & Sound, y menos tres meses después de su publicación), esta película vuelve a ser otra vuelta de tuerca sobre lo mismo, incluso podríamos pensar que está pasada de vueltas. 

Marion Cotillard y Melvil Poupaud son dos hermanos que se odian, más allá de lo humanamente comprensible, aunque ya vimos algo muy parecido entre Anne Consigny y Mathieu Amalric, en Un cuento de Navidad. 

“Sí, entre los personajes de Anne y Mathieu había un odio y una rivalidad muy, muy fuertes. De hecho abandoné al personaje de Anne en la melancolía, y me acabé diciéndome que tenía que liberarla”, confiesa el realizador en un hotel de París. Liberad a la Dédalus.

Cautivos del odio

Desligado de sus vínculos con Un cuento de Navidad, el odio fraterno de Asuntos familiares no tiene sin embargo, como ya hemos adelantado, una explicación de lo más evidente, por no decir que un neófito en Mundo Desplechin, el común de los mortales, podría sentirse un poco perdido. 

Aunque el hecho de que el personaje de Poupaud sea escritor, un escritor que convierte en ficción sus asuntos familiares, como el propio Desplechin, ya deja intuir de dónde puede venir el odio. Más cuando el personaje de Marion Cotillard, o sea Alice, es una gran diva del teatro, un personaje público, de los que siempre andan incubando su frágil ego. 

“Sí, hay pistas en ese sentido desde la primera escena, cuando Alice está en su camerino, y dice: ‘Mira lo que ha escrito sobre mí…’. Y más tarde añade: ‘Me ha robado mi nombre’. Está claro que cuenta mucho que ella sea una actriz importante. Su hermano pequeño no era un problema cuando estaba en la sombra, pero cuando le llega el reconocimiento…", nos explica.

"Hay además una rivalidad de base, probablemente auspiciada por el padre, que está enamorado de su hija, y que además ha querido fomentar esa rivalidad, pensando que les iba a ayudar a tener éxito en la vida”. Ya se sabe que el mundo de hoy es muy competitivo.

Todo esto se adivina, aunque digamos que queda deliberadamente poco explicado: “Es verdad que hay espectadores que me han preguntado: '¿Por qué se odian tanto?' Pero hay una réplica de Melvil a Golshifteh Farahani, su pareja en la película, que me gusta mucho: ‘Esta pregunta me parece inmoral, ella me odia y con eso me basta’. Para mí, el odio nunca tiene un origen, el odio siempre es una pérdida de tiempo. La pregunta buena no es ¿por qué?, sino ¿cómo pararlo?”. 

En la película, está claro, no acaban de encontrar la manera. Cegados por el propio odio, son incapaces de encontrar una salida al conflicto, un poco como Rusia y Ucrania en este trágico momento de la Historia.

Guía Desplechin

En la vida real, Arnaud tiene tres hermanos. Fabrice, que aparece como actor en sus primeras películas, hasta Esther Kahn (2000), y más tarde, con sus hijos, en L’aimée (2007), el cautivador documental sobre la venta de la casa familiar de Roubaix, un mito para la cinefilia más afrancesada. 

Pero sobre todo tiene dos hermanas, Marie y Raphaëlle, con las que, muy curiosamente, nunca ha colaborado, a pesar de que la primera es periodista, escritora y guionista ocasional, y la segunda es guionista de películas próximas (entre otras menos reseñables) como Tournée, de Mathieu Amalric, álter ego recurrente de Desplechin, en esta última sustituido por Poupaud.

Melvil Poupaud en 'Asuntos familiares'
Melvil Poupaud en 'Asuntos familiares'
Cinemanía

Desplechin no tiene problemas en reconocer que aquí Poupaud hace de Amalric, o sea de él. Como es sabido, Despli lanzó a Amalric, más o menos al mismo tiempo que este se fogueaba como cineasta con Mange ta soupe. 

Desplechin desmiente que Amalric tuviese problemas con sus padres, cosa que siempre nos ha inquietado. “Para nada, lo que pasaba en esa familia es que hubo una pérdida muy grande. Mathieu perdió a su hermano mayor muy joven, en trágicas circunstancias, y eso marcó el fin de su infancia. Pero tenía una relación muy estrecha con su padre, el gran periodista Jacques Amalric, que trabajó mucho en Rusia, aunque ya ha fallecido: en Mange ta soupe se ve cómo se van a comprar unas deportivas juntos. Su madre, crítica teatral de Le Monde, Nicole Zand tenía un carácter muy particular. Pero era divertida, y al mismo tiempo todo un monstruo, en el sentido de que ha sido una figura realmente muy importante en la escena literaria francesa”.

Para destemplar los ánimos, y frivolizar un poco, le digo que menuda coincidencia que Léa Seydoux y Marion Cotillard, las dos mayores estrellas francesas, aparezcan con el pelo corto en sus dos últimas películas (con las dos había trabajado anteriormente). No es fetichismo, dice. 

“Es coincidencia. En Asuntos familiares, Marion aparece con el pelo corto y con el pelo largo para diferenciar las dos épocas. Pero es verdad que hay algo que empeora con la edad, y es que me pirran los rostros. Y con el pelo corto luce más la cara. Nunca tengo bastante. Y tener su cara así, al desnudo… Hay algo infantil en ella, algo que hace que el público no la pueda juzgar nunca. Siempre parece que esté perdida en sus pensamientos, haga lo que haga parece perdida”. No le digo que yo soy más de Léa. Marion a veces está verdaderamente sublime (en la de los Dardenne, por ejemplo), pero Léa está siempre bien. Le basta con estar.

Una historia de violencia

Desplechin tiene una sonrisa de lo más amplia, una sonrisa de fumador. Pero vemos pasar como la sombra de una nube negra (a lo mejor nos lo hemos imaginado) cuando le preguntamos que, a ver, por qué no ha colaborado nunca con sus hermanas, que no nos ha respondido: “Primero porque mis relaciones con los guionistas son muy, muy violentas”, contesta, y casi da un poco de miedo cuando al decirlo. 

Arnaud Desplechin en pleno rodaje
Arnaud Desplechin en pleno rodaje
Cinemanía

“Cuando estás batallando con un guion”, prosigue, “no paras de no encontrar lo que estás buscando. Es lo que haces todo el santo día, no encontrar nada de nada. Y acabas odiando a la persona con la que estás escribiendo, porque empiezas a decirte: ¿Y este por qué no me ayuda a encontrar lo que estoy buscando. Al mismo tiempo, aunque parezca contradictorio, esa relación pasa por el filtro de un amor enorme. Si a todo esto le añadieras el vínculo familiar sería muy complicado. Y con Julie Peyr, a la que soporto porque la conozco desde hace muchos años, formamos un tándem que funciona más o menos bien”.

El tándem funciona más o menos bien desde Jimmy P. (2013), aventura americana en la que Benicio del Toro interpretaba el papel de un oso, o algo parecido. Antes, hasta Un cuento de Navidad, solía escribir sus guiones con Emmanuel Bourdieu, hijo del eminente sociólogo. No sabemos cómo acabó Desplechin con Bourdieu Jr., y tampoco se lo preguntamos. 

Asegura, eso sí, que de verdad que su familia va ver sus películas, pese a ese peligroso componente autoficcional. “No sé si autoficción es la palabra, aunque está claro que Philip Roth ha sido una gran influencia para mí. Digamos que hago películas muy personales, y creo que sí, que mi familia va a verlas. Eso sí, no hacen ningún comentario. Sonríen, son amables…”. 

Así que sus relaciones familiares no son tan exaltadas como en las películas: “No, no, no. Son muy diferentes. Son más normales. Mucho más normales”. Al final somos todos mortales.

Desplechin vs. Denicourt

Sin embargo, en la época de Reyes y reina, se formó un buen escándalo en torno al tema de la autoficción, porque la película estaba basada en la vida de Marianne Denicourt, que había sido su pareja, con roles destacados en sus películas hasta Comment je me suis disputé (ma vie sexuelle), estrenada en 1996. Ella no se tomó nada bien que se apropiara de la historia de la muerte de su padre, y se lo devolvió con una novela autoficccional titulada Mal genio, inédita en castellano y que giraba en torno a un cineasta de lo más narcisista llamado Arnold Duplancher. 

Duplancher, en francés, vendría a ser algo así como Lodelsuelo. Básicamente, lo ponía a la altura del betún. Empieza un miércoles, el día del estreno de Reyes y reina, citada como tal, cuando Duplancher baja el kiosco a comprarse Libération, Télérama, Les Inrocks y Cahiers. La crítica de Le Monde ya la leyó el día anterior. Empezaba así: “Precedido por un rumor mal intencionado que apuntaría que, siguiendo una tendencia de moda, el cineasta lleva aquí a cabo un ajuste de cuentas sentimental personal...”

Marianne Denicourt
Marianne Denicourt
Unifrance

“La verdad es que no llegué a leer esa novela”, arguye Desplechin (¿Le creemos?), ahora felizmente casado con la también escritora Florence Seyvos, que rima con Emmanuelle Devos. “Pensé que quizás no era la persona más adecuada para leerla. Me dije: ‘Ese no soy yo’. Y luego, bueno, ‘sí, está claro que soy yo’. Me pareció más sano no leerla, porque tal vez me habría gustado demasiado, o no lo suficiente... Aunque me encanta que se publiquen libros. Siempre es una buena noticia que salga un libro nuevo. Que te guste o no, eso ya no es tan grave”. 

Hubo un poco de polémica, porque el libro apareció poco después del estreno de la película, a modo de venganza personal más sincronizada que una bomba en una película de James Bond. La reacción de Denicourt al saber que Desplechin iba a hacer una película sobre la muerte de su padre, fue ponerse a escribir, con la ayuda de Judith Perrignon, otra importante escritora y periodista que ha pasado por las redacciones de Le Monde y Libération. 

El colmo de la sincronía hubiese sido que la novela saliese a la venta el mismo miércoles que el estreno de Reyes y reina. Pero no pudo ser, la película se estrenó el 22 de diciembre de 2004, y la novela se publicó el 5 de enero de 2005 ¡15 días después!

Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric en 'Reyes y reina'
Emmanuelle Devos y Mathieu Amalric en 'Reyes y reina'
Cinemanía

Y curiosamente, todo el asunto vuelve a estar un poco de actualidad, no sólo por el estreno de Asuntos familiares, sino porque Denicourt formó parte de la troupe de Nanterre, en la escuela-teatro de Patrice Chéreau, que Valeria Bruni Tedeschi recrea en su última, polémica y muy recomendable película, Les amandiers, que aquí se titulará La gran juventud, un título regular, pero probablemente debido a que, a este lado de los Pirineos, el común de los mortales no saben que Les amandiers era la escuela de teatro de Chéreau. 

“Hay un personaje, el de la chica embarazada, que representa que es Marianne en esa época”, indica Desplechin. “Por casualidades de la vida, acabé conociendo a toda esa troupe, y tuve ocasión de cenar con Chéreau y sus amigos. Él quería estar al día de lo que pasaba en el mundo del cine, y yo estaba encantado, porque estaba a punto de convertirme en cineasta, y me fascinaban sus películas, sobre todo Hotel de France, en la que Valeria está impresionante. Esa película tuvo muy mala prensa, pero a mí me encantó. Fue una influencia decisiva. Me convertí en un gran admirador de todo lo que hacía Chéreau. No me perdía ninguna de sus obras teatrales, ni sus óperas, ni sus películas, hasta las últimas, que tampoco gozaron de mucho predicamento, también me encantaron. En particular una de época titulada Gabrielle, con Isabelle Huppert”. Sí, confirmamos que esa también estaba muy bien.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento