'Gora Automatikoa': la broma a costa de los Goya que se ha convertido en una película muy seria

La película de animación que se hizo para ganar un Goya está nominada para competir en los premios. ¿Profecía autocumplida?
Gora Automatikoa
Gora Automatikoa
Cinemanía
Gora Automatikoa

Tiempo de listas, tiempo de listos. David Galán Galindo es uno de los segundos que se ha colado en las primeras. Su broma metacinematográfica ya es candidata a los Goya. Se titula Gora Automatikoa y surge de uno de los momentos más tristes de la historia del cine español: cuando La gallina Turuleca se alzó con el premio Goya al mejor largometraje de animación… por ser la única candidata. 

A Galán se le encendió la bombilla: quizás la manera más sencilla de obtener un cabezón fuera rodar una película de animación exprés, con el confeso argumento de ganar un cabezón. A fin de cuentas, la idea de una de las grandes comedias de los 90, como es In & Out, de Frank Oz, también surgió de una gala.

Así nació Gora Automatikoa, una especie de Cautivos del mal cañí, con tres encarnaciones rollo funko de sus creadores (el propio Galán Galindo, Esaú Dharma y Pablo Vara). Intentaron que la idea fuera lo más secreta posible pese a que, con casi un centenar de miembros en el equipo, fue difícil y pronto hubo runrún sobre las peripecias creativas del trío. 

Convertido en cine de culto sin que todavía hubiera visto la luz, Gora Automatikoa se ha sabido mover con sagacidad en las redes sociales para hacer ruido. Con la evidente influencia del South Park de Trey Parker y Matt Stone, tanto en su animación como en sus diálogos, hay momentos contundentes y vitriólicos, y cargas de profundidad nada inocentes contra el establishment patrio (el especial estatus del cine vasco, el cine de Javier Fesser o las normas de la Academia). También homenajes sentidos a grandes de la animación como el Terry Gillian de la época Monty Python y un puñado de amigos creadores que intentan despuntar en Instagram y se han sumado a una broma peliculera cada vez más seria. 

Por encima de todo, el filme destaca por esa manera de entender el cine del trío que, curiosamente, nos retrotrae a esos vascos que revolucionaron la cinematografía española en la década de los 90, con nombres como Álex de la Iglesia o Juanma Bajo Ulloa (bien, añadamos a alguien del mismo centro de Bilbao, de Carabanchel, concretamente, como Santiago Segura). Un cine nacido de fanzines y encuentros fraternales, de una pasión desbocada e ilustrada que funde lo cinéfilo con lo cinéfago y que lleva a sus creadores a filmar sin importar ni las limitaciones ni los inconvenientes. 

Gora Automatikoa competirá el próximo febrero con Mironins, Valentina y, precisamente, una película vasca pata negra como Salvar el árbol (Zutik!). Puede que no se lleve el Goya (o quizás sí), pero desde luego, el premio al entusiasmo por contar historias en una pantalla ya no se lo puede quitar nadie.

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