Entrevista 

Mia Hansen-Løve: Con "La isla de Bergman' he intentado escapar a la destrucción del cine"

Entrevistamos a la directora de 'El padre de mis hijos' en Cinema Jove, donde recibe el Premio Luna de València 
Mia Hansen-Love
Mia Hansen-Love
Cinema Jove
Mia Hansen-Love

En 2018, recién separada del director Olivier Assayas, con el que había tenido una relación de 15 años, Mia Hansen-Løve (París, 1981) se embarcó en un doble reto: enfrentarse a la colosal figura de Ingmar Bergman y a su difunta relación en una película titulada La isla de Bergman y que se estrena el próximo 1 de julio. Si el envite ya era de por sí ambicioso, todo se complicó cuando su pareja protagonista, Greta Gerwig y John Turturro hicieron mutis por el foro después de que a Gerwig le surgiera la oportunidad de dirigir Mujercitas. 

Dentro Vicky Krieps y Tim Roth (aunque este, un año más tarde). Ambos interpretan a una pareja de cineastas en busca de inspiración en Faro, el hogar y escenario de buena parte de la obra de Bergman. Al contrario que en la mayor parte del cine de Bergman, todo acabó bien: “Ha sido la experiencia más loca y gratificante de mi vida”, nos cuenta, horas antes de recibir el Premio Luna de València del Cinema Jove.

Tus padres eran profesores de filosofía. Bergman es uno de los directores, sino EL director, favorito de los filósofos. ¿Es ahí donde nace tu pasión por su cine?

No. Es curioso, porque creciendo en el Barrio Latino de París, sus películas se proyectaban constantemente en los cines del barrio. Pero yo conocí el cine de Bergman a raíz de su muerte, en 2007. Entonces descubrí su última película, Sarabande, y me impresionó muchísimo. Fue entonces cuando me convertí en una adicta a Bergman. Después, la Cinemathèque le hizo una retrospectiva, y ahí descubrí un libro que era un catálogo con las posesiones que dejaba como herencia en la isla de Faro. Yo lo leía como si fuera un cuento de hadas, como un país maravilloso al que tenía que ir irremediablemente.

Y lo hiciste durante seis años. ¿Fue entonces cuando decidiste escribir La isla de Bergman?

No. En realidad, la idea sobre una pareja de cineastas y la creación nació hace 10 años. Pero buscaba la forma adecuada. Hasta que convergieron los dos impulsos: Bergman y la pareja.

Es imposible no preguntarte por tu ex pareja, el director Olivier Assayas y cuánto de él hay en el personaje de Tim Roth…

La película está llena de cosas que he vivido con él, pero no de anécdotas personales, sino de metáforas. De la complicidad, del enriquecimiento que surge entre dos seres humanos que comparten pasión y amor durante 20 años de vida en común, pero también la dificultad de hacer que cohabiten dos personas en búsqueda de la creación…

Es una historia de parejas que sufren pero que, de alguna manera, creen en el amor… ¿Crees que funciona como una contra historia del cine de Bergman?

No entré en Bergman por su cine más trascendente, sino a los 20 con Un verano con Mónica (1953), porque era el filme que la Nouvelle Vague consideró como el inicio del “cine de la modernidad”. Me identifiqué más con su cine sobre la sensualidad y la juventud. No tendría la misma relación con Bergman si lo hubiera conocido a través de El séptimo sello, por ejemplo.

Mia Wasikowska en 'La isla de bergman'
Mia Wasikowska en 'La isla de bergman'
Avalon

En tu manera de volver a Bergman, ¿hay algo de la manera en que lo hace Woody Allen en Deconstruyendo a Harry, por ejemplo?

Creo que no. No he visto Interiores, su película oficialmente más “bergmaniana”. Creo que Allen siempre toma como punto de partida el humor, y no es mi caso. Yo no soy como él, tampoco, en el sentido de que hasta La isla de Bergman no he hecho ninguna referencia a la obra del director sueco. E incluso en esta película, creo que es un diálogo sincero con Bergman, pero no hay intención de imitar su estilo ni sus planos. 

De hecho, las películas de Bergman tienen un formato cuadrado o 1.85:1, y mi película está filmada en 2.4. TechniScope. Además, frente al cine de Bergman, sobre todo el que rodó en Faro, tan angustioso y sombrío, mi película es luminosa y, hasta cierto punto, ligera. Coincidimos en que nos preguntamos por la existencia humana y que ambos compartimos la obsesión por la pareja, eso sí.

Es tu primera película en inglés. Con los problemas de cásting, ¿cómo te planteaste la dirección de actores?

Para mí el guion es muy importante. Me considero una heredera de la Nouvelle Vague, y para ellos las palabras lo eran todo, porque fueron los que introdujeron la política de los autores. Siempre he creído que antes de una película hay una escritura previa. Aquí, claro, les he tenido que dar cierta libertad en los diálogos. Pero creo que los actores se equivocan cuando piensan que la libertad está en cambiar un texto. 

Estoy totalmente en contra de la improvisación, porque cuando los actores lo hacen, se les nota. Solo hago una excepción y son los niños. Porque cuando los niños improvisan, te transmiten naturalidad, los ves jugar, porque no tienen esa conciencia de la presencia de la cámara.

La isla de Bergman
La isla de Bergman
Avalon

La libertad hay que buscarla más allá de las palabras. La libertad también está en los silencios, o en la manera de moverse. En esta película, por ejemplo, vemos a Tim Roth a menudo de cuerpo entero, con las manos en los bolsillos, caminando. Para algunos espectadores ha sido muy chocante, porque en las pelis de Hollywood siempre le hacen planos cerrados y le contratan para personajes completamente prefabricados. Yo, por el contrario, le pedí que vistiera su propia ropa, y decidí filmarlo de una manera natural.

 Toronto te dedicó una retrospectiva titulada “Padres e hijas”. Pero si vemos esta película y la que acabas de estrenar en Cannes, Un beau matin, podríamos decir que son más “Madres e hijas”…

Me hago mayor. He sido madre dos veces. Como mis películas están inspiradas en mi vida, necesito tener un conocimiento profundo e íntimo de las cosas de las que hablo. Sin darme cuenta, cada vez me es más fácil hablar de las relaciones maternofiliales.

Vicky Krieps y Tim Roth en 'La isla de Bergman'
Vicky Krieps y Tim Roth en 'La isla de Bergman'
Avalon

Homenajeas a Bergman, pero también al cine… ¿Es la cinefilia una isla como Faro?

Sí. Lo que más me ha gustado de rodar en Faro es que me he sentido libre como nunca en un espacio que era el de Bergman. Me he sentido con el derecho a afirmar hasta qué punto amo al cine, incluso cuando se trata de un amor que está en vías de extinción. Ha sido una forma de escapar a la destrucción del cine que vivimos actualmente con la digitalización de las imágenes. El cine sufre de una enfermedad digital. Desaparecen las películas de 35 milímetros. Desaparecen los espectadores en salas. Desaparecen las propias salas. Con esta película he conseguido reencontrarme con el cine en toda su plenitud y sentirme parte de la resistencia.

Empezábamos hablando de Faro como un lugar encantado. ¿Te atreves a poner en palabras cuál era su magia para Bergman y cuál para ti?

En sus películas de Faro, Bergman buscaba mirar cara a cara a sus demonios, a los rincones más sombríos y oscuros de las relaciones humanas. Encontraba la felicidad en enfrentarse a ellos a través del cine. Era su catarsis. Por mi parte, Faro ha sido una escapatoria. Sin negar lo que la existencia puede tener de duro y de cruel, lo que he buscado es crear un filme que me permita encontrar (y espero que también a los espectadores) una cierta luz en nuestras vidas.

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