Entrevista

Griffin Dunne tiene la película definitiva sobre hombres tristes: "He fracasado al saltar al siguiente paso de fama"

Entrevistamos a un mito de la interpretación y al director Noah Pritzker con motivo del estreno de 'Ex maridos'.
Griffin Dunne protagoniza 'Ex maridos', dirigida por Noah Pritzker
Griffin Dunne protagoniza 'Ex maridos', dirigida por Noah Pritzker
Cohen Productions
Griffin Dunne protagoniza 'Ex maridos', dirigida por Noah Pritzker

Son las 16.00 y Griffin Dunne llega tarde. Así que la videollamada comienza hablando con Noah Pritzker, director y guionista de Ex maridos, una comedia amarga sobre hombres sin pareja que se estrenó el pasado 7 de junio y que protagonizan James Norton, Miles Heizer y el propio Dunne. 

“Os prometo que en el set nunca se retrasaba. Pero claro, allí teníamos a gente que le iba a buscar con 45 minutos de antelación”, bromea Pritzker. No importa. Que el protagonista de ¡Jó, qué noche! llegue tarde incluso añade romanticismo a este zoom. Puede que al conectarse, traiga anécdotas imposibles sobre lo que le impedía llegar. Vamos empezando.

Noah, ¿esta película es tan personal como parece? ¿Cuánto hay de ti en ella?Creo que, si viajo al momento en el que comencé a escribir, estaba intentando averiguar cómo resolver mucho de lo que, como adulto, se supone que debes tener resuelto en la vida. Mis padres se divorciaron cuando tenía 27 años. El título original de la película era “hombres del divorcio” y servía para ironizar precisamente sobre eso, sobre cómo existe, en la actualidad, una generación de hombres hechos y derechos con dificultad para el compromiso por haber visto el matrimonio de sus padres fracasar en su adultez. Una vez tenía claro el punto de partida, los personajes sujetan un trabajo de ficción. Cuando llegamos al set, era una película, no un trabajo de terapia personal.

A mitad de su respuesta, Griffin Dunne aparece en la pantalla del ordenador. Viste una camiseta básica, se ajusta una magnífica melena gris y sujeta con la mano izquierda su móvil, que intenta colocar de alguna forma mientras da vueltas alrededor de un elegante salón, presumiblemente en su casa. Dunne interpreta a Peter Pierce, un hombre que se acaba de divorciar (Rossana Arquette interpreta a su ex mujer, María) y no sabe cómo gestionar su nueva vida, ni tampoco cómo relacionarse con sus hijos tras esta separación. Para más complicaciones, su padre (Richard Benjamin), divorciado de su madre en la vejez, vive ahora en un asilo pasando los últimos días en un estado perpetuo de demencia senil.

“¡Hola, Mr Dunne, ¿nos puede oír?” (uno emplea el acercamiento formal ante una leyenda, qué menos). Griffin Dunne mueve la boca, pero no oímos nada. Tiene el micrófono apagado. Lo activa y, con brutal honestidad, añade “perdón, me eché un rato en el sofá y me quedé dormido”. 

No hay excusas mitológicas, ni falta que hace. Se estira. Después de los obligados (pero no forzados, la película es fantástica) intercambios de enhorabuenas y gracias, explica la relación personal que tiene con su personaje. “Había mucho en mi vida desde lo que trabajar. Soy padre, tengo una hija bastante mayor y sin duda, me he divorciado. Entiendo las complejidades de este personaje, y también su humor”.

En efecto, la vida de Griffin Dunne tiene mucho material para moldear cualquier trabajo interpretativo. Su historia es una apasionante mezcla de éxitos y fracasos, de dolores y alegrías. Nacido en 1955 bajo el nombre de Thomas Griffin Dunne, sus padres fueron la activista Ellen Griffin y el escritor Dominick Dunne. Creció en Beverly Hills, rodeado de estrellas de cine. 

En su libro de memorias (The Friday Afternoon Club) describe su infancia y cuenta cómo Sean Connery le salvó de morir ahogado en la piscina, Jack Nicholson intentó quitarle a su novia o sus líos amorosos con Carrey Fisher. Su hermana pequeña fue asesinada, un shock que se vería agravado cuando su padre, colaborador en la revista Vanity Fair, publicó un artículo describiendo el juicio tras su muerte. Su educación, entre la estructura de la religión y la libertad del arte, le han convertido en un hombre privado pero con un sentido de humor inquebrantable.

El humor es un tema interesante, no sé si veis esta película como una comedia con momentos tristes o un drama con momentos de humor.(G) ¡Es una comedia! Lo hablé con Noah desde el principio. Había que calibrar a este personaje para que no se convirtiese en un saco de tristeza y autocompasión.

Nada en esta película parece forzado. ¿Cuál es el secreto para que una escena resulte natural?(N) Creo que Griffin y yo nos dimos cuenta, muy rápido, de que teníamos un sentido del humor parecido. Y el secreto de lo que se ve en la película es que nace de esa conexión que teníamos en el set. Siempre estábamos de acuerdo, era raro que chocásemos en una decisión creativa.

La carrera de Griffin Dune ha combinado todo tipo de aproximaciones al cine. Como actor, además de la mencionada ¡Jó, qué noche!, de Martin Scorsese, también se le suele recordar por la icónica Un hombre lobo americano en Londres, dirigida por John Landis. Trabajó con Madonna en ¿Quién es esa chica? y recientemente lo hemos visto en Succession como el terapeuta de la familia Roy. 

Además, ha dirigido un par de largometrajes, entre ellos el documental The center will not hold, sobre su tía, la autora Joan Didion. En casa de Didion, por cierto, cuenta que llegó a compartir porros con Harrison Ford, mientras este trabajaba como carpintero. También tiene su propia productora (“empecé a producir antes de comenzar a actuar”), con la que lleva más de diez títulos a sus espaldas.

De hecho, Griffin Dunne es uno de los productores de Ex maridos. Al preguntarle por su participación como productor en esta película, tras unas frases breves, Noah Pritzker le interrumpe. “Griffin está siendo humilde. Conoce a todo el mundo, es un grandísimo profesional y sabía que iba a estar llamándole a todas horas, pidiéndole guía y consejo. Así que, para que me devolviese las llamadas, pensé en proponerle que se incluyese como productor”. 

“Me gusta esa respuesta”, responde Griffin. “Es cierto que, cuando un papel como este aparece en el que un actor sale en casi cada plano de la película, es imposible para el intérprete no estar involucrado de manera mucho más profunda, también emocionalmente. Así que pensé que era algo lógico y natural”.

Para acabar, hace unos días que Netflix ha estrenado una entrevista de David Letterman a John Mulaney en la que los dos cómicos hablan, ni más ni menos, que de Griffin Dunne. Al mencionársela, el actor estalla en risas. “¿Has visto eso? ¡Me quedé alucinado! ¡Pensé que estaba en El show de Truman! Creía que era una cámara oculta”. Esta feliz coincidencia sirve para, cerrando la charla, preguntarle a uno de los hombres que más tiempo lleva en este negocio sobre cómo se relaciona hoy en día con su imagen.

¿Cómo te relacionas con la fama actualmente? Tras todos estos años, ¿cómo te sientes siendo conocido?(G) He tenido una relación muy complicada con la exposición, con la atención que despertaba mi trabajo. He fracasado al saltar al siguiente paso de fama, lo cual, según como se mire, puede ser una victoria. He estado produciendo cuando debería haber aprovechado mi tirón como actor. Es algo que nace del subconsciente, una forma de ser. Este estado me ha permitido trabajar en lugares diferentes e interesantes. No soy famoso de verdad, conozco ese tipo de famosos y no soy eso. Pero he hecho suficiente como para que exista un grupo de gente que me reconozca y valore mi trabajo, un público que viene de todas partes. Y eso me gusta".

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