La primera película de Jonás Trueba en Cannes es Volveréis, seleccionada en la muestra independiente y paralela de la Quincena de Cineastas.

Se trata de una comedia sobre la ruptura de una pareja consolidada, en cuya escritura han participado también sus dos protagonistas: Itsaso Arana y Vito Sanz.

Crítica de 'Volveréis'

Valoración:

Para todos los que odian las bodas, celebrarlas, acudir, aquí va una idea: celebrar la ruptura. Una fiesta que reúna a todos los que formaron parte de la vida de una pareja durante el tiempo que estuvieron juntos. Esa es la premisa de Volveréis, el último filme de Jonás Trueba (La virgen de agosto). Una divertida, tierna, intelectual, brillante y sencilla historia de amor, que celebra el amor, el desamor, y haciéndolo celebra el cine, el que ha hablado de amor, en concreto, y mucho cine en general.

Itsaso Arana es directora de cine y se llama Alex; Vito Sanz es actor y se llama Alex. Viven en un piso del centro de Madrid. Un piso lleno de recuerdos construidos en 14 años de relación romántica y profesional. Es verano, hace calor. Han decidido separarse y en la cama se acuerdan de una idea repetida siempre por el padre de ella: celebrar la ruptura. Una idea aparentemente absurda, loca, que deciden finalmente llevar a cabo. Y a lo largo del filme no sólo se dedican a buscar nuevo piso (con lo que implica eso en el Madrid actual, en proceso de gentrificación), sino organizar esta no-boda.

La idea de esta fiesta del desamor, originalmente, era del padre de Jonás Trueba, Fernando Trueba. Enfrentar el duelo de otra forma. Al pensar en ella, su padre tenía que estar en espíritu en Volveréis (y también físicamente, grandísima sorpresa del filme), a través de toda la screwball comedy que vio con él desde pequeño, en todo el cine que ha aprendido junto a él. Volveréis es, en parte, homenaje a él.

También es la película más divertida de Jonás Trueba, acercándose a esa comedia natural, tranquila, real, en la que la sonrisa, la risa y hasta la carcajada nace de unos personajes imperfectos, dejándose llevar por las circunstancias, perdiendo el control de una manera muy pausada. Es esa risa que acaba en ternura emocional porque de repente no está tan claro que separarse sea una fiesta. Supone quedarse solo después de una vida juntos. Supone perder todas esas pequeñas rutinas de pareja que van construyendo una cariñosa cotidianeidad, que conforman ese amor calmado en el que confiar y confiarse.

Jonás ha ido haciendo películas adaptadas a su tiempo y espacio vitales. De La virgen de agosto a Volveréis pasando por Tenéis que venir a verla se ve una progresión romántica muy clara, una maduración de las relaciones de pareja en la que cada vez ha ido encontrando mejor un tono natural y muy cinéfilo en el que muchos nos encontraremos. La madurez del director también se encuentra en esa visión muy autoconsciente de lo que su cine proyecta y representa donde encuentra también humor esta vez, revisándose a sí mismo a través del personaje de Itsaso Arana (cómplice de este guion, tanto como Vito Sanz). La película entretiene tanto en ese juego meta que está llena de amigos y compañeros de profesión, de caras reconocibles y guiños más escondidos. Un divertimento extra para los que vemos el filme.

Cuando una pareja estable, de esas que son un pilar en tus círculos personales, anuncia su separación, el shock es instantáneo y, salvo circunstancias peculiares, el deseo de que vuelvan suele arrancar justo en el anuncio: volveréis. El amor repetición, de Kierkegaard, elegirse a uno mismo por encima de todo lo externo, elegir el amor repetido. Pero hasta que esa repetición llegue, si llega, que nos pille celebrando.

¿Quieres estar a la última de todas las novedades de cine y series? Apúntate a nuestra newsletter.