[AMFF 2021] Björn Andrésen o la desgracia de ser "El chico más bello del mundo"

Filmin estrena la crónica de la súbita fama y la caída del adolescente protagonista de 'Muerte en Venecia'.
El chico más bello del mundo
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Cinemania
El chico más bello del mundo

En 1970, Björn Andrésen era un muchacho de 15 años que estudiaba música en Estocolmo. En 1971, Björn era Tadzio, el protagonista de Muerte en Venecia, la película de Luchino Visconti basada en la obra de Thomas Mann. Una reflexión ¡pandémica! sobre lo efímero de la vida y de la belleza. Una de las cotas más altas nunca alcanzadas de refinamiento estético vistas en una pantalla de televisión… Y una maldición para su protagonista. 

“Nunca quise ser actor. Siempre quise ser músico”, nos cuenta hoy, desde 66 años y tras una vida de infortunios que han plasmado los directores Kristina Lindström y Kristian Petri en el documental El chico más bello del mundo, el sobrenombre por el que fue conocido desde su fulgurante irrupción y que para él ha sido una condena. 

“Ser guapo es una cosa muy peligrosa. A veces incluso puede resultar letal si no eres capaz de sobrellevarlo. Tienes tantas amistades, tanto sexo… y sin hacer nada, sin esforzarte, sin merecerlo. Te arriesgas a tener una visión equivocada de la vida y de ti mismo”.

Fue su abuela la que le empujó a esa audición que cambió su vida para siempre. De repente, el rostro angelical de Bjorn, la rubia caballera, los ojos tristes que encandilaron a Visconti se convirtieron en un icono del cine. Para las mujeres y, sobre todo, para los hombres. 

Todo el planeta cayó rendido a Tadzio/Bjorn, al chico más bello del mundo. “Hoy el impacto mediático es diferente. Ahora puedes ver lo que quieras cuando quieras. En mi época, solo había un canal de televisión. Si trabajabas en una película, eras famoso”.

Icono sexual sin vocación

Pero él no quería ser actor. Quería ser músico. Lo consiguió lejos de su casa. Grabó un par de temas en japonés que se convirtieron en éxitos. Hizo anuncios de chocolatinas. Como había ocurrido en Europa, en Oriente también se convirtió en un icono sexual, hasta el punto de que su rostro se convirtió en el canon del bishonen, el joven andrógino de los mangas. Pero eso tampoco le satisfizo: “Yo no quería ser una estrella del pop. Lo que me interesaba era la música de vanguardia”.

La película nos muestra a un Bjorn que coquetea con el síndrome de Diógenes… ¿dónde fue toda su fortuna? “Bueno, me gusta la cerveza, me gusta comer bien”, bromea, para añadir: “nunca vi ese dinero. En aquella época, no era como ahora. No existían los agentes, ni los representantes… La verdad es que me habría gustado tener uno a mi lado. De todos modos, la fama y el dinero no van de la mano. No funciona así”.

A su incapacidad para lidiar con la fama se sumo su asombrasa capacidad para atraer desgracias. Su vida empezó a convertirse en una sucesión de acontecimientos desdichados: “Tú quieres hacer algo y la vida te dice: “inténtalo si te atreves”. ¿Cuánta gente hace lo que quiere en la vida? Yo no conozco a muchas personas”. 

Björn Andrésen en 'Midsommar'
Björn Andrésen en 'Midsommar'
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Ya no tenía 15 años. Ya no era Tadzio. Ya no interesaba. Se queja de que el personaje le marcó tan profundamente que le impidió desarrollarse. Por eso se enfadó tantísimo cuando la autora feminista Germaine Greer volvió a utilizar su imagen adolescente para su libro The Beautiful Boy, una apología de la sexualidad femenina. “Es muy duro no poseer tu propia cara. Ya no me pertenece. Lo acepto, pero lo único que pido es que cierta amabilidad, que no se me utilice como se ha hecho durante toda mi vida. No soy una persona difícil”.

Se aferró a la religión y al teatro. “De todo se sale”, dice con resignación. Para muchos, su gran regreso fue con una de las escenas más recordadas del cine de terror de los últimos tiempos. Esa en la que se sacrifica tirándose de un precipicio en aras de la comunidad de locuelos de Midsommar. 

¿Sabía el director, Ari Aster, que estaba aplastando el rostro del chico más bello del mundo? “Llegué a la película por la directora de casting sueca, y en ningún momento nadie del equipo estadounidense me hizo ninguna observación. Si lo sabía, lo ocultó muy bien”.

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