Ibai apuñala por la espalda: así me colé en la escape room de 'El misterio de Glass Onion'

Streamers, apagones y la Mona Lisa: la secuela de 'Puñales por la espalda' cobra vida con Ibai.
La 'Murder Mystery Night' de Ibai
La 'Murder Mystery Night' de Ibai
Cinemanía | Netflix
La 'Murder Mystery Night' de Ibai

"Queridos amigos, bienvenidos al misterio de Glass Onion. Confío en que saquéis vuestras mejores dotes de detectives para resolver las capas de esta caja de enigmas", dice la nota que recibimos un miércoles por la mañana en la redacción de CINEMANÍA. Viene firmada por el streamer Ibai Llanos y la acompaña una caja de madera sobre la que destaca la 'N' roja de Netflix. 

Quienes ya se hayan dejado arrastrar por el nuevo caso de Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion, disponible en la plataforma de Netflix, reconocerán el complejo artilugio. Se trata del mismo arcón que los protagonistas de la secuela de Puñales por la espalda reciben de parte de su amigo Miles Bron (Edward Norton), una invitación en forma de acertijo para disfrutar de un fin de semana de misterio en una isla griega. 

Contagiándonos del espíritu de la apuesta comandada por Rian Johnson, Carlos Marañón, Andrea G. Bermejo y una servidora nos disponemos a abrir una caja repleta de enigmas. A falta de Benoit Blanc (Daniel Craig), tenemos pistas y a uno de los ingenieros brasileños que construyó el baúl en caso de que se nos complique alguna de las adivinanzas.

Durante 18 minutos, avanzamos entre los diferentes misterios que guarda la caja: las lupas se convirtieron en llaves, los laberintos se resuelven con imanes y luz ultravioleta, y los puzles se entremezclan con constelaciones o tablas periódicas inspiradas en la película. Dos pistas y la sorprendente habilidad de Carlos Marañón con el código morse nos permiten acceder a la cebolla final sin tener que recurrir al martillo destructivo de Janelle Monáe en El misterio de Glass Onion.

¿Y qué contiene la cebolla? La invitación de Ibai para acompañarlo ese mismo día en su Murder Mystery Night, la experiencia Glass Onion que cambia la isla griega por Barcelona. Allí nos espera una escape room que recrea algunos de los escenarios más icónicos de la secuela, en la que el streamer planea 'torturar' a varias estrellas de Twitch (solo falta Duke -Dave Bautista-).

"Los disruptores se han unido"

La 'Murder Mystery Night' de Ibai
La 'Murder Mystery Night' de Ibai
Cinemanía | Netflix

Insiste Benoit Blanc en El misterio de Glass Onion en que la cebolla de cristal que, además de titular el filme, corona la mansión griega de Miles es una metáfora de un objeto que parece tener muchas capas, pero cuyo centro está a plena vista, lo escriba Gillian Flynn, Rian Johnson o Ibai Llanos. 

En este caso, el enigma que propone el influencer bilbaíno se desliga del clásico 'whodunit' en busca del asesino para centrarse en un evento laberíntico en el que siete compañeros de Twitch deben resolver varios acertijos para ir pasando de una estancia a otra. Es la escape room de Puñales por la espalda que cualquier amante del Murder Mystery querría experimentar y que se ha construido en el TUSET Superstudio de Esplugues de Llobregat.

Nada más llegar al espacio, nos topamos con el equipo que está encargándose de entrevistar a los participantes del acontecimiento. En una sala con asientos alargados de madera y una imagen del mar de fondo, Papi Gavi responde a la pregunta sobre qué podría aportar él a una investigación criminal de ser Benoit. "Me fijo mucho en los detalles", dice el streamer entre risas. 

La 'Murder Mystery Night' de Ibai
La 'Murder Mystery Night' de Ibai
Cinemanía

No muy lejos de ahí están el resto de los amigos congregados por Ibai para el evento: Perxitaa, Spursito, Skain, Axozer, GemitaJen Herranz. A mí, será cosa de chakras, me toca vigilarlos desde una unidad móvil, casi como ese Derol (Noah Segan) que se cuela en la Murder Mystery Party de Miles en pantalla, pero primero me dejan espiar las diferentes estancias que componen la escape room, cuidadas al más mínimo detalle para emular esa Tate Modern acristalada tan particular en la que vive Bron.

La primera parada es el salón principal similar al de la mansión del protagonista de El misterio de Glass Onion, con llamativas obras de arte, una mesa central para ocho comensales, vasos en los que leemos los nombres de los participantes (esperemos que no lleven zumo de piña) y justo arriba, colgando sobre la vajilla, una estructura en blanco y rojo idéntica a la que adorna el comedor de Bron. 

Pasamos a la segunda estancia, un espacio reducido de maletas y libros, para después detenernos en la tercera sala, donde varios bustos de Ibai marcan el camino hacia el cuadro de La Gioconda, pieza fundamental en la producción de Johnson. El cuarto espacio es un laberinto de espejos que desemboca en el quinto y último escenario, una sala con un escritorio de cristal y unas letras en neón azul y verde en las que se lee Glass Onion. 

Se trata del despacho de Miles e incluso contiene las bolas magnéticas y la servilleta de cóctel en la que el gurú tecnológico afirma haber esbozado la idea para Alpha. En el suelo, nos reciben varios dibujos de cuerpos perfilados con cinta aislante, como si se tratara de la escena de un crimen. Una vez fuera de la escape room, visitamos una sexta estancia donde finaliza el juego y una séptima con monitores desde la que Ibai toma el control de la experiencia. 

"¿Unos cócteles antes de que me asesinen?"

El misterio está a punto de comenzar y yo, a medio camino entre Derol y Benoit Blanc tras los arbustos, me traslado a la unidad móvil de MEDIAPRO donde se conduce este evento, la misma que se usa para cubrir los partidos de la Liga o la Fórmula 1. Mientras el equipo se prepara para un baile de órdenes por el pinganillo y pantallas divididas, me cuentan que esta experiencia tiene más cámaras que un partido entre el Barça y el Real Madrid. 

La acción arranca con Ibai junto al resto de streamers en el escenario mediterráneo en el que se realizaron las entrevistas previas. Todos ellos van apurando los últimos minutos con sus móviles antes de abandonarlos en una caja ("Aquí hay gente con dos móviles", bromean entre ellos) para adentrarse en la escape room. 

En el salón donde da comienzo a la acción, los participantes miran fascinados el set antes de tomar asiento alrededor de la mesa central. En pocos segundos, se apaga la luz, como ocurre en una escena crucial en el desarrollo de El misterio de Glass Onion, momento que Ibai aprovecha para irse a la sala contigua desde donde guiará a sus compañeros. La sorpresa inicial al regresar la luz y no ver al anfitrión dura hasta que la voz del streamer comienza a conducirlos por el juego. 

Con más imaginación que Miles Bron, el bilbaíno se toma licencias creativas para poner las cosas más difíciles a sus amigos, como inventarse que hay un traidor en el grupo, incitarlos a que revisen la cintura de Skain o lanzarles globos y asegurarles que deben explotarlos para pasar la prueba. "Ojalá pudiera hacer esto el resto de mi vida", afirma cuando los participantes no le pueden oír. 

Su ocurrencia más descacharrante llega cuando, en la tercera sala, pide a sus compañeros que avancen hacia la Mona Lisa de dos en dos y de rodillas (la única que se libra de la broma es Gemita, que va con muletas) y, no contento con verlos arrastrarse, trata de confundirles cuando estos se percatan de que la forma se salir de ese espacio es rompiendo los bustos del anfitrión. Este último es otro guiño a los minutos finales de la secuela de Puñales por la espalda, aunque sin cristal ni incendios.

El laberíntico recorrido de espejos es la estancia que más cuesta atravesar a los competidores, aunque nos regala, entre luces y burbujas, el que podemos bautizar como el momento "Álvaro está llegando". Así se ganan la llegada al último set, la escena del crimen, donde reciben una pista: "Siete streamers brindaron, uno no". En las pantallas que tengo frente a mí, los veo correr de vuelta al primer decorado para recuperar los vasos con sus nombres y situarlos sobre la mesa de cristal. 

La 'Murder Mystery Night' de Ibai
La 'Murder Mystery Night' de Ibai
Cinemanía | Netflix

El broche a esta aventura lo pone Papi Gavi, que, para alcanzar la última sala, coge carrerilla y se lanza por una puerta translúcida. Mientras Ibai se reúne con sus sufridos amigos para celebran el desenlace del juego compartiendo pizzas en el salón de Miles (con premio y merecida ovación para Papi Gavi), yo, en la unidad móvil, me recreo en el salto a cámara lenta. Y, de repente, cae la cuarta pared junto a los protagonistas, una acción inesperada hasta para el anfitrión. 

Casi podemos imaginar a Benoit Blanc vestido de marinero, pañuelo amarillo al cuello, aprobando con una media sonrisa el giro final mientras se da un chapuzón en la piscina. Probablemente al detective le hubiera llevado poco tiempo salir de la escape room, pero no por ello se hubiera divertido menos. "Es como uno de esos minicrucigramas que tiene el New York Times", diría. Y, encima, sin el dong de la hora ni la salsa de Jeremy Renner. 

Yo abandono los estudios con un pensamiento en la mente: ojalá una experiencia así con periodistas de cine; sería un estudio (y desafío) sociológico a la altura del tándem Johnson-Blanc. ¿Tal vez para la tercera película de Puñales por la espalda?

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Coordinadora de series 'Cinemanía'

Con un nombre susceptible de ser olvidado, muchos se refieren a mí como la chica del cine y las series, y desde 2016 escribo sobre ellas en CINEMANÍA. Estudié Periodismo en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y tengo un Máster en Periodismo Cultural en la Universidad CEU San Pablo, donde ahora imparto la asignatura Información Cinematográfica. Nunca dejaré de volver a ver 'Friends'.

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