‘La gallina Turuleca’ no fue la primera: otras veces que el Goya a Mejor película animada estuvo cantadísimo

El film de Eduardo Gondell y Víctor Monigote parte esta noche como inevitable favorito en su categoría.
Fotogramas de 'Goomer', 'La gallina Turuleca' y 'Megasónicos'
Fotogramas de 'Goomer', 'La gallina Turuleca' y 'Megasónicos'
Fotogramas de 'Goomer', 'La gallina Turuleca' y 'Megasónicos'

La 35 edición de los Premios Goya es la edición de la pandemia, pero también es la de La gallina Turuleca. Más allá de las excepcionales circunstancias en las que se desarrolla la ceremonia este año, parte de sus seguidores se han rendido a lo inevitablemente divertido que es ver cómo un único trabajo es nominado a Mejor película de animación. La victoria de este film dirigido por Eduardo Gondell y Víctor Monigote (e inspirado en la canción homónima de Gaby, Fofó y Miliki) es por tanto inevitable, y supone un triste ejemplo de los problemas que atraviesa el sector en nuestro país. Sector, por cierto, que fue sin embargo capaz de colocar el año pasado dos obras como Klaus y Buñuel en el laberinto de las tortugas en la competición internacional, llegando en el primer caso al Oscar.

Así que sí, deberíamos probar a ir más allá del meme, y ahondar en el caso de La gallina Turuleca. ¿Es una situación 100% novedosa? Lo cierto es que no: La gallina Turuleca no es el único caso de favorita (por incomparecencia) en una nominación al Goya a Mejor película animada, pero hacía más de veinte años que esto no ocurría. De hecho, para encontrarnos con un caso similar hemos de remontarnos a la primera vez que los Goya premiaron esta categoría, en la ceremonia de 1990. Constituía la cuarta edición de estos premios, inaugurados por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España para premiar la cosecha de 1986.

Lo curioso de esta categoría recién nacida no radicaba solo en la escasa producción de este corte que se podía premiar, sino que era prácticamente pionera en los grandes premios cinematográficos del mundo. Si comparamos los Goya con los Oscar, por ejemplo, nos topamos con que la Academia de Hollywood no tuvo una categoría dedicada a largometrajes de animación hasta 2001 (cuando Shrek se impuso a Jimmy Neutrón: el niño inventor y a Monstruos S.A.), teniendo que limitarse hasta entonces a premios honoríficos (como el recibido por Blancanieves y los siete enanitos en 1938 o por Toy Story en 1995) o a nominar La bella y la bestia a Mejor película, a secas.

Vaya, que eso hemos de concedérselo a nuestros premios: el ansia por valorar la producción animada patria era tal que le dieron una categoría propia casi en cuanto hubo algo que premiar. Aunque, como ocurrió en 1989, entonces solo existiera una única película, que inicia nuestro repaso.

'Los cuatro músicos de Bremen' (Cruz Delgado, 1989)

Fotograma de 'Los cuatro músicos de Bremen'
Fotograma de 'Los cuatro músicos de Bremen'

Mítico historietista español desde mediados de siglo, el madrileño Cruz Delgado había fundado los Estudios que llevaban su nombre en 1963, desarrollando series como Aventuras de Molécula y el Canguro Boxy o la célebre adaptación de Don Quijote de La Mancha. Los cuatro músicos de Bremen no fue su primer largometraje animado (de hecho sería el último que firmara, ya que a lo largo de los 70 y 80 había producido Mágica aventura, El desván de la fantasía o Los viajes de Gulliver), pero sí el primero que obtuvo el favor de la Academia.

Basada en el cuento de Los músicos de Bremen ideado por los hermanos Grimm, el film de Delgado narraba las aventuras del gallo Koky, el burro Tonto, el perro Lupo y el gato Burlón, que se instalaban en un bosque cercano a Bremen para montar una banda y mantener a raya a los ladrones Chef, Bestia y Tapón. El film era, por tanto y ante todo, un musical donde los protagonistas llegaban a parodiar la indumentaria de los Beatles y a entonar aquel temazo que ya está resonando en tu cabeza: “un, dos, tres, cuatro, somos cuatro…”

Sí, existe la posibilidad de que la canción no te suene de Los cuatro músicos de Bremen sino de la serie animada que alumbró en 1990, titulada Los Trotamúsicos y coproducida por TVE y Estudios Cruz Delgado. Antes de que esta comenzara a emitirse, sin embargo, Los cuatro músicos de Bremen ganaría el primer Goya a Mejor película animada siendo la única candidata en su categoría, algo de lo que se cachondearían abiertamente Pedro Reyes y Pablo Carbonell al entregar el premio en la ceremonia correspondiente, retransmitida en diferido.

Los cuatro músicos de Bremen obtuvo por tanto ese honor, y antecedería unos cuantos años donde el premio no se entregaría. Tuvimos que esperar para el siguiente caso de nuestra lista hasta la gala de 1995, cuando El regreso del viento del Norte obtuvo el segundo Goya a Mejor película animada de la historia. Esta vez, no exento de polémica.

'El regreso del viento del Norte' (Maite Ruiz de Austri, 1994)

Fotograma de 'El regreso del viento del Norte'
Fotograma de 'El regreso del viento del Norte'

Entre 1990 y 1995 no se falló el premio, pero no fue por ausencia de películas nominables. En 1992 se había estrenado La leyenda del viento del Norte, producida por el estudio vasco Euskal Pictures International (EPISA). Inicialmente este llegó a las salas con la firma de Maite Ruiz de Austri y Carlos Varela, al tiempo que el animador Juan Bautista Berasategi les acusaba de haber plagiado su film Balearenak (Balleneros). Al parecer, EPISA había editado el material de Berasategi recurriendo a la participación de De Austri y Varela, y estrenando el film resultante con el título de La leyenda del viento del Norte con gran éxito crítico.

Las demandas de Berasategi conducirían a que en 1999 la autoría de La leyenda del viento del Norte pasara a pertenecerle (dándose un curiosísimo caso de autor que consigue firmar un “plagio” de su obra gracias a medidas judiciales), pero antes de eso la película de EPISA conducía a la producción de una secuela. La mencionada De Austri (figura imprescindible de la animación patria al haber ganado dos Goya en este campo, ver nominados todos sus largometrajes en esta caótica categoría y, en 2020, firmar la adaptación de Memorias de Idhún) aparecía en esta ocasión como única autora de La leyenda del viento del Norte.

Este díptico narraba cómo un grupo de balleneros vascos se enfrentaba al malvado Viento del Norte, que regresaba en la secuela dispuesto a vengarse y helar el mar. Ambas películas defendían un claro mensaje ecológico y exhibían una clara influencia de la animación de Disney, pero solo una de ellas (quizá por quedar libre de la polémica contra Berasategi) pudo llegar a la ceremonia de los Goya, y ser la segunda película ganadora del premio sin haber contado con competencia.

Aquí no acaba la historia, sin embargo, ya que el modo en que lo ganó durante la gala fue de lo más curioso. Esta nueva edición de los Goya era presentada por María Barranco, que llegado el momento anunció que sería ella misma quien anunciara la ganadora a Mejor película de animación. Afirmó entonces encontrarse nerviosa porque “era la primera vez que se entregaba el premio” (al parecer se había olvidado de Los cuatro músicos de Bremen), y dio paso a una suerte de gag rarísimo donde, ante la falta de contendientes, dio paso a un teaser de La leyenda del viento del Norte tres veces seguidas.

“Qué nervios, para quién será”, ironizó siguiendo la senda de Reyes y Carbonell, y Maite Ruiz de Austri subió a recoger el premio. Puedes ver el indescriptible vídeo sobre estas líneas y apostar a que harán un chiste similar esta noche.

'Megasónicos' (Javier González de la Fuente y José Martínez Montero, 1997)

Fotograma de 'Megasónicos'
Fotograma de 'Megasónicos'

Vale, esto es fuerte. El estreno de Toy Story en 1995 precipitó una carrera en todo el mundo por ver quiénes serían los responsables, fuera de los márgenes de Pixar, de poner en pie una nueva película desarrollada íntegramente por animación digital. El estudio vasco Baleuko (nuevo ejemplo de cómo Euskadi dominó el medio en España desde los primeros años de su nacimiento) fue quien se impuso felizmente a otros competidores, y como resultado Megasónicos fue el primer film 3D producido en Europa. Por supuesto que tenía que ser premiado en los Goya, y más si se daba el caso que en 1997 no se había estrenado ninguna otra película animada que podría disputarle el premio.. como tampoco se habían estrenado en el 95 y 96, cuando no hubo ningún ganador.

Megasónicos fue un film impulsado por medios de lo más precarios. Baleuko contó con 100 millones de pesetas, un equipo de 12 personas y el programa Alias Power Animator 3D para sacarla adelante, ejerciendo como directores Javier González de la Fuente y José Martínez Montero. ¿Te suena alguno de ellos? Es posible que no, porque el tal Martínez Montero responde hoy día al nombre de Pepón Montero, quien creó Plutón BRB Nero en 2008, dirigió la fenomenal comedia Los del túnel y desarrolló la serie Justo antes de Cristo.

Otro fotograma de 'Megasónicos'
Otro fotograma de 'Megasónicos'

En lo que se refiere a Megasónicos, compartía con Plutón BRB Nero la ambientación intergaláctica, pero era mucho más chiflada que la serie de Álex de la Iglesia. La producción de Baleuko contaba cómo en un futuro lejano la música había quedado prohibida por el dictador Sinteticom, estando en manos de unos transportistas espaciales y del anciano Takna enfrentarse a él y devolver la alegría a la galaxia. Su animación, vista hoy día, da bastante grima, pero su importancia histórica es inapelable y así lo celebraron los Goya, entregándole el premio a los responsables de manos de Julieta Serrano y Daniel González.

Como refrendando el gran hito que había supuesto Megasónicos para la animación nacional, al año siguiente la categoría por fin se convirtió en una competición. Se enfrentaron entonces dos viejos conocidos, ya entonces envueltos en conflictos legales: Maite Ruiz de Austri, que presentaba ¡Qué vecinos tan animales! y Juan Bautista Berasategi, con Ahmed, príncipe de La Alhambra. Del enfrentamiento salió vencedora De Austri, y en 1999 volveríamos a la situación habitual, con una única nominada a Mejor película de animación.

'Goomer' (José Luis Feito y Carlos Varela, 1999)

Póster de 'Goomer'
Póster de 'Goomer'

Finalizando el siglo XX, y aunque volviendo a caer en un escenario tan ingrato como el que venimos repasando, Goomer supuso una suerte de consolidación para la animación patria, cuando por fin una propuesta no dirigida exclusivamente a niños conocía el favor del gran público. Hasta entonces, Maite Ruiz de Austri había defendido en sus intervenciones públicas la importancia de fomentar la animación en España como entretenimiento para la infancia, pero hete aquí que Goomer adaptaba un material original enfocado a un público más talludito: las historietas homónimas de Nacho Moreno y Ricardo Martínez.

Goomer empezó a publicarse en 1998 en el marco de El Pequeño País, suplemento de El País, pasando luego a aparecer en las páginas de El Jueves. El considerable éxito de la publicación motivó que Castelao Productions y Sogedasa se lanzaran a desarrollar rápidamente una adaptación para el cine, que distribuyó Filmax y mantuvo en líneas generales su argumento: un camionero espacial (el Goomer titular) que viaja a un planeta desconocido en busca de señales de vida y se integra en una comunidad alienígena codificada como caricatura de la población terráquea. Todo acompañado además de un tema musical llamado a marcar épocas: Boom Boom, de Blue 4U.

Por muy significativa que fuera Goomer para la evolución del medio en España, en la gala de los Goya celebrada a principios de 2000 supuso otro ejemplo de única nominada. Y nuevamente, como pasara con El regreso del viento del Norte, sometida al desarrollo imprevisible de la edición; en este caso, fue la misma que Antonia San Juan ejercía de anfitriona a la vez que aspiraba al Goya a Mejor actriz revelación por Todo sobre mi madre.

No ganar el premio supuso tal decepción para San Juan que el resto de su aparición quedó inevitablemente afectada... y por tanto también lo fue el gran momento de Goomer, introducido por una apagada presentadora que ni siquiera dijo que Forges saldría a darle el premio al equipo. Fue el punto final para una hilarante tradición que por suerte terminó ahí mismo (a partir de entonces hubo siempre varias nominadas por edición)... o eso pensábamos, hasta que llegó La gallina Turuleca.

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