Desde el estudiante adolescente de La familia y uno más en 1965 al abuelo mago de Cuidado con lo que deseas, estrenada hace unos meses, José Sacristán ha puesto cuerpo y voz a un centenar amplio de personajes en el cine español, que le han convertido en un rostro icónico y que le han valido el Goya de Honor 2022. Bregado en cintas populares del conocido como ‘landismo’ o ‘españolada’, las comedias de Mariano Ozores, Pedro Lazaga o Juan de Orduña le permitieron, en sus palabras, “ser actor y no mecánico tornero”.
Intérprete clave del nuevo cine español de la transición de la mano de José Luis Garci, Gonzalo Suárez o Pedro Olea, y requerido ya en el siglo XXI por cineastas tan personales como Javier Rebollo o Carlos Vermut, Sacristán no ha dejado de arriesgar y acumular en su filmografía grandes producciones, óperas primas y filmes independientes.
A sus espléndidos 84 años, este cinéfilo empedernido –que tiene un cine en su casa en el que colocó un reclinatorio para ver sus cintas favoritas “de rodillas”–, recogerá el 12 de febrero en Valencia un Goya honorífico con el que la Academia de Cine reconoce su extensa y ecléctica carrera, de la que rescatamos estos curiosos papeles.
La ciudad no es para mí (Pedro Lazaga, 1966)
En “la muy noble y muy leal villa de Calacierva, provincia de Zaragonza”, donde “no pasa nada desde 1479”, Sacristán hace honor a su apellido. Efectivamente, es el encargado de la sacristanía de la parroquia, además de pregonero. En su breve intervención en esta recordada cinta de Paco Martínez Soria, el intérprete remata su aparición con un eslogan publicitario muy popular en la época: “¡A mí plin, yo duermo en Pikolín!”. ¿Los inicios del product placement en el cine español?
Sor Citroën (Pedro Lazaga, 1967)
Otra intervención fugaz de las que cimentaron la carrera del Goya de Honor, esta vez en la piel de un vendedor de globos que se cruza con el bólido recién estrenado de Sor Citroën. Y se cruza de manera literal, porque el pobre es atropellado por una Gracita Morales a toda pastilla, para el espanto de las copilotos Rafaela Aparicio y María Luisa Prendes.
La revoltosa (Juan de Orduña, 1968)
La fiebre del remake no es solo cosa del Hollywood actual. Uno de los cineastas predilectos del franquismo, Juan de Orduña, dirigió en 1968 la versión renovada de esta obra clásica de José López Silva y Carlos Fernández Shaw con música del maestro Chapí cuya primera adaptación firmó… él mismo 40 años antes. ¡Ahora en color y pantalla grande!, rezaba el cartel de la nueva adaptación, protagonizada por Elisa Ramirez y Antonio Durán, en la que José Sacritán hace el papel de Tiberio.
Johnny Ratón (Vicente Escrivá, 1969)
En esta inenarrable cinta del posteriormente creador de Manos a la obra y Lleno, por favor, un cura negro llega a la orden de frailes Obra de San Juan de Dios de Sevilla, con los consiguientes enredos que la presencia de alguien no blanco provoca en un entorno tan poco acostumbrado a la diversidad. Números musicales con huerfanitos en la estela de las películas de Marisol se suceden en una cinta en la que José Sacristán interpreta a un simpático limpiabotas.
Las ibéricas F.C. (Pedro Masó, 1971)
Rosanna Yanni, Ingrid Garbo, Claudia Gravy, Puri Villa y Tina Sáinz eran algunas de las atléticas jugadoras de este equipo de fútbol que pasaba mucho más tiempo en los vestuarios que en el terreno de juego. Sacristán es el atónito masajista, que no para de expresar lo “morao” que se va a poner con el encargo. Le acompañan figuras tan recordadas como Tip y Coll, Fernando Fernán-Gómez, Manolo Gómez Bur, Antonio Ferrandis, Rafael Alonso o Máximo Valverde.
Reina Zanahoria (Gonzalo Suárez, 1977)
Cuando Úrsula Alejandra Nicholson, la dueña del negocio de la zanahoria en Estados Unidos, se instala en España, un ambicioso publicista –con el rostro de Fernán-Gómez– intenta cazarla con un esperpéntico cebo: el hombre perfecto, que buscan a partir de un retrato robot que mezcla rasgos de sus anteriores maridos. ¿Y quién responde a esa combinación de mandíbula, nariz, ojos y estructura craneal? Efectivamente, José Sacristán. Cuyo personaje, un humilde obrero, tendrá que aprender las más exquisitas maneras para cortejar a la excéntrica millonaria.
El diputado (Eloy de la Iglesia, 1978)
Máximo exponente del cine quinqui, que se viene revisitando y reivindicando en los últimos años, Eloy de la Iglesia ofreció a su amigo Sacristán el protagonista de una de sus cintas más arriesgadas. Rodada con urgencia en la recién estrenada democracia española, el Goya de Honor 2022 se mete aquí en la piel de un político, elegido como diputado en las primeras elecciones, chantajeado por un grupo de extrema derecha.
Los terroristas amenazan con publicitar su homosexualidad cuando este militante está a punto de ser nombrado líder de su partido, mientras vive su propio conflicto sentimental entre su mujer y un joven amante.
Madregilda (Francisco Regueiro, 1993)
Cuando menos chocante es ver a José Sacristán, comprometidísimo artista asociado al antifranquismo y a la izquierda, interpretar al confidente y compañero de mus del mismo generalísimo. En esta socarrona cinta donde Juan Echanove se mete en la piel de Franco, Sacristán es un agresivo militar, dueño de un vertedero presidido por el yugo y las flechas, que pone a sus empleados tiesos como velas al primer grito de esa voz sobrenatural que el actor ha alcanzado con la madurez.
¿Quieres recibir todos los viernes en tu correo las mejores recomendaciones de cine y series? Apúntate a nuestra Newsletter.
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios