Medio siglo sufriendo con Norman Bates: pasado, culpa y 'Psicosis'

Andrés R. Paredes publica 'Yo soy Norman Bates' estudiando la importancia de una de las franquicias clave del terror.
Norman Bates frente al hogar familiar
Norman Bates frente al hogar familiar
Norman Bates frente al hogar familiar

“Deberían haber visto la sangre, demasiado horrible para describirlo”. El tráiler de Psicosis fue una revolución para la época, aunque surgiera de una ocurrencia sobradamente meditada por parte de su director. Se limitaba a mostrar a Alfred Hitchcock —muy conocido por el público estadounidense gracias a sus introducciones en cada pieza de Alfred Hitchcock presenta— recorriendo los escenarios de la película y dando pistas falsas en tono amigable sobre qué podría encontrar la audiencia en su nueva película, y culminaba una estrategia promocional de la que el propio tráiler se hacía eco al final del mismo. “La película que usted debe ver desde el principio… o no verla”.

A lo largo del avance, Hitch describía escenas de Psicosis para seguidamente interrumpirse a sí mismo con comentarios del estilo “demasiado horrible para explicarlo”. Como consecuencia, el tráiler no revelaba nada del film que se estrenaría meses después, en septiembre de 1960. El misterio se incrementó gracias a las citadas advertencias de no dejar entrar al público con la película empezada, y al extendido rumor de que el cineasta había comprado todos los ejemplares disponibles de la novela original de Robert Bloch para que ningún espectador se spoileara por adelantado. Un circo mediático, cuya motivación troncal fue desvelada luego por el director: una gigantesca broma.

Sympathy for the Devil

Psicosis no fue la primera película centrada en un psicópata; tampoco la primera que acuñó la noción de hype previa a su estreno. En 1955 H.G. Clouzot pedía a los espectadores que salvaguardaran la sorpresa del final de Las diabólicas, y un año después Fritz Lang dirigía Mientras Nueva York duerme ahondando en un sentimiento colectivo a punto de eclosionar: la fascinación del público por el mal. Fue esta misma fascinación la que llevó a Andrés R. Paredes (Coruña, 1989) a escribir Devoto del hombre rastreando las apariciones del diablo en el cine estadounidense, y también a firmar luego —pasándose a horrores más terrenales— Yo soy Norman Bates: Todo sobre la saga Psicosis, que Applehead Team publicó recientemente.

Mientras Nueva York duerme ejemplifica que siempre ha habido una fascinación hacia el asesino”, cuenta a Cinemanía. “Lo que pasa que la censura de la época (entre códigos Hays y presiones de grupos católicos) no permitía que esa fascinación explotara, solo una cierta mirada morbosa. A esa mirada entonces jamás se le ocurriría convertir a Michael Myers en un icono. Y de hecho Norman Bates no lo es; es un icono la escena de la ducha, o la película en sí, pero no su asesino protagonista”. En 1960, con meses de diferencia a Psicosis, Michael Powell estrenó en Gran Bretaña El fotógrafo del pánico, suscribiendo un interés por la psicología del asesino que compartía el film de Hitchcock.

Portada de 'Yo soy Norman Bates'
Portada de 'Yo soy Norman Bates'
Applehead Team

Hitch también era británico, pero había querido marcharse a EE.UU. con el sano propósito de aterrorizar a su población al tiempo de ofrecerles un siniestro reflejo de sus pulsiones y secretos más íntimos. Bloch había publicado Psicosis en 1959 inspirándose en los crímenes de Ed Gein, y a su trasvase al cine provocó una sacudida en los hábitos del público. “Antes de Psicosis la gente entraba en la sala de cine en cualquier momento de la proyección”, revela Paredes. “Para Paramount fue una locura que Hitchcock sacara esos carteles diciendo que no se permitiría la entrada con el film empezado, porque suponía reducir beneficios. Las entradas valían lo mismo entraras cuando entraras y podían perder clientes”.

“Sin embargo, quisieron comprobar cómo se comportaba el público, y este empezó a acudir en masa, quince o veinte minutos antes de que empezara la proyección. Y eso es justo lo que hacemos hoy. Tú ya no entras en una película a la mitad, tienes que ser una persona bastante despreciable para hacerlo”. La transformación que obró Psicosis en la relación entre público y cine se vio respaldada por su inclusión en la memoria popular, a cuenta de la automáticamente mítica escena de la ducha —que suponía la muerte a la mitad de metraje de quien parecía su protagonista— o la resolución del misterio.

La broma de Hitchcock se convirtió en un fenómeno cultural; uno que acabó dando pie a una franquicia que nunca ha logrado equiparar la fama del film inaugural. Es justo esta franquicia la que aborda Paredes en su libro, defendiendo que Psicosis es mucho más que la película de 1960 y el director que la puso en pie.

Fotograma de 'Psicosis'
Fotograma de 'Psicosis'

Más allá de Hitchcock

“Antes de escribir el libro solo había visto la original, el remake y conocía Bates Motel, pero no sabía que existía una saga”, cuenta el autor de Yo soy Norman Bates. “Cuando desde Applehead me ofrecieron el encargo me sorprendí porque pensaba que me estaban ofreciendo una saga menor, una de la que no se podría sacar un libro. Pero pronto descubrí que podía abordar la trayectoria de Anthony Perkins, vi que andaba por ahí una actriz increíble como Meg Tilly, vi que estaba Tom Holland, vi que estaba Mick Garris…”. La relevancia de Psicosis es incuestionable, pero no así la de sus derivados, y estos fueron los que más pudieron llegar a intimidar a Paredes.

“Hay muy poca información sobre las secuelas y se ha escrito mucho menos sobre ellas”, explica. “Es cierto que Psicosis II es una película muy bien valorada por los aficionados al género, pero la tercera y cuarta parte están completamente olvidadas”. Psicosis II: El regreso de Norman se estrenó en 1983, más de veinte años después de la original, y colocaba al personaje de Anthony Perkins en una tesitura muy jugosa: en teoría Norman Bates se ha curado tras un arduo proceso psiquiátrico y ha sido devuelto a las calles, pero el pasado no tardará en regresar y habrá nuevas muertes. Directamente provocadas por Norman, o no.

Andrés R. Paredes
Andrés R. Paredes

Paredes comparte esta apreciación de Psicosis II como una secuela más inspirada de lo que pudiera parecer. “Cuando le dices a alguien que existe Psicosis II hay un rechazo inicial, pero más allá de estos prejuicios es fácil ver que es una película con muchísimo cariño hacia el personaje de Norman Bates. Es un thriller con todas sus piezas bien puestas. Lo hablaba con Tom Holland;”, cuenta en referencia al guionista de Psicosis II y clásicos como Muñeco diabólico y Noche de miedo, a quien entrevistó para documentar el libro, “es muy interesante cómo devuelve a Norman al inicio de la primera película, volviendo a estar solo en un motel restaurado junto al cadáver de su madre".

“La secuela de Psicosis te abre los ojos a un cine que, si bien no es tan bueno como el de Hitchcock, sigue siendo importante”, concluye sobre el film dirigido por Richard Franklin. “En parte, me gustaría que este libro sirviera para que la gente la redescubra”.

Vera Miles también regresó en 'Psicosis II'
Vera Miles también regresó en 'Psicosis II'

Yo soy Anthony Perkins

“Lo de dejar a Anthony Perkins que dirigiera Psicosis III fue una jugada a la desesperada por parte de la productora”, explica Paredes sobre la tercera entrega, estrenada en 1986 y dirigida por el mismo que hasta ahora había puesto rasgos a Norman Bates en su debut como realizador, “porque necesitaba otra secuela y sabía que esta nunca saldría adelante sin él”. Partiendo de un planteamiento algo más convencional que Psicosis II —la trama se ocupaba de visitantes fortuitos al motel Bates y Norman ya había vuelto oficialmente a las andadas—, esta entrega siguió apañándoselas para sorprender, sobre todo gracias a su aparato formal.

“A pesar de ciertas decisiones algo excéntricas, Perkins salió airoso. Psicosis III está bien dirigida, y nadie conoce a Norman como su actor y realizador”. Paredes considera una característica esencial de la saga Psicosis el que “todos sus implicados, en todas las películas, quieren hacer algo especial. Conocen el peso que tienen sobre sus hombros, y todos quieren hacer algo que se distancie y al mismo tiempo homenajee. Perkins es el que mejor lo entendió; tuvo una carrera larguísima, con experiencia con muchos directores, y volcó todo lo aprendido en esta película”. La recepción, sin embargo, no cumplió las expectativas, y cuatro años después Psicosis IV: El comienzo acusó el golpe.

Psicosis IV fue un film destinado a televisión, mucho más barato que acometidas previas pero envuelto sin embargo en un aura de corrección de rumbo. ¿El motivo? Los talentos implicados. Perkins estaba de vuelta, claro, pero es que además dirigía Mick Garris recién llegado de Critters 2 y presto a especializarse en adaptaciones de Stephen King… y escribía Josef Stefano, el guionista de la Psicosis original. El objetivo primordial era dar un cierre satisfactorio a la historia de Norman Bates a través de una sugestiva narración a caballo entre el presente y el pasado del protagonista, interpretado en estos tramos por Henry Thomas. Sí, el joven actor conocido entonces por E.T. El extraterrestre

“Convertir al niño de E.T. en asesino me parece una jugada tan buena como el fichaje original de Anthony Perkins, que antes de Psicosis era un ídolo adolescente”, destaca Paredes. “Perkins quiso volver por última vez a un personaje que le acompañó toda su vida, dándole un final feliz. Porque Psicosis IV tiene un final feliz. Dentro de su género diría que es un retelling; Stefano no solo quiso olvidarse de las secuelas, sino también contar todo lo que se había dejado en el tintero para la primera”. Sirviendo simultáneamente como precuela y secuela, Psicosis IV trataba de darle por fin un poco de paz a Norman Bates.

Dos años después de su estreno Perkins fallecería, pero esto distó de suponer el final de la franquicia.

Henry Thomas en 'Psicosis IV: El comienzo'
Henry Thomas en 'Psicosis IV: El comienzo'

La tragedia de un chico y su madre

El autor de Yo soy Norman Bates se muestra firme a la hora de defender el discutido remake de Psicosis que dirigió Gus Van Sant en 1998. “Si consideramos que Psicosis dio el pistoletazo de salida para el slasher, diría que el remake de Psicosis dio por su lado el pistoletazo de salida para los remakes de terror”, señala. “Los remakes siempre son interesantes porque te pueden sorprender tanto como la película original, y en ese sentido el de Psicosis es perfecto: tú partes con la expectativa de ver Psicosis en color, pero a medida que avanza te das cuenta de que no es exactamente la misma película”.

Más allá del color y de recurrir a un reparto donde destacaban Vince Vaughn, Julianne Moore o Viggo Mortensen —que el mismo año de Psicosis participaría en otro remake hitchcockiano, Un crimen perfecto—, Van Sant quiso replicar plano a plano la película original con ligeras modificaciones, alumbrando algo parecido a un ensayo fílmico que fue vapuleado por la crítica. “El remake de Van Sant pertenece al imaginario popular, lo queramos o no. Ya sea como fracaso, como experimento, o como ejemplo de qué hacer y qué no hacer”. El fenómeno de Psicosis se prolongó al lanzamiento de Bates Motel en 2013, finalizando tras cinco exitosas temporadas protagonizadas por Vera Farmiga y Freddie Highmore, y es a partir de esta serie con la que Paredes finaliza su recorrido por la saga.

Psicosis ya lo ha sido todo”, reflexiona. “Una saga de películas, una serie de televisión, una instalación artística —Psicosis 24 horas—, un musical drag… se encuentra en una burbuja perfecta para estudiarla a fondo una vez ha abarcado más de cincuenta años de historia”. ¿Y qué aprendido Paredes tras este estudio? Pues, quizá, que la saga siempre ha versado en torno a nociones más profundas que el espectáculo sangriento, la agitación de expectativas o el morbo del público. “Diría que el gran tema de la saga Psicosis es nuestra vinculación con el pasado, y cómo estamos condenados a repetir los errores que cometimos con nuestros padres con la gente de nuestro alrededor”.

Paredes considera a Norman Bates una figura trágica, merecedora de nuestra empatía. “Norman mata a su madre, luego mata a todo el mundo, y es absolutamente incapaz de entablar relaciones sanas con nadie porque nunca en toda su vida ha tenido una relación sana. Y creo que su mayor problema es que carga con la culpa de cualquier cosa”, asegura. “Esto se percibe mejor en las secuelas, sobre todo en la cuarta que es la hecatombe de la culpa. Aquí Norman grita ‘estoy roto, así que mi hijo nonato también ha de estarlo’, e intenta terminar con su descendencia. Creo que en la psique de Norman Bates la pieza central es la culpa”.

Anthony Perkins es Norman Bates
Anthony Perkins es Norman Bates

Una culpa capaz de poner al público en contacto con una sucesión de errores, complejos y relaciones tóxicas que han sustentado el horror durante décadas. Nada mal para algo que empezó como una gran broma.

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