“El arte del cine está siendo devaluado”, alerta Martin Scorsese en su nuevo ensayo

El director de ‘El irlandés’ le ha escrito una carta de amor a Federico Fellini llena de preocupación por la actualidad.
Martin Scorsese
Martin Scorsese
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En los últimos años las plataformas de streaming han permitido que un cineasta de la talla de Martin Scorsese pueda sacar sus proyectos adelante. Primero fue El irlandés, que estrenó en Netflix luego de que ningún gran estudio quiera hacerse cargo de la financiación, y ahora es Killers of the Flower Moon, que empezaría a rodarse en las próximas semanas con destino Apple TV+. Scorsese es consciente de lo mucho que le han ayudado la existencia de estos servicios, pero no por ello ha dejado de ver efectos alarmantes en el modo en que nos relacionamos con el cine a raíz del streaming y de ese algoritmo que selecciona lo que se supone que te apetece ver.

Es una idea que circunda su último y emotivo ensayo, que ha publicado Harper’s Magazine. Su título es Il Maestro y hace referencia a su admirado director Federico Fellini, cuya filmografía (y el modo en que Scorsese se asomó a ella, hace varias décadas) le sirve de excusa para lanzar alguna que otra idea sobre esta problemática. “El arte del cine está siendo sistemáticamente devaluado, marginado, degradado y reducido a su mínimo común denominador, el ‘contenido’”, alerta el director de Uno de los nuestros luego de una introducción donde se remonta a cuando paseaba por una ciudad llena de cines con títulos de lo más variado. “Hace tan sólo quince años, el término 'contenido' sólo se oía cuando se hablaba del cine a un nivel serio, y se contraponía y medía con la 'forma'", recuerda.

“Luego, poco a poco, fue utilizado cada vez más por las personas que se hicieron cargo de las empresas de medios de comunicación, la mayoría de las cuales no sabían nada de la historia de esta forma de arte, ni siquiera se preocupaban lo suficiente como para pensar que debían hacerlo. ‘Contenido’ se convirtió en un término comercial para todas las imágenes en movimiento: una película de David Lean, un vídeo de gatos, un anuncio de la Super Bowl, una secuela de superhéroes, un episodio de una serie”, defiende, para a continuación arremeter contra las plataformas de streaming. “Se vinculó, por supuesto, no a la experiencia en salas, sino al visionado en casa, en las plataformas de streaming que han llegado a superar la experiencia cinematográfica, al igual que Amazon superó a las tiendas físicas”.

El director admite, aún así, haberse beneficiado de esta tesitura: “Por un lado, esto ha sido bueno para los cineastas, incluido yo mismo. Por otro lado, ha creado una situación en la que todo se presenta al espectador en igualdad de condiciones, lo que suena democrático pero no lo es. Si los algoritmos 'sugieren' que se sigan viendo las películas basándose en lo que ya se ha visto, y las sugerencias se basan únicamente en el tema o el género, ¿qué hace eso al arte del cine?”. Scorsese defiende entonces un ‘comisariado’: que se seleccionen películas para ver atendiendo a otros factores. “El comisariado no es antidemocrático ni ‘elitista’, un término que se utiliza ahora con tanta frecuencia que ha perdido su sentido”.

“Es un acto de generosidad: compartes lo que te gusta y lo que te inspira. (Las mejores plataformas de streaming, como Criterion Channel y MUBI, y las tradicionales, como TCM, se basan en el comisariado: son realmente comisariadas). Los algoritmos, por definición, se basan en cálculos que tratan al espectador como un consumidor. Y nada más”.

¿Ha perdido el cine su relevancia?

A continuación Scorsese repasa con mucho cariño algunas de las películas de Fellini que lo marcaron, desde La strada a La dolce vita pasando, claro, por Ocho y medio. Con añoranza, el cineasta se pregunta si es posible hoy en día asistir de forma comunal a experiencias de este tipo, y finalizando el ensayo vuelve con su diatriba: “Todo ha cambiado, el cine y la importancia que tiene en nuestra cultura. Por supuesto, no es de extrañar que artistas como Godard, Bergman, Kubrick y Fellini, que una vez reinaron sobre nuestra gran forma de arte como si fueran dioses, acabaran desapareciendo con el paso del tiempo”.

“No podemos depender del negocio del cine para cuidar del cine”, resuelve. “En el negocio del cine, que ahora es el negocio del entretenimiento visual de masas, el énfasis siempre está en la palabra ‘negocio’, y el valor siempre está determinado por la cantidad de dinero que se puede obtener de una propiedad determinada; en ese sentido, todo, desde Amanecer a La strada y 2001, está prácticamente escurrido y listo para la vía de natación del ‘cine de arte’ en una plataforma de streaming. Quienes conocemos el cine y su historia tenemos que compartir nuestro amor y nuestros conocimientos con el mayor número de personas posible”.

“Las circunstancias de ese momento han desaparecido para siempre, desde la primacía de la experiencia en salas hasta el entusiasmo compartido por las posibilidades del cine. Por eso vuelvo tan a menudo a esos años. Me siento afortunado de haber sido joven y estar vivo y abierto a todo ello mientras sucedía. El cine siempre ha sido mucho más que contenido, y siempre lo será, y los años en los que esas películas salían de todo el mundo, hablando entre ellas y redefiniendo la forma de arte semanalmente, son la prueba”. Scorsese, entonces, va atisbando una conclusión.

“Tenemos que dejar bien claro a los actuales propietarios legales de estas películas que son mucho, mucho más que una mera propiedad que hay que explotar y luego encerrar. Son uno de los mayores tesoros de nuestra cultura, y deben ser tratados en consecuencia”.

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