Entrevista | Miguel Ángel Muñoz: "El amor es lo más importante que uno puede tener"

El actor se reúne con su compañero en 'Un paso adelante' Pablo Puyol en la comedia romántica 'En otro lugar' 
Miguel Ángel Muñoz
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ATM Producciones
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Dos vacas y una burra. Eso es todo lo que hereda de su abuelo Paco el joven protagonista de la comedia romántica En otro lugar. Dirigida por Jesús del Cerro, la película, que se estrena este viernes 27 de mayo, está protagonizada por Miguel Ángel Muñoz, que da vida a un arquitecto en paro que deja la ciudad para emprender un viaje junto a su tío (Pablo Puyol), con la intención de vender los animales. 

“Las cosas no le salen como él tenía planeado, pero le salen muchísimo mejor, porque pierde muchos miedos y, sobre todo, encuentra el amor, que es lo más importante que uno puede tener”, comenta Muñoz, que tenía dieciocho años cuando saltó a la fama por la serie Un paso adelante, donde daba la imagen de chico malo, y ahora, con 38, disfruta de una carrera consolidada y derrocha ternura y generosidad cada vez que aparece en la pantalla grande y pequeña.

En otro lugar aborda la vida en el campo como alternativa a la presión del mundo urbano. ¿Te ves dejando la ciudad algún día?

Siendo muy honesto, no. Por un rato o por una semana, sí. De hecho, me viene muy bien hacerme diferentes escapadas cuando estoy en una época de muchísimo trabajo, como es la actual, pero yo necesito actividad. Incluso cuando a lo mejor he estado en alguna playa en el Caribe, estoy un rato tomando el sol o bañándome, y luego estoy ya corriendo por el perímetro de la isla, haciendo kitesurf o yéndome a bucear. La tranquilidad y los parajes naturales como estilo de vida no son lo mío de momento. Me encantaría que lo fueran, pero tengo que ser honesto.

Creo que os costó trabajo que la burra protagonista estuviera en su sitio cuando debía. ¿Era más hiperactiva aún que tú?

Bueno, al final son animales y no entendían que estábamos haciendo una película. Además, lo bueno de esta película es que los animales han estado en su hábitat natural. Las vacas eran de allí y la burra, también. Andaban por el campo como uno anda por su casa. Se sentían tan libres que cuando teníamos que rodar era difícil que se pusiesen en la marca o estuviesen demasiado tiempo en ella. Si las vacas o la burra se ponían en su posición, nosotros teníamos entonces que ir corriendo donde nos dijese nuestro director para poder sacar adelante el plano que él quería. Por otro lado, tengo que decir que los animales han sido muy dóciles y amables, salvo por un percance que tuve con la burra. El primer día, pensando que mi dedo era una extensión de la zanahoria que le estaba dando, me lo mordió y casi lo pierdo.

En otro lugar
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¿Dirías que las herencias las carga el diablo?

Uf, yo nunca he tenido una herencia, ni tampoco he tenido cerca a alguien que tuviera herencias pero, por lo que oigo, escucho y veo, diría que sí. En el caso de la película, la herencia la carga un duende mágico que te cambia la vida para bien. Sí creo que son complicadas y que, cuando hay herencias, se debe dejar hablado en vida, para que luego nadie se lleve una sorpresa cuando vaya a recibir, o no reciba, aquello que se esperaba.

¿De quién heredaste tú la buena planta?

[Risas]. Gracias por el piropo. De mis padres. Mi madre es una mujer guapísima y alta, aunque con esto no quiero decir que yo lo sea. Los genes vienen de ella y de mi padre, que ha sido muy atlético y ha jugado al fútbol toda la vida. De ellos dos, la verdad.

Pero detrás del sex appeal, hay un duro trabajo. ¿Sientes que has sacrificado cosas para llegar hasta aquí?

No, y tampoco considero que haya llegado a ningún sitio concreto sino que sigo en el camino, que es lo importante y de lo que me siento orgulloso. Lo estoy de seguir trabajando después de veintiocho años en la profesión, de estrenar una película en el Capitol en la Gran Vía, de haber dirigido 100 días con la Tata, etc. En cuanto a renuncias, no las he sentido como tales. Siempre pienso que uno no renuncia a nada sino que toma decisiones o tiene prioridades. Mis inquietudes y prioridades también han cambiado en estos años. Hace diez años, yo estaba con muchas ganas de estar en Estados Unidos; me hice residente, hice allí un par de proyectos, y rodé una peli con Sharon Stone y con Andy García. Tenía mucho interés en estar por allí, pero la vida y el corazón me han llevado a querer estar más cerca de mi casa. Empecé la obra El síndrome del copiloto para poder estar más cerca de ella.

En otro lugar
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Un paso adelante supuso el boom de tus fans. ¿Se te llegó a ir la olla con el tema de la fama?

Seguramente, en algún momento me habré despistado un poco y no habré hecho las cosas como por supuesto las haría ahora. Pero nada extraordinario de lo que me tenga que avergonzar o arrepentir demasiado. Un paso adelante fue un fenómeno extremadamente grande, pero ya antes había hecho la serie Compañeros, que también fue un hit enorme, y antes de esa hice Al salir de clase, en la que tenía catorce años. La fama no me llegó de nuevas, porque ya había sentido de alguna manera lo que suponía ser muy popular. Y también lo que era no serlo, porque con diez años firmaba autógrafos cuando estaba en Sanlúcar de Barrameda rodando El palomo cojo y, cuando llegué a Madrid después del rodaje, nadie me pedía un autógrafo ni una foto. A fuerza de entender lo efímera que es la fama, uno puede tomar más conciencia de la realidad.

A raíz de la serie de Antena 3, triunfaste también como cantante. ¿Empezaron a mirarte por encima del hombro otros actores?

Yo no lo sentí así, la verdad. Sí entiendo que aquello fue un boom muy grande, y que, efectivamente, aparte de nuestro trabajo como actores, llenábamos las plazas de toros de España y recibíamos discos de oro, pero yo no sentí por parte de ningún compañero una mirada diferente. Si acaso, o al menos eso era en lo que yo me fijaba, que había miradas de admiración por el hecho de ser muy jóvenes y poder cantar, bailar, dar conciertos, hacer un proyecto de ficción que yo considero que fue muy bueno, etc.

En la película te has reencontrado con Pablo Puyol, con quien hiciste buenas migas en Un paso adelante. ¿Estás ya entrenando para el próximo regreso de la serie [bajo el título de Upa Next]?

No te lo puedo confirmar, porque el proyecto es algo que no se ha confirmado y, además, todavía no es una realidad. Se pusieron en contacto con algunos de nosotros para ver si queríamos participar en algo que se iba a hacer, y cuando me hicieron la propuesta yo comenté que no veía eso de que volviera la serie. Dije que, después del éxito tan grande que tuvo, en todo caso habría que hacer algo diferente, y creo que va a ir más por ahí. El hecho de que se llame Upa Next tendrá que ver más con una siguiente generación a la cual podamos apadrinar, haciendo lo que hacíamos pero con el talento que hay hoy en día.

Has dicho: “A veces, proyecto una imagen de una persona joven y exitosa que puede con todo y no puedo con todo”. ¿De qué forma te ayuda a lidiar con tus problemas la terapia Gestalt?

Una de las cosas que tenía muy claras cuando hice 100 días con la Tata es que quería contar mi relación con la terapia. En el documental se ve cómo la vivo, cómo la hago y, de hecho, empiezo el primer plano de la película con una sesión de terapia Gestalt, y casi se termina de la misma manera. Para mí, la terapia ha sido fundamental para lidiar con todo este vaivén de emociones por la inestabilidad de nuestro trabajo y por lo que tiene que ver a nivel emocional con la crítica que tienes que recibir cada día. Además, creo que cuando uno se conoce mejor a sí mismo, puede ser mejor persona y aceptar más el mundo en el que vive. Cuanto más puedes ahondar en tus emociones, mejor se las puedes donar luego a los personajes que interpretas.

¿Entiendes a la gente que opina que ir a terapia es de débiles?

Creo que todo lo contrario, que hacer terapia es de valientes. Creo que hay que ser muy valiente para ponerte delante de una persona, contarle la necesidad que tienes de expresar tus emociones, y exponerte a sentir lo bueno y, muchas de las veces, algo que no es tan divertido.

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