Cannes 2022 | 'Fumer fait tousser' dinamita el cine de superhéroes con nicotina

Empezó como una broma de desgaste aparentemente rápido y ha acabado por convertirse en una de las carreras cinematográficas más interesantes de la comedia actual. Quentin Dupieux, también conocido por su pseudónimo musical Mr. Oizo, llegó al cine con ambición de perro verde y alcanzó esa relevancia internacional con la que a día de hoy puede considerarse su película más floja: Rubber (2010), la historia de cabezas reventadas y terror telequinético protagonizada por un neumático asesino.

Aquel éxito de Sitges era menos gracioso de lo que pensaba de sí mismo –la anterior Steak (2007), que Dupieux hizo con el dúo humorístico Eric & Ramzy, la superaba abiertamente en hilaridad y mantener el tipo más allá de un high concept resultón–, pero puso en órbita a un cineasta que en su carrera posterior, primero en EE UU –Wrong (2012), Wrong Cops (2013), Realidad (2014)– y luego de vuelta en Francia, ha ido creciendo en confianza como narrador y desvergüenza en los planteamientos.

Es precisamente esta segunda etapa francesa –que comenzó con el policiaco onírico Bajo arresto! (2018), tiene una cima surrealista en La chaqueta de piel de ciervo (2019) y recuperó por fin el interés del público con la descacharrante Mandíbulas (2020)– la que corona y compendia su último disparate, presentado en Cannes fuera de competición: Fumer fait tousser, una sátira de los superhéroes y justicieros en la que ha querido pasárselo bien la mayoría del star system del cine francés.

Gilles Lellouche, Anaïs Demoustier, Vincent Lacoste, Jean-Pascal Zadi y Oulaya Amamra interpretan a un grupo de superhéroes llamados Fuerza Tabaco. Sus uniformes no ocultan la inspiración en los Power Rangers y sus poderes proceden de la fuerza letal del tabaco: benceno, nicotina, metanol, amoniaco y mercurio. Aunque los conocemos derrotando de manera bastante gore a una tortuga tokusatsu, el grueso de la película se dedica a un campamento de compenetración que deben realizar para mejorar su trabajo en grupo.

Quien les manda la misión es su jefe, quizás el mejor hallazgo de la película: una rata de felpa, operada como una marioneta supurante de baba, que se expresa con una voz aterciopelada y un carisma rompecorazones. El retiro de campamento permite al quinteto estrechar lazos al estilo Decamerón, contándose historias de terror que rompen la narración como si fueran breves cortometrajes protagonizados por otro buen puñado de apariciones estelares como Àdele Exarchopoulos o la siempre graciosísima Blanche Gardin.

A lo largo de los 80 minutos más divertidos que ha dado el Festival de Cannes en esta edición, Dupieux da rienda suelta a todas sus insensateces apoyándose en la complicidad con públicos y actores antes que en ningún atisbo de racionalidad o coherencia narrativa. Si se conecta con su particular sentido del humor basado en la situación absurda y la réplica sin sentido, se puede disfrutar de una de las comedias más graciosas del año y la sátira más explosiva del cine de superhéroes por lo poco en serio que se toma el hecho de burlarse de los arquetipos y códigos del género.

En el contexto de Cannes 2022, además, la presencia de Fumer fait tousser es doblemente terapéutica, a la vez que incomprensible el espacio menor que se le ha asignado dentro de la programación. He aquí una comedia metacinematográfica repleta de estrellas del cine galo mucho más divertida y meritoria que Corten! como para ser una gran inauguración. 

Además, también pega un baño a esa carta de amor al arte de la fabulación que busca ser Tres mil años esperándote; donde George Miller se queda a medio gas encadenando historias infinitas, la imaginación de Quentin Dupieux para idear chorradas no parece conocer límite todavía.

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