La Academia no cree que 'Apolo 10 ½' deba optar al Oscar a Mejor película de animación

Richard Linklater, director del film distribuido por Netflix, ya se ha movilizado en protesta por esta decisión.
Fotograma de 'Apolo 10 1/2'
Fotograma de 'Apolo 10 1/2'
Netflix
Fotograma de 'Apolo 10 1/2'

La animación rotoscópica parte de utilizar como referencia, o pintar por encima si se da el caso, fotogramas rodados a imagen real. Es por ello que durante buena parte de su historia ha recibido bastantes críticas por el supuesto carácter de “atajo”, e incluso ha habido quien dudaba de si realmente debía considerarse animación. Con el paso del tiempo, sin embargo, han surgido tantos cineastas deseando experimentar con este método como para combatir el prejuicio, pero este acaba de sumar un nuevo e infame capítulo a su historial: la Academia de Hollywood ha considerado que Apolo 10 ½: Una infancia espacial no cumple con los requisitos para ser nominada al Oscar a Mejor película de animación.

“No creemos que la técnica cumpla con la definición de animación en las reglas de la categoría”, declaran desde el organismo, en referencia al “uso extensivo” de secuencias de acción real en la película estrenada por Netflix. Apolo 10 ½ propone un viaje nostálgico a 1969, en vísperas de la llegada de Neil Armstrong a la luna. Narrada por la voz en off de Jack Black, parte de experiencias íntimas del director Richard Linklater en lo que sería el tercer largometraje del director de Antes del amanecer animado por rotoscopia. Antes estuvieron A Scanner Darkly y Waking Life, estrenándose esta última en 2002: precisamente el año donde la Academia incorporó la categoría de Mejor película de animación.

Ganó Shrek, estando nominadas aquel año Jimmy Neutrón, el niño inventor y Monstruos S.A., sin que nadie considerara como aspirante a Waking Life. Linklater lleva tiempo aguantando desplantes por su empleo de la rotoscopia, y la decisión de la Academia ha provocado un malestar del que se hace eco IndieWire. A principios de septiembre, el comité de animación de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas rechazó tener como candidato a Apolo 10 ½: un film que fue desarrollado por 200 animadores de Austin y Amsterdam durante 2 años. Linklater, con el amparo de Netflix, quiso apelar la decisión el 12 de septiembre, pero de momento no ha habido respuesta por parte del organismo.

La Academia no ha hecho comentarios, y mientras el equipo de Linklater espera que la decisión se reconsidere, el debate sobre la discriminación del medio animado (y en específico de la controvertida rotoscopia) está más candente que nunca. “Esta decisión corta el flujo creativo para cierto tipo de películas de animación. ¿Alguien querrá hacer algo así si no puede ser nominado?”, declara Linklater, que estos días rueda en Nueva Orleans su nueva película (en acción real). El director cree que la Academia acostumbra a premiar la animación infantil en detrimento de la adulta, como ha quedado claro una y otra vez estos años.

“La industria de la animación se agrupa en torno al entretenimiento infantil. Tengo la sensación de que básicamente nos están diciendo ‘bichos raros, volved a casa’”. Tom Pallotta, director de animación en Apolo 10 ½, está aún más molesto, asegurando que la rotoscopia solo se ha aplicado a un 20% de la película mientras los animadores recurrían al programa 2D TV Paint para trabajar con actores reales, sin limitarse a grabarlos. “El único rotoscopio de la película es el contorno de los personajes. Eso es todo. Todo lo demás está animado”, dice un abatido Pallotta. “Me siento atrapado en una pesadilla kafkiana donde alguien me dice que no es real y yo sé que lo es. Llevo 25 años trabajando la rotoscopia y estoy harto de que me digan que no es animación”.

Décadas de discriminación

“Es un insulto”, determina el artista. “La categoría que debería ser más inclusiva es, en cambio, la más statu quo”, insiste Linklater por su parte. Ambos señalan que la Academia, por mucho que tenga estos supuestos estándares, sí nominó al Oscar a Loving Vincent (utilizando una técnica similar a Apolo 10 ½) y tuvo por elegible La noche del fin de los tiempos, película de 2021 cuyos directores Philip Gelatt y Morgan Galen King ya han hecho público su apoyo al proyecto de Linklater. “Esto es una amenaza para mi carrera. En futuros proyectos, ¿cómo puedo hablar con inversores y decirles ‘esto es animación’ para luego tener que replicar que ‘no lo es’?”, continúa Pallotta muy angustiado.

“Lo jodido es la noción de que hay una forma más pura que otra. La creatividad no debería tener restricciones”, apunta Linklater, además de destacar lo penoso que ha sido el proceso para intentar encajar Apolo 10 ½ en la terna. “Nadie debería pasar por esto”, asegura. Las normas para valorar la animación han variado sustancialmente con los años dentro de la Academia. Actualmente exigen que “el movimiento y las interpretaciones de los personajes se creen fotograma a fotograma” y que “la animación debe figurar en no menos del 75% de la duración de la película”. También debería tener “un número significativo de personajes animados”, sin poder “confundirse con la acción en vivo”.

Apolo 10 ½ no cumpliría esta normativa. Pero ahí están los casos de Loving Vincent y La noche del fin de los tiempos, sumados a un corto animado por rotoscopia, Logorama, que ganó el Oscar en 2009. “Hay una hipocresía subyacente a todo esto”. Linklater tiene presente, sin ir más lejos, que en un clásico como Blancanieves y los siete enanitos la rotoscopia ya tuvo un papel prioritario. “Gran parte son prejuicios irracionales y paranoias sobre la rotoscopia (...) Mirar esto y decir que no es animación se escapa a cualquier percepción razonable”. Linklater ha dejado caer que, con la salvedad del Oscar a El viaje de Chihiro en 2003, la categoría de animación de los Oscar está muy coartada.

“Es una categoría que está dirigida por las empresas”, defiende, en referencia al entretenimiento familiar y a una compañía de la escala de Disney. Linklater, junto a sus compañeros, ha enviado una carta abierta a la Academia donde insiste en el duro trabajo que requirió Apolo 10 ½. La propuesta estética de la película se habría conseguido “gracias al duro trabajo de los animadores que dibujan el movimiento y las actuaciones de los personajes fotograma a fotograma”. “No es un efecto secundario de algún software oculto o proceso automático.”

“Rechazamos la noción anticuada y discriminatoria de que, en una industria dominada por los avances técnicos de las películas CGI 3D de gran presupuesto, algunas técnicas de animación tradicionales sean menos puras o auténticas, incluso aunque cumplan los requisitos técnicos para su consideración”, concluye la carta. 

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