FICX 2023 | 'Nuestro día' es ahora, este preciso instante, sugiere un poeta (presuntamente) abstemio

Llegó a Gijón la primera de las dos propuestas que trae este año el insustituible Hong Sang-soo, un divertimento reflexivo que reincide en las constantes de su cine.
'Nuestro día', de Hong Sang-soo
'Nuestro día', de Hong Sang-soo
Cinemanía
'Nuestro día', de Hong Sang-soo

Un Festival de Cine de Gijón sin sus habituales sorbos del cine del coreano Hong Sang-soo no sería lo mismo. Anteanoche, la sala de cine donde se proyectaba Nuestro día se llenó hasta la bandera; hoy se verá en el certamen su segundo filme de este año, in water, la llamada película desenfocada, pero nosotros vamos a detenernos en el primero, que arranca con una mujer atiborrando de chucherías a un gato muy lozano.

La susodicha mujer se halla de visita en casa de una vieja amiga. Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, un poeta que trata de hallar la mejor forma de envejecer recibe a un par de jóvenes admiradores. Dos pequeñas historias que, a la postre, revelarán conexiones insospechadas: rimas, casualidades y un poco de borrachera, como suele ser habitual en el cineasta.

'Nuestro día': crítica

Valoración:

Qué duda cabe de que aquí somos del equipo Hong. También en el FICX, viendo la estupenda Las cosas indefinidas, de María Aparicio, le oíamos decir a Eva Bianco, su protagonista, que el cine solía ser para ella una casa en la que estar a salvo. Esta cita, que me recuerda mucho a algo que escribió el crítico francés Serge Daney, viene a ejemplificar lo que ciertas películas y ciertos directores representan para quienes padecemos la enfermedad de la cinefilia.

En el caso del prolífico autor de Nuestro día, advertir las variaciones y los fluctuantes estados de ánimo que filtra a través de cada nueva película se ha convertido en una gimnasia habitual. Parece que, tras aquella serie de obras que daban cuenta de su sonado romance con la actriz Kim Min-hee, que cada vez ejerce más tareas tras la cámara, sus últimos trabajos vendrían a ser meditaciones sobre el horizonte: Hong elucubra acerca de los años por venir, la persona en la que se está convirtiendo y la que podría haber sido.

Tras En lo alto, quizá el más apesadumbrado de sus filmes recientes, el cineasta ofrece en esta ocasión un divertimento planteado a partir del entrelazamiento de dos conversaciones, sobre las que se nos dan algunas pistas previas mediante rótulos. La condición volátil de la identidad, siempre presente en Hong, es uno de los temas que sobrevuelan los apenas tres espacios en los que transcurre la película, revelándose progresivamente como un esbozo sobre la verdad de la interpretación y, quizá, una elegía por las paternidades frustradas.

Pero, como le recrimina el poeta que supuestamente no bebe ni fuma a uno de los jóvenes que acude a él en busca de verdad, aferrarse a los significados tiene algo de gesto cobarde; las cosas pasan ante nosotros a cada momento y, en su mayor parte, son inaprensibles. Puede que no sepamos lo que era la vida, le dirá, hasta que estemos muertos. 

Recientemente, batiéndome con un par de detractores del cineasta en un grupo de WhatsApp, les decía que lo que me reconfortaba de sus películas es la primacía que le da a la palabra, a un diálogo que fluye sin cortes allí donde la mayoría de los cineastas sentiría la necesidad de trocearlos o montarlos en plano contraplano.

Las cosas ocurren, pues, alrededor y encima de las mesas. Otro de los placeres secretos del corpus Hong es fijarse en lo que comen y beben los personajes: en esta ocasión, unos fideos instantáneos con mucho picante serán el corazón secreto de la película; podemos avanzar que los emborronados protagonistas de in water, en cambio, se alimentan a base de pizza y Coca Cola. Y es que, al fin y al cabo, lo que nos llevamos al estómago delata a menudo nuestra disposición ante la vida, si estamos eufóricos o queremos sosiego o no tenemos donde caernos muertos.

En otro pasaje de Nuestro día, el joven estudiante le pregunta al poeta sobre si sigue teniendo sentido escribir poesía hoy en día, habida cuenta de que a nadie parece importarle la poesía. El poeta le responde, a su vez: “¿Tú la lees, verdad? Pues con eso basta”. Y esa respuesta proporciona un extraño consuelo: quizá diréis que a veces el cineasta se pone un poco discursivo, pero hay una franqueza admirable en esa reivindicación de lo pequeño, de ir a tu ritmo y hacer lo que sientes que debes hacer sin preocuparte por lo que dirán de ti.

¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento