Entrevista

ENTREVISTA | François Ozon: "Hay que bajar el precio de las entradas de cine"

El cineasta francés estrena 'Peter von Kant', un nuevo homenaje a su admirado R.W. Fassbinder.
Denis Ménochet con François Ozon en el rodaje de 'Peter von Kant'
Denis Ménochet con François Ozon en el rodaje de 'Peter von Kant'
Cinemanía
Denis Ménochet con François Ozon en el rodaje de 'Peter von Kant'

A simple vista, con ese aspecto siempre tan pulcro y aseado de peinado perfecto y polo planchado metido dentro del pantalón, François Ozon (París, 1967) parece lo contrario de Fassbinder, que sin duda ya nació decadente, vicioso perdido y sucio. El francés podría pasar por el CEO de cualquier empresa importante, ya sea de náutica o de una cadena de objetos para el hogar de diseño exclusivo. 

Pero en realidad, ya lo saben ustedes, se trata de uno de los más inquietos cineastas de nuestro país vecino, que lleva desde finales de los 80 sin poder parar de crear, incansablemente. Empezó enlazando cortos, y ya tiene más de 20 largos a sus espaldas. En eso, por lo menos, ya se parece a R.W. Fassbinder.

Tampoco es la primera vez que Ozon rinde pleitesía a su ídolo teutón, ya lo adaptó con Gotas de agua sobre piedras calientes (2000), un texto inédito. Con Peter von Kant se atreve a brindar su propia lectura de una de las grandes obras y películas fassbinderianas: Las amargas lágrimas de Petra von Kant, que protagonizó en 1972 una Hannah Shygulla, quien aquí repite como estrella invitada. Ya lo dice el título, Ozon cambia el sexo de la protagonista para convertir a Denis Ménochet (próximamente en As bestas), en un sosias del cineasta que vivió a toda velocidad y falleció a los 37 años, víctima de sus adicciones.

Se detecta cierta simetría entre Peter von Kant y Gotas de agua sobre piedras calientes. Las dos son muy teatrales, en un único escenario, con un puñado de personajes, y hablan de la relación entre un hombre maduro y un joven, ¿por qué regresar a un mismo territorio?Hay una diferencia importante. La obra que adapté hace 20 años era inédita, mientras que Las amargas lágrimas de Petra von Kant es un monumento del cine y del teatro. No le veo sentido a hacer remakes de películas que ya están muy bien, como Las amargas lágrimas de Petra von Kant, y por eso me incliné por ofrecer otra mirada sobre una misma historia. 

Me inspiré más de la obra teatral que de la película. La idea era ofrecer una nueva lectura, como cuando se coge un Chéjov o un Shakespeare y se les da otra interpretación, inyectando cosas personales, tomando muchas libertades, pero respetando la esencia.

Siguen siendo dos obras muy parecidas.Son parecidas, y a la vez son distintas. Están conectadas por la visión desesperada que Fassbinder tenía del amor. La primera la escribió a los 19 años, y ya había dejado de creer en el amor: desesperación total. Seis años después, continuaba sufriendo. La primera me parece más negra y radical en su visión desesperada del amor. Y luego está que Peter von Kant también es menos desesperada que la original. En parte, porque yo mismo, como director, también he cambiado mucho en 20 años, y luego porque soy una persona mucho más optimista que Fassbinder. 

El nació durante la guerra, vivió en un país culpable del nazismo y del holocausto, y denunció la hipocresía de la sociedad alemana. Yo nací en 1967, y no arrastro el peso del pasado. Por eso el final de mi película también es más optimista, ya que a Peter le salva su trabajo, el hecho de poder filmar. Petra era modista, pero su trabajo no tenía peso alguno en la trama, mientras que aquí su trabajo de cineasta cobra mucho protagonismo.

Tampoco es que vivamos en una época muy dada al optimismo, ¿no te parece?No, solo digo que yo soy más optimista que Fassbinder. Si él lo veía todo negro, mi visión es más bien gris. Y si hablamos de los jóvenes de hoy, están cada vez más politizados porque tienen miedo. La desigualdad, el cambio climático, la covid, la guerra... Yo no tenía miedo cuando crecí, y eso que descubrimos la sexualidad en tiempos de sida. Sabía que el futuro iba a ser mejor para mí que el que habían tenido mis padres. Ellos, en cambio, saben que van a ir a peor. Es muy complicado.

Aparejado al optimismo, viene el humor. Otra diferencia entre Peter y Petra von Kant es que introduces un humor muy francés, como muy de teatro de bulevar, ¿no te parece?Sí, totalmente. Está claro que con mi versión la gente se ríe más, o eso espero. No creo que porque cojas un texto elitista tengas que olvidarte de llegar al gran público. Creo que cualquiera puede identificarse con los personajes de Fassbinder y con su mundo, aunque nunca haya visto una película suya. Siempre me pongo en el lugar del espectador cuando hago una película, y no tengo por ello la impresión de traicionarme o de hacer compromisos. 

Me gusta que se me entienda, y no tengo ningún interés en hacer películas elitistas. Para mí el cine es un arte popular, que tiene que llegar a cuanta más gente mejor. Hitchcock es el mejor ejemplo de esto. Un cineasta muy popular que hacía películas de autor. Una mezcla de calidad en la puesta en escena y de profundidad temática, pero sin olvidar al público.

El aspecto comercial también es ahora más importante que en los tiempos de Fassbinder.No lo era, no. Hoy tengo amigos que, cuando no han dirigido un éxito, luego tardan entre cuatro o cinco años en poder hacer otra película. Él no paraba, puede que las películas fuesen más baratas de hacer y que todo era más fácil. Pero, sobre todo, no había esta obsesión por la taquilla. Antes la gente no sabía nada del tema, ahora los datos de taquilla están por todas partes. 

Es como una obsesión. Enseguida quieren saber si ha funcionado o no, y hasta la crítica se a impregnado de esto, porque juzga las películas en función de si han funcionado o no, dejando de lado criterios de calidad, cuando está claro que, en la historia del cine, hay muchos fracasos comerciales que son obras maestras. El tiempo pone las cosas en su lugar.

¿Y cómo le fue a Peter von Kant en su estreno francés?Se estrenó en julio, una mala época para estrenar, pero aún y así no le fue mal.

¿Es verdad que tuviste problemas para dar con un actor para el papel del amante de Fassbinder, y que hubo que rebajar la edad del personaje para dar con él?Sí, pero sobre todo porque lo buscaba en la comunidad musulmana, pues me inspiré de El Hedi ben Salem, que fue uno de los amantes de Fassbinder. Al principio buscaba un actor que tuviese entre 25 y 30 años. Khalil Ben Gharbia, con el que finalmente me quedé, es más joven y se nota. Es muy abierto, no es nada religioso y forma parte de una generación que ya no tiene problemas con este tipo de papeles.

¿Crees que algo ha cambiado entre los más jóvenes en ese sentido?Sí, porque fue lo mismo con Benjamin Voisin y Félix Lefebvre en Verano del 85. Pero no se puede generalizar porque en Francia también hay muchos jóvenes de esa misma edad que son muy religiosos.

Al no estar disponible en las plataformas, no he podido revisar el clásico de Fassbinder para la ocasión, pero recuerdo que cobraba mucho protagonismo una moqueta o alfombra blanca, con mucho, mucho pelo, que aquí ha desaparecido.Sí, aquella moqueta, que tenía mucho, mucho pelo, he preferido dejarla en una pequeña manta que se ve un momento fugazmente sobre la cama de Peter Von Kant.

¿En qué crees que se parece tu estilo al de Fassbinder?A los dos nos gusta la teatralidad llevada al cine, igual que a Almodóvar en España, que también asume que el cine viene del teatro. Las primeras películas de Fassbinder eran puro teatro filmado. Eso me gusta, porque crea un efecto brechtiano de distanciamiento que paradójicamente hace que el espectador se implique más en la película. No sólo se emociona, sino que también reflexiona acerca de lo que ve.

¿Has vivido alguna pasión con algún actor o actriz como le sucede a Peter Von Kant en la película?Por supuesto. Pero no diré con quién. Está claro que me he inspirado en mis propias experiencias. Por eso lo he transformado en cineasta, porque también quería hablar de mi trabajo, de la relación con las estrellas o con algún joven actor que has descubierto y del que puedes llegar a enamorarte.

Otra diferencia entre Gotas de agua sobre piedras calientes es que entonces igual te identificabas con el joven, y ahora...¡Soy el viejo! Es como si hubiera pasado del otro lado. Es verdad.

Isabelle Adjani aparece como la gran diva con la que Peter von Kant ha trabajado en numerosas películas, como era el caso de Fassbinder y Hannah Shygulla. ¿No te parece que requiere cierto valor para una actriz de la edad de Adjani librarse a lo que sin duda tiene un punto risueñamente autoparódico? Ya lo ha hecho en otras ocasiones.Yo no diría valor. Los actores tienen que tomar riesgos. Pero tampoco es de los trabajos más duros del mundo, peor lo tienen los obreros. Ella se divirtió mucho. Le apetecía jugar con la imagen de diva que el público tiene de ella. Para mí era como un sueño, porque no pude contar con ella en Ocho mujeres.

Era la que faltaba, ¿no?Sí, ella y Jeanne Moreau.

Demasiado tarde en ese caso, aunque aquí está presente a través de Each Man Kills the Thing He Loves, el temazo de Querelle, ¿no?Sí, por supuesto. Y en Ocho mujeres palié su ausencia haciendo que las botas de la doncella fuesen muy parecidas a las de Moreau en Diario de una camarera, de Luis Buñuel.

A Isabelle Huppert la recuperas para Mon crime, tu próxima película, en la que comparte protagonismo con Dany Boon. Una mezcla explosiva, ¿no?Va a ser una comedia en el espíritu de Ocho mujeres y de Potiche que habla del mundo de los años 30… No le puedo decir gran cosa más de momento. También volverá a estar Fabrice Luchini.

Pues volviendo a Peter von Kant. Es tu primera película autoproducida: ¿quiere eso decir que puede haber un retroceso en el cine francés a la hora de sacar adelante productos más arriesgados como este?No, la hice durante el confinamiento, utilizando un solo decorado, en solo tres semanas y con un presupuesto pequeño. Lo hice así porque podía producir yo mismo, no porque nadie más quisiera hacerlo.

Es una película de confinamiento.Totalmente. Puede que no lo hubiese hecho si no se hubiese dado el confinamiento. Pero, como muchos cineastas, nos preguntábamos si podríamos volver a hacer películas como las de antes. Era una manera de reafirmarse.

Está claro que eres un optimista. Y como tal, ¿cómo ves el futuro del cine francés?Espero que remonte. Va a depender de la calidad de las películas, pero también hay que bajar el precio de las entradas. Hay un problema muy grande de poder adquisitivo, y las salas se tienen que adaptar a esta nueva realidad. En toda Europa. Cuando pagas 14 euros por una entrada, y el abono a una plataforma vale 9, ahí hay un problema. Esa es una batalla que se está librando ahora mismo entre las autoridades y los sindicatos.

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