Francis Ford Coppola contra el blockbuster actual: “‘Sin tiempo para morir’ y ‘Dune’ son intercambiables”

El reputado cineasta cree que ahora ya no hay películas de estudio, solo películas de Marvel.
Francis Ford Coppola
Francis Ford Coppola
Francis Ford Coppola

Desde que Martin Scorsese abriera la caja de Pandora, preguntar a un cineasta veterano por su opinión sobre Marvel y los superhéroes ha asegurado tanto clicks como furibundos diálogos en redes sociales que no llegan a nada. La maquinaria de Kevin Feige ha acaparado tanto poder en Hollywood que no cuesta encontrar figuras de “la vieja guardia” deseosas de reprocharle la homogeneización del cine comercial, pero también hay quien percibe un problema más grande, no solo relacionado con los Vengadores. Es decir, Francis Ford Coppola ya dijo en su momento que estas películas eran “despreciables”, pero esta vez le ha dedicado un pensamiento un poco más amplio.

Estos días el mítico cineasta celebra el 50 aniversario de El Padrino con un reestreno que llegará a varias partes del mundo (también a España, este 25 de febrero), y durante una entrevista con GQ ha vuelto a su tema predilecto: la supuesta degeneración de la industria de Hollywood. Esta vez, partiendo del caso de Marvel para apuntar a síntomas aún más aciagos. “Antes había películas de estudio. Ahora hay películas de Marvel. ¿Y qué es una película de Marvel? Un prototipo que se hace una y otra vez para que parezca diferente”, explica. Y es un prototipo que afectaría incluso a directores hábiles, pues se está convirtiendo en un estándar para la industria del que no se puede escapar.

“Incluso la gente con más talento, como Denis Villeneuve y Cary Fukunaga, caen en esto. Podrían hacer Dune y Sin tiempo para morir, y tú y yo tomar la misma secuencia de ambas para colocarlas juntas. La misma secuencia en la que los coches chocan entre sí”, sostiene el director de Apocalipsis Now. “Todas tienen esas cosas, y casi que deben tenerlas para justificar su presupuesto. Y esas se supone que son las buenas películas, y los cineastas con talento”. Ni Villeneuve ni Fukunaga se libran de abrazar este prototipo, y se nota que esto es algo que a Coppola le duele especialmente. No solo por las palabras en sí; basta con recordar la traumática experiencia del director con Hollywood en los 80.

Luego de una década (los 70) donde ayudó a afianzar el modelo blockbuster con sus dos Padrinos, Coppola afrontó una fase marcada por las deudas, donde se arriesgaba con proyectos personales que se saldaban con sonoros fracasos en taquilla. El caso más señalado es Corazonada, ambicioso y carísimo musical considerado por los historiadores como la tumba de un posibleblockbuster de autor” (en conjunto a La puerta del cielo de Michael Cimino). La carrera de Coppola nunca llegó a recuperarse de este varapalo. “Siempre he creído que no dejé el negocio del cine. El negocio del cine me dejó a mí”, dice con amargura.

Lo curioso del asunto es que estos días Coppola se halla sumido en otra gran superproducción: una que precisa 120 millones de dólares de su bolsillo. El director lleva años soñando con Megalópolis: una historia ambientada en una versión futurista de Nueva York según el modelo de la antigua Roma, que explora la idea de la utopía. De cara a su reparto se ha rumoreado la presencia de Oscar Isaac, Cate Blanchett y Zendaya, pero aún queda mucho por hacer.

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