FICX 2022 | 'Estertor': una comedia tan incómoda que puede dejarte sin respiración

Sofía Jallinsky y Basovih Marinaro, los autores de 'Palestra', llevan su vandalismo cinematográfico al terreno de la memoria histórica. Bienvenido sea.
'Estertor'
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Cinemanía
'Estertor'

En estos momentos, miles de espectadores en cines de toda España y Argentina vibran de emoción con la representación del juicio a las Juntas Militares de la dictadura en Argentina, 1985, la película de Santiago Mitre con Ricardo Darín. Una suerte de película-catarsis entre el público al mostrar la condena de los responsables del régimen genocida. Al mismo tiempo, el Festival de Gijón ha estrenado mundialmente una propuesta mucho más salvaje a la hora de ajustar cuentas con los individuos más tétricos del pasado del país: Estertor, lo nuevo de Sofía Jallinsky y Basovih Marinaro.

Obviamente, el cine de los autores de Palestra (2021) está en el extremo más distante posible del estilo histórico-didáctico que impulsa el filme de Mitre. Lo suyo es puro puñetazo en el abdomen y cabezazo contra la frente, agitprop de la incorrección y revulsivo contra las medias tintas. Con la misma humildad de medios, dientes apretados y las cosas claras que demostraron con cada uno de los tirones de depilación genital de Palestra, en Estertor se podría decir que aumentan en ambición sin perder identidad ni empuje.

La película de nuevo se concentra casi al completo entre las paredes de un apartamento de Buenos Aires. Allí trabajan cuatro cuidadores y enfermeros de un anciano con alzhéimer avanzado y escasa movilidad, a quien atienden atienden las 24 horas, suministran medicinas, cocinan, dan de comer, bañan y masajean. Lo que ocurre es que el tipo es uno de los genocidas condenados, que se encuentra cumpliendo arresto domiciliario con este cuarteto de asistentes contratados por su familia.

Durante los 90 minutos de metraje, los cuidadores se dedican a hacerle todo tipo de perrerías al viejo, en parte como venganza por sus crímenes pero sobre todo como respuesta al hastío del trabajo que desempeñan. Así, pasan el rato sometiendo al antiguo criminal a vejaciones y maltratos que intentan no dejar ninguna huella física para así no despertar sospechas entre los familiares, como el irritante nieto que se pasa a controlarlos de vez en cuando. 

A pesar del planteamiento argumental, el tono de Estertor no es de una explotación torture porn ni de tremendismo moralizante, sino que comparte con Palestra la capacidad de generar inquietud e incomodidad máxima desde la carcajada cafre. A ello contribuyen las interpretaciones perfectamente sintonizadas de una troupe que repite desde la anterior: grandes Verónica Gerez, Cecilia Marani, Sebastián Romero Monachesi y Alejandro Russek haciendo de personajes que hacen aflorar distintos tipos de desprecio e irritabilidad.

Estertor deja claro en cada secuencia que la moralidad de esta tropa no es especialmente más alta ni mejor que la de la víctima semiamortajada que tienen a su cuidado. Su comportamiento violento y agresivo no se dirige solamente contra el antiguo genocida, sino también entre ellos mismos, especialmente con la llegada de la nueva cocinera, una chica embarazada más inocente, a la que no dudan en hacer bullying según la costumbre del piso. 

Cada situación del guion tiene el potencial suficiente para convertirse en una sesión de maltrato ante la que la reacción más inmediata es el pasmo incómodo. En Palestra ya existía una referencia explícita a La matanza de Texas, y en este segundo largo lo que consiguen Jallinsky y Basovih vuelve a recordar a la inquietud severa de lo incomprensible cuando estás ante peña muy difícil de prever en su ejercicio del poder sobre ti; solo sabes que el más débil en una situación dada nunca saldrá bien parado.

Puedes reírte desde el patio de butacas, demostrando tu dominio sobre las imágenes proyectadas, pero Estertor consigue que al mismo tiempo te sientas mal tanto por el comportamiento de los personajes como por el tuyo propio al seguir mirando. ¿No es eso una demostración de que es en realidad la película quien tiene la sartén por el mango? Lo que está claro es que la próxima salvajada de Jallinsky y Basovih después de dos detonaciones como Palestra y Estertor cuenta con nuestra risa agónica garantizada.

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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