En inglés, se necesitan nueve letras para escribir 'sueños'. No hablamos, por tanto, de 'dreams' o 'slumbers', sino de una palabra que también se usa en España con el mismo significado: Hollywood. Y la versión más famosa de este término acaba de cumplir 100 años.
Se encuentra en el Monte Lee, una colina requemada por el sol de Los Ángeles, el mismo que ha desvaído sus monumentales letras que hace un siglo se levantaron en su cima y que, con el paso del tiempo, se han convertido en parte del paisaje estadounidense, como la Estatua de la libertad o el monte Rushmore. Esta es la historia del cartel más famoso de Estados Unidos.
Bienvenidos a la tierra sagrada
El rótulo de Hollywood nació por el mismo motivo que Hollywood: una campaña publicitaria. Los felices años veinte trajeron consigo un salvaje oeste de oportunidades a Los Ángeles: nacían nuevas empresas, se erigían edificios cada vez más altos en cada vez menos tiempo y se construían barrios enteros para que los colonos del naciente imperio tuvieran dónde dormir. Hollywood estaba en marcha.
El promotor inmobiliario H.J. Whitney se dio cuenta: Los Ángeles se estaba expandiendo y alguien tenía que avisar a los recién llegados. Por eso, el denominado padre de Hollywood levantó un cartel para anunciar una urbanización de nueva planta: Whitley Heights.
La idea le gustó, y se la recomendó a su amigo Harry Chandler, dueño de Los Ángeles Times. Este, además de manejar las rotativas del principal diario de la ciudad, tenía vínculos con el negocio inmobiliario, y coincidió con Whitney en que aquella era una buena forma de darse publicidad.
El proyecto que Chandler apadrinó fue el de una urbanización al pie de las colinas de Hollywood, y que llamaron Hollywoodland. El encargado de diseñar el cartel fue Thomas Fisk Goff: cada letra tendría 15 metros de altura y casi diez de anchura.
Por supuesto, el rótulo, como todo anuncio, gozaría de una vida limitada: ¿qué sentido tenía mantenerlo cuando hasta la última casa de la urbanización estaba ocupada? Sin embargo, Hollywood impuso su ley y el cartel sobrevivió a todos los inquilinos de aquel grupo de viviendas, que disfrutaban de “un ambiente excepcional y sin costes excesivos en las colinas”.
Las dos vidas de Hollywood
Poco a poco, las letras blancas fueron desmarcándose de su pasado inmobiliario y se convirtieron en un monumento al cine, en el hito que le daba la bienvenida a la futura gran estrella de Hollywood. Sin embargo, los años no pasan en balde en América (excepto si uno es Tom Cruise) y el vandalismo y el deterioro al que se vio sometido el cartel tuvo su punto de inflexión en la década de los 70.
Para entonces, el rótulo, otrora símbolo de un nuevo y próspero comienzo, agonizaba. Desde él, se habían lanzado al vacío decenas de suicidas (como la actriz Peg Entwistle) y él mismo estaba cerca de morir.
Las nueve caracteres volvieron a levantarse en una operación que fue costeada por las grandes personalidades de Los Ángeles (entre ellas, el cantante Alice Cooper o Hugh Hefner, fundador de Playboy). Veían cómo su porvenir empresarial estaba comprometido al porvenir físico de aquellas letras grandes y blancas.
Cien años después, el cartel de Hollywood ya no es una valla publicitaria, sino la carta de presentación de una industria que, precisamente hoy, 13 de julio, cuando el rótulo cumplía cien años, ha decidido detener en seco su engranaje y marcharse a la huelga.
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