[La Cabina 2020] Brigitte Fontaine, la pareja perfecta de Monsieur Merde

No parece casual que el festival que celebra el arte del mediometraje programe a la cantante Brigitte Fontaine con nuestro querido Monsieur Merde.
Brigitte Fontaine en 'Mords-les'
Brigitte Fontaine en 'Mords-les'
Brigitte Fontaine en 'Mords-les'

Antes que nada, hay que agradecer que, desde 2008, exista en Valencia un festival que recoge esas películas que no las quiere nadie, ni los festivales de cortos, ni los de largos. La Cabina, que ha inaugurado en Valencia su decimotercera edición, que se prolongará hasta el 20 de noviembre, es una de las pocas salidas festivaleras para los mediometrajes. Si un cineasta concibe una obra de entre 30 y 60 minutos, y no quiere ni recortarla ni añadir paja, al menos sabe que tiene La Cabina.

En esta edición, que recoge una selección de 12 mediometrajes inéditos en todo el mundo, nos ha llamado especialmente la atención la presencia de Mord-les, la última creación del duo cómico formado por los franceses Benoît Delépine y Gustave Kervern que, en circunstancias normales, habrían presentando en el Festival de Cine Europeo de Sevilla su último largo, Borrar el historial, que ya causó sensación a su paso por la Berlinale, aquel festival de antes de la pandemia.

Acto seguido, este par de directores famosos por comedias estridentes como Louise Michel (2008) o Mammuth (2010) –protagonizadas por dos monstruos como Yolande Moreau y Gérard Depardieu, respectivamente–, habría puesto rumbo a Valencia para presentar Mords-les, pero hoy en día, y hasta que empecemos a notar los efectos secundarios de la Pfizer todo acaba quedando en un triste zoom. Eso sí, al menos, con mascarilla o en streaming, las película se acaban viendo.

Una marciana en la chanson francesa

Por si alguien no la conocía, Brigitte Fontaine, la protagonista de Mord-les, empezó a hacerse notar a finales de los años 60, sola o en compañía de Jacques Higelin, y quedó consagrada en la década siguiente con dos discos tan rotundos como imprescindibles: Brigitte Fontaine… est folle (1970), que suena como una Françoise Hardy con camisa de fuerza (con arreglos de Jean-Claude Vannier, conocido por sus trabajos con Gainsbourg) y Comme à la radio (1971), donde, secundada por el Art Ensemble of Chicago, mezclaba afrojazz, vanguardia y pop excéntrico.

Fontaine, que sacó su último disco hace unos años, era tan estrambótica, indomable y punk avant la lettre que vivió un prolongado eclipse mediático y discográfico entre 1979 y 1993. Hasta que volvió a la palestra, rescatada primero por los japoneses y luego por Etienne Daho, que también rescató del olvido a Dani, con aquella memorable versión de Gainsbourg, Comme un boomerang. A Fontaine, Daho le produjo Genre humain, que salió en 1995.

Con Delépine y Kevern la Fontaine ya había colaborado en Le grand soir (2012), un largo protagonizado por Albert Dupontel y Benoît Poelvorde. Fontaine y Areski Belkacem, su pareja sentimental y musical desde 1969, daban vida a los desfasados padres de estos. En Mords-les, la cantante se presenta como una suerte de réplica femenina de Monsieur Merde; ya saben, el personaje interpretado por Denis Lavant en el mediometraje de Leos Carax, también programado en La Cabina, que formaba parte del tríptico Tokyo! (2008), completado por las contribuciones de Michel Gondry y Bong Joon-ho.

Madame Merde sale de su tumba

Como aquel Monsieur Merde, que Carax recuperó para su obra maestra (Holy Motors, 2012), Brigitte Fontaine, tan loca como siempre en Mords-les, sale de su tumba y empieza a pasearse, balbuceando incoherencias y asustando a la gente. Primero por el cementerio y luego por las calles de Morlaix, ciudad a la que homenajea fonéticamente el título del filme, que literalmente significa "¡Muérdelos!", que es lo que le dice la cantante a un niño, apartado de sus compañeros de clase, porque está castigado.

La propia Fontaine ha explicado mejor el argumento: ”hay insultos, cosas hermosas y maravillosas del pueblo de Morlaix, un teatro subterráneo y estatuas policromadas. Y luego, tumbas con vacas. Hice un espectáculo para vacas. Camino por las tumbas, insultando a todos. La película no tiene ni pies ni cabeza, pero tiene algo más”.

Fontaine es Diogenia, y tras increpar a los humanos, regresará a Venus en un cohete de broma, gracias a la ayuda de un arquero interpretado por el propio Kevern. Si la película se rodó en esta ciudad bretona presidida por un impresionante viaducto decimonónico es porque la cantante nació ahí mismo hace 81 años. Pero Mords-les viene a ser, sobre todo, la confirmación de algo que no se sabe por qué no habíamos sospechado antes: Fontaine es a la chanson lo que Denis Lavant al cine francés. Dos seres inclasificables, alérgicos a la norma, y absolutamente irrepetibles.

Y naturalmente, son buenos amigos. En 1980, cuando Lavant ni había debutado en el cine, el actor ya participó en una obra teatral adaptada de un libro de Fontaine, L’Inconciliabule, y se han seguido viendo desde aquellos años oscuros. El año pasado, la cantante tenía que personarse sobre las tablas para leer un texto sobre sus lecturas favoritas, encabezadas por Rimbaud, y al no poder ir debido a su delicado estado de salud, mandó a Lavant en su lugar. Y es que son casi intercambiables: tanto da Monsieur Merde que Madame Merde.

Otros mediometrajes que tienen buena pinta

Si Fontaine nos parece marciana, o más bien de Venus, Wanderers, de Evgenia Alexandrova, nos habla de The Mars Society, una comunidad que, desde 1998, especula sobre la colonización de Marte llevando a cabo simulaciones en el desierto de Utah. El documental recoge cómo cinco voluntarios se encierran durante dos semanas para experimentar la vida marciana. No sería raro que Lavant o Fontaine aparecieran por ahí, con sendas escafandras.

Otro tipo de encierro es el del padre de la israelí Gal Dor que, en 48 Hours with Dad, documenta sus encuentros con el presidiario que plantó la semilla que la trajo al mundo. Tendrán 48 horas para verse extramuros gracias a un permiso especial. Por su lado, Laure Protat, una joven realizadora francesa, retrata en Rouler las imposibles piruetas de su hermano menor, un adolescente de 16 años que parece que destaca en una modalidad específica de skate.

Todo esto y mucho más en lacabina.es

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