Mentiras, copias secuestradas y falsas amenazas de bomba: así fue el polémico estreno de 'La naranja mecánica' en España

Hablamos con Carmelo Romero, director de Seminci en 1975 que estrenó 'La naranja mecánica' sin censura. El documental 'La naranja prohibida' cuenta lo que sucedió.
La naranja prohibida
La naranja prohibida
TCM
La naranja prohibida

Un joven sociópata ejerce como jefe de una banda que se dedica a apalear, violar y aterrorizar a la población, pero la cosa se les acaba yendo de las manos a aquellos delincuentes juveniles el día que cometen un asesinato. 

Su carismático líder es entonces enviado a prisión, donde se somete voluntariamente a una innovadora terapia de aversión ficticia que lo convierte en otra persona. Un ser a quien el sistema prometía reinserción pero al que, finalmente, la sociedad deja de lado, enfrentándolo así a la disyuntiva de si es peor ser bueno por obligación o malo por naturaleza.

Con semejante argumento, La naranja mecánica (1971), una sátira ambientada en un próximo futuro y basada en una controvertida novela de Anthony Burgess adaptada al cine por Stanley Kubrick, tenía todas las papeletas para causar polémica. Lo cierto es que lo hizo desde el mismísimo momento de su estreno, que tuvo lugar a finales de 1971 en Nueva York, y unas semanas después en Londres.

La censura de 'La naranja mecánica'

Muchos aclamaron aquella magnética cinta, pero otros tantos se dedicaron a atacarla sin piedad. Algunos la denostaban al considerar que era inmoral, y hasta un escritor del New York Times se refirió a ella como una película "fascista". Pocos cinéfilos y críticos de cine se pararon un momento a pensar que el filme proponía en realidad una profunda reflexión sobre la condición humana y los conceptos de libertad y violencia.

Algunos medios de comunicación y juristas aseguraron que todo ese festival de escenas violentas presentes en la cinta había causado una oleada de violencia en el Reino Unido, pues el estreno en aquel país coincidió con un repunte de crímenes juveniles. Para más inri, Stanley Kubrick y su familia recibieron cartas con amenazas de muerte y la policía llegó a aconsejar al cineasta que retirara la película de circulación. 

El neoyorquino no estaba dispuesto a alimentar aquella polémica extracinematográfica, así que optó por exigir a los estudios Warner que retirasen el filme de los cines británicos y, además, prohibió su distribución en Reino Unido. Con el fin de curarse en salud, muchos países le otorgaron la calificación X o, directamente, vetaron su proyección. Eso alimentó el morbo de los espectadores, que babeaban ante la posibilidad de poder ver un filme prohibido que, por otro lado, había sido nominado al premio Oscar a mejor película.

A pesar de tratarse de una de las obras cumbres del cine, La naranja mecánica también fue prohibida por el gobierno franquista, que a principios de los setenta seguía echando mano de la censura para evitar el estreno de cualquier película que (a su juicio) pudiera hacer peligrar los estrictos valores morales del régimen.

'La naranja mecánica' llega a Valladolid

Así pues, La naranja mecánica terminó convirtiéndose en "La naranja prohibida", un apelativo que, además, da título a un nuevo documental original de TCM que se presenta estos días en la Seminci de Valladolid y que aterrizará en ese canal en diciembre (coincidiendo con el cincuenta aniversario del estreno internacional del filme). 

Dirigido por Pedro González Bermúdez, el documental La naranja prohibida va sobrado de testimonios que relatan cómo la cinta de Kubrick llegó a proyectarse en nuestro país en abril de 1975, sin tener que pasar por la censura y en el seno de la Semana Internacional de Cine de Valladolid, el festival de cine religioso celebrado en la que entonces era una de las ciudades españolas más conservadoras.

Todo sucedió después de que la Dirección General de Cinematografía alcanzase un acuerdo con Warner Española (dueña de los derechos de distribución de la película) para estrenar La naranja mecánica en la Seminci de Valladolid. La primera sorpresa se produjo cuando, al poco, la distribuidora reclamó al certamen que devolviera la copia de la película que ya les había enviado, con la excusa de que querían revisarla y preferían enviarle otra con mejor calidad. 

"Al día siguiente es cuando ya me dicen que no se va a proyectar, porque Kubrick no lo autorizaba", recuerda a nuestra revista Carmelo Romero, director de la 20º edición de la Seminci, quien, viendo que aquella prometida segunda copia no llegaba, avisó a la prensa del inesperado contratiempo.

La negativa de Kubrick

Efectivamente, el obsesivo Kubrick se oponía a la proyección de su filme en aquella ciudad castellanoleonesa. “Posiblemente a Kubrick le sonara que Valladolid seguía teniendo, a nivel internacional, un nombre muy vinculado con cine de carácter religioso. Y yo creo que también le llegó que el equipamiento de máquinas de proyección de cintas de 35 mm. del certamen de Valladolid no era algo que le garantizara una proyección al estilo de como él quería que se hiciese”, opina en el documental Jesús Ojeda, miembro del patronato Seminci.

Tocaba negociar, así que Warner tuvo a bien enviar a Londres a uno de sus ejecutivos, quien habló personalmente con Kubrick para tratar de convencerlo. Por el otro, la necesidad agudizó el ingenio de Romero, que le escribió una carta al cineasta para asegurarle que su película se proyectaría únicamente en la Universidad (algo que era falso). 

"Yo le expliqué las cosas, y ya Kubrick dijo: 'Adelante'. Pero nosotros hicimos caso omiso a lo de que tenía que ser en la Universidad porque, además, allí no había un cine donde la película se pudiera proyectar en condiciones", apunta. Su patraña permitió al Festival conseguir la copia de la distribuidora y programar dos sesiones en versión original con subtítulos en español: una en el desaparecido Cinema Coca (solo para abonados al certamen), y otra en el Teatro Carrión (para el público general).

La proyección final

El evento programado en el Carrión levantó una enorme ola de expectación, y muchos jóvenes llegaron a dormir la noche anterior en la calle, guardando cola para hacerse con una entrada. Sin embargo, el entonces director del certamen recibió a mitad de la proyección la llamada de un agente de policía que le informó de que había un aviso de bomba en el cine. 

Estreno de 'La naranja mecánica' sin censura en la Seminci de Valladolid
Estreno de 'La naranja mecánica' sin censura en la Seminci de Valladolid
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"Yo le dije que asumía la responsabilidad de no parar la película", recuerda Romero con nitidez. "Lo hice porque, en aquella época, había ocasiones en las que se utilizaba la llamada a la policía para decir: 'hay una bomba en tal o cual sitio' cuando había acontecimientos como festivales, proyecciones, etc. Era una época complicada y, entonces, las amenazas de bomba no eran algo excepcional como ocurre hoy".

Los afortunados que acudieron a la proyección no llegaron a enterarse de la falsa amenaza de bomba, pero sin duda quedaron cautivados por el brutalismo de las secuencias del filme, su iconografía pop, la hipnótica interpretación de su actor protagonista (Malcolm McDowell), y la fabulosa visión artística de Kubrick. El resto de los españoles tuvieron que esperar algunos meses para poder ver La naranja mecánica en salas de arte y ensayo, y varios años para que se reestrenara en salas comerciales y en versión doblada (bajo la dirección de Carlos Saura).

Pero aquella demora no impidió que La naranja mecánica se convirtiera en un fenómeno pop, y en la película de culto que más ha influido a directores de cintas violentas posteriores. Sobra decir que la obra cinematográfica más calumniada e incomprendida de Kubrick resulta más vigente que nunca. Como también conviene plantearse cuántos productores se atreverían hoy día a apoyar un filme tan escabroso, declamatorio y valiente.

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