El alucinante cambio de Timothée Chalamet: el joven de 'Interstellar' que se ha coronado con 'Wonka'

El actor, que cumple 28 años con una nueva nominación al Globo de Oro bajo el brazo, es uno de los principales activos con los que cuenta la industria del cine, y Tom Cruise y Leonardo DiCaprio ya se han encargado de orientarlo en su camino hacia la cumbre.
Timothée Chalamet, en 'Interstellar' y 'Wonka'
Timothée Chalamet, en 'Interstellar' y 'Wonka'
Cinemanía
Timothée Chalamet, en 'Interstellar' y 'Wonka'

Timothée Chalamet, la próxima gran estrella de Hollywood, tiene el pelo rizado. He ahí dos hechos incontrovertibles sobre un actor que no da lugar a muchos más: Chalamet, que acaba de estrenar Wonka en España, es el orgulloso propietario de una envidiable melena y de, quizás, la carrera más prometedora de su generación. Y puede que ni siquiera él sepa por qué.

Podría aducirse que su madre, su abuelo y sus tíos, todos conocedores de la industria en la que actor trabaja desde los 13 años, le han allanado el camino. Que estamos ante un tenue caso de nepotismo con final feliz. Pero seamos sinceros: nadie recibe instrucciones, vía email, de Tom Cruise sobre cómo ser el estandarte que el cine necesita porque tu tía haya escrito el guion de Cinco en familia. Hay algo más.

Timothée Chalamet como Paul Atreides en 'Dune: Parte Dos'
Timothée Chalamet como Paul Atreides en 'Dune: Parte Dos'
Warner Bros.

Otros dirán que Timothée Chalamet le debe su fortuna a una mandíbula afilada, unos ojos de mirada entre angelical e irónica (los ojos de aquel que se sabe admirado, pero sobre todo visto) y un aplaudido gusto en el vestir que lo ha llevado a ser comparado con Mick Jagger, David Bowie o Björn Andrésen, el infausto chico más bello del mundo. Pero, de nuevo, eso sería quedarse en la superficie: Hollywood es un hervidero de belleza en el cual la de Chalamet, posiblemente, no tenga mucho de peculiar. El intérprete, que acaba de cumplir 28 años, frisa la edad en la que los netamente atractivos pierden pie, y él continúa alzando el vuelo.

Por último, la justificación más obvia: Timothée Chalamet es un gran actor, que fue nominado a su primer Óscar a los 23 años y que, al año siguiente, incluyó su nombre entre los candidatos a un Globo de Oro. Antes incluso de que Luca Guadagnino lo contratase para Call me by your name, un crítico del New York Times lo definió como “una suerte de James Dean”. Tenía, entonces, 20 años. 

Más tarde, la prensa y el público apodarían a Chalamet “el nuevo DiCaprio”. Su inopinado maestro (es decir, el prexistente y, por el momento, único Dicaprio) le recomendó que ni se drogase, ni hiciera películas de superhéroes. Su discípulo ha seguido este consejo, como mínimo, en un 50%.

Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio y Timothée Chalamet en 'No mires arriba'
Jennifer Lawrence, Leonardo DiCaprio y Timothée Chalamet en 'No mires arriba'
Cinemanía

De Christopher Nolan a Greta Gerwig

Como suele ocurrir en el séptimo arte, la primera vez nunca es la primera vez, sino la ocasión que mejor sirve, en retrospectiva, para explicar el éxito. Así, ni Damien Chazelle debutó con Whiplash, sino cinco años antes con la inencontrable Guy and Madeline on a Park Bench; ni la patria audiovisual de Chalamet fue Homeland, sino un corto de terror titulado Sweeth Tooth. Después, eso sí, y tras pasar por un par de producciones olvidables, el actor interpretó al malcriado hijo del vicepresidente de los Estados Unidos durante ocho episodios.

Tras la serie de Showtime, Chalamet se tomó un descanso por última vez en su carrera. Cuatro años sin ver al actor francoamericano fue un placer que Hollywood decidió no volver a permitirse. En cualquier caso, sus vacaciones acabaron con la contundencia las que, sabemos, serán las últimas en mucho tiempo: con una película de Christopher Nolan, Interstellar. En ella, Chalamet interpreta al hijo de Matthew McConaughey. Fue su primer aldabonazo en la taquilla internacional, aunque bien es cierto que por varias personas interpuestas. Chalamet sólo era, aquí, una silueta difusa en el largo agujero de gusano de Nolan. Pero su momento estaba a punto de llegar. 

Timothée Chalamet, en 'Homeland'
Timothée Chalamet, en 'Homeland'
Cinemanía

Ocurrió en 2017, cuando Timothée Chalamet estrenó cuatro largometrajes y un corto. En el primer grupo, además del alabado wéstern Hostiles y la algo menos aplaudida Noches de verano, estaba Call me by your name y Lady bird

La melancólica historia de amor entre un adolescente y un hombre adulto le valió su primera y, hasta ahora, única nominación al Óscar, gracias en parte a ese desolador último plano frente a la chimenea, y a ese instante de comprensión paternal monopolizado por Michael Stuhlbarg. Chalamet se convirtió en el actor más joven de la historia en ganar el premio de la Crítica de Nueva York, que se entrega desde 1935. Su primer poseedor fue Charles Laughton.

Timothée Chalamet y Armie Hammer protagonizan 'Call Me By Your Name'
Timothée Chalamet y Armie Hammer protagonizan 'Call Me By Your Name'
Sony

Por su parte, Lady Bird le brindó la compañía de Greta Gerwig y Saoirse Ronan, con las que volverá a coincidir en Mujercitas. Para entonces, Chalamet ya había sido candidato a otro Globo de Oro (por Beautiful boy), había interpretado a Shakespeare (o algo parecido) en The King y, entre tanto, puso a Woody Allen a los pies los caballos para ganar el Óscar por el que competía en Call me by your name. Pero esa es otra historia.

La consagración de una estrella

Cuando Netflix incluyó a Timothée Chalamet en el luminoso reparto de No mires arriba, Chalamet supo, o debió saber, que lo había conseguido. Ya podía quitarse el delicado marbete de promesa. Era una estrella que se codeaba con Leonardo DiCaprio, Meryl Streep o Jennifer Lawrence. Su agente, en un intento por excusar que Chalamet no protagonizase Gladiator 2, confirmó algo que fácil de intuir: El protagonista de Call me by your name llevaba siete años sin pasar una audición. Denis Villeneuve, por ejemplo , lo llamaba para Dune y a él, si le apetecía, aceptaba. O Scorsese, con el que ha rodado recientemente un anuncio.

Timothée Chalamet en 'Dune: Parte Dos'
Timothée Chalamet en 'Dune: Parte Dos'
Warner Bros.

Wonka ha sido su rito de paso definitivo. Una ordalía interpretativa de esas que pueden destruir carreras, pero también eternizarlas, como lo ha sido Pobres criaturas para Emma Stone. Chalamet ha abandonado al galope sus representaciones de confianza (jóvenes lánguidos, atormentados, profundos, de esos que sólo una melena como la suya puede hacer soportables) para transmutarse en el excéntrico chocolatero de Roald Dahl. 

El resultado ha sido deslumbrante. Chalamet estará al otro lado de la pantalla durante años. Décadas, posiblemente. Al contrario de lo que cantaba su personaje en Un día lluvioso en Nueva York, no parece que haya muchos gatos negros deseosos de cruzarse en su camino.

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