Crónica de Annecy 2022: el legendario festival vuelve a animarse

El lugar de reunión por excelencia para el medio animado regresa con vigor a su formato presencial
Annecy 2022
Annecy 2022
Cinemanía
Annecy 2022

El festival de animación de Annecy, tras más de 60 años en activo, se ha convertido gradualmente en el epicentro del medio. Profesionales y estudiantes se reúnen cada año para celebrar todo lo relacionado con el mundo animado, descubriendo proyectos y herramientas que marcarán el camino de la industria. Y tras años sin llevarse a cabo de forma presencial, Annecy 2022 ha vuelto a lo grande.

Ya desde el primer día, asistimos a avances tremendamente prometedores de todo lo que está por venir en el mundillo. El evento multitudinario de la esperadísima secuela Spider-Man: Cruzando el Multiverso cumple con creces las expectativas creadas por la constante experimentación visual de su predecesora: las secuencias mostradas, que abren con un extenso prólogo de acción en el universo de Gwen, nos dan acceso a un mundo (parcialmente basado en el trabajo del dibujante Jason Latour) que recrea visualmente de la forma más visceral posible todas las emociones del personaje, casi convirtiendo el guión a color de la película en su resultado final a través de un nuevo sistema de recreación CGI de acuarela.

Es en la revelación de su villano principal, La Mancha, que la sala parece expresar confusión... que se va transformando gradualmente en emoción una vez sus directores siguen hablando. El uso de un personaje compuesto de manchas negras que funcionan como portales multiversales da a su equipo acceso a posibilidades casi infinitas dentro del medio, y eso se va mostrando en la progresión visual a la que asistimos, que origina en una especie de boceto de artista en pantalla que va evolucionando a la vez que el personaje como si de su propio proceso creativo se tratara.

No es el único avance prometedor al que asistimos: las primeras imágenes de Nimona, la famosamente cancelada y después rescatada adaptación del maravilloso cómic de ND Stevenson, prometen tanto una adaptación fiel de su relato queer como un uso interesantísimo del cel-shading, que permite a su animación por ordenador sentirse tan novedosa como moldeable.

También presenciamos unos minutos de la maravilla stop-motion Wendell & Wild, primer largometraje de Henry Selick desde su majestuosa Los mundos de Coraline allá por 2009, que coescribe por primera vez junto al cineasta Jordan Peele. Peele y su compañero de comedia, Keegan-Michael Key, también ponen voz a los dos personajes titulares, demonios del inframundo viviendo literalmente bajo las narices de su superior cuyo plan para construir un parque temático de terror avanza finalmente al descubrir acceso al lugar perfecto para el mismo: la Tierra.

Y nos quedamos en el campo del stop-motion para hablar de nuestro avance favorito del festival, la Pinocho de Guillermo del Toro y Mark Gustafson. Esta reinterpretación del cuento de Carlo Collodi, situada en la Italia de Mussolini, presenta algunos de los momentos más evocadores que vimos en todo Annecy; presentados por un Del Toro cuya transparente pasión por el medio resultaba un contraste maravilloso con lo poético y pausado de sus mejores momentos: no hubo momento en el que el oscarizado director no aprovechara para gritar entre vítores que “la animación no es un puto género”, y que “los próximos 10 años vamos a romper finalmente esa barrera”.

Lo mejor de la competición

Y claramente vamos por el buen camino: la selección de largometrajes a competición de este año ha sido de las mejores en muchísimo tiempo, desde la sátira alegórica musical The Island de Anca Damian (cuya Las vidas de Marona sigue siendo de las mejores películas animadas de los últimos años) hasta la adaptación de Murakami Blind Willow, Sleeping Woman, cuyos elementos oníricos dan pie sin duda alguna a sus partes más memorables.

The Girl from the Other Side, largometraje anime escrito y dirigido por Yūtarō Kubo y Satomi Tanide a partir del reputado manga de Nagabe, nos brinda algunos de los momentos más bellos del festival, plasmando su conmovedor universo de fantasía a través de sencillos trazos narrativos y un look apabullante. El monstruo marino, debut en solitario de Chris Williams, le da toda la cancha y libertad posible al codirector de Vaiana y Big Hero 6 para contar un relato clásico de acción y aventuras, situando una tesis antiimperialista entre marineros borrachos y criaturas abisales.

Unicorn Wars, la película bélica protagonizada por ositos adorables que el gallego Alberto Vázquez escribe y dirige, da exactamente lo que nos prometía: una mezcla perfecta de Apocalypse Now, Bambi y la Biblia que nadie más podría haber firmado. Menos abstracta y ambigua que su increíble debut Psiconautas: los niños olvidados, pero igual de disfrutable y memorable; este relato hiperviolento sobre los peligros de las doctrinas da como resultado una obra tan demoledora como, en varias ocasiones, macabramente hilarante.

Pero el Gran Cristal del festival de este año ha acabado en las manos de una reinterpretación animada del icónico Pequeño Nicolás, que alterna adaptaciones directas de varias de sus historias con una narrativa centrada en la relación del personaje con sus propios autores, los legendarios René Goscinny y Jean-Jacques Sempé. Este último, así como la hija del añorado coautor de Astérix, han estado directamente involucrados en su producción, y el resultado es tanto un emotivo homenaje como una adaptación sincera y entrañable (y visualmente inmejorable) de algunos de los relatos infantiles más queridos del siglo pasado.

El premio es un pequeño broche de oro a un festival que ha regresado por todo lo alto. Y es que en una etapa en la que todo rodaje se ha visto obstaculizado de forma inevitable, la animación ha logrado adaptarse y prosperar gracias a su propia naturaleza, y estamos empezando a presenciar los resultados en directo. Puede que el medio aún tenga barreras por romper entre el público, pero parece tan dispuesto como el propio Del Toro a cargárselas todas.

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