'Las novias del sur': romper las cadenas con las madres (y con el cine de autor) en Cannes 2024

Después de ‘El agua’, Elena López Riera emociona con su mediometraje nacido a partir de la foto de la boda de su madre, que ha formado parte de la selección de la Semana de la Crítica de Cannes 2024.
Imagen de 'Las novias del sur'
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Cinemanía
Imagen de 'Las novias del sur'

Dos años después de estrenar en Cannes su primer largometraje, El agua, Elena López Riera ha regresado al Festival de forma absolutamente inesperada para ella: con un mediometraje, Las novias del sur, muy personal, rodado casi sin recursos (“Prácticamente yo, con una cámara, y las mujeres que entrevisto”) y en total libertad. Precisamente, porque no esperaba ni pretendía regresar al mejor festival de cine del mundo.

Pero que Las novias del sur se estrenara en la Semana de la Crítica es, según la directora, una esperanza de que el cine de autor no solo tiene que ir por los carriles que le están marcando y estrechando últimamente. “Se está convirtiendo en una cosa muy formateada, que te exigen un guion súper elaborado y estamos perdiendo algo que ya estaba antes”, explicaba López Riera durante el festival. 

“Estoy muy contenta porque esta ha sido una película de urgencia, de necesidad, del cine que yo soñaba con hacer, como las cineastas que me hicieron amar el cine, Chantal Akerman, Jean Eustache…”, recordaba.

Las novias del sur es una película urgente porque la ha hecho más o menos rápidamente, porque tenía que hacerla así. Y, sin embargo, es un tema con el que llevaba prácticamente toda su vida lidiando. “La primera vez que escribí algo fue hace 20 años, ¿eh? Sí, estoy superobsesionada con todos los rituales, pero con las bodas en particular, y con esa foto”, dice refiriéndose a esa foto, la de la boda de su madre, la de su primera vez, la del comienzo de su vida adulta sobre la que ahora pivota Las novias del sur. 

A partir de esa foto, buscó otras mujeres de generaciones por encima de ella misma que le contaran sus primeras experiencias sexuales, su matrimonio. A partir de esos (brillantes) testimonios reales, López Riera se cuestiona la herencia patriarcal sentimental, cómo hemos ido asumiendo la pareja, la familia. 

“Esta herencia que recibes de todas las mujeres de tu familia, siendo consciente de la violencia que implicaba también eso para mí misma”, desarrolla. Una reflexión a la que cree que sólo ha podido llegar ahora, “en edad de merecer”, “cuando has tomado tus decisiones en la vida que han sido otras que las de tus madres y abuelas, que no vas a seguir con esta cadena”.

“Conmigo se acaba este hilo de hijos y madres” dice la voz en off de Elena López Riera en Las novias del sur. Se la oye sobre imágenes de novias de otros tiempos, esos fantasmas que la persiguen y le siguen haciendo replantearse su decisión de romper con lo todo lo que venía impuesto. ¿Ayuda a liberarse y contestarse todas las preguntas? “Bueno, ayudarme no sé si ayuda, pero estoy contenta de haber hecho esta película y de haber encontrado estas mujeres”, responde.

Encontrando 'Las novias del sur'

Viniendo de documental, de cine real, que también decidió colar casi al final en su primer largo de ficción El agua, López Riera tiene un don para encontrar personajes e historias de la vida. En Las novias del sur explica que fue muy rápido, que a algunas de las mujeres ya las conocía y otras eran de otra película de una compañera, alguna de un podcast, como la mujer de 104 años que con una lucidez divertidísima revisa toda su vida marital y sexual. “Es un fenómeno de la naturaleza”, dice Elena.

Con su cercanía, la directora consiguió tan solo en esas entrevistas que vemos en pantalla historias muy personales, de aborto a intimidad en la cama. Es Elena sola con la cámara la que consigue eso. “Yo que no tengo ni puta idea de rodar”, dice, pero ahí están los quemazos, los errores, los fallos que ha decidido dejar en el filme para que esa imperfección sobrevuele todo, las vidas de estas mujeres y el mediometraje.

“Como para mí fue todo tan urgente y tan atractivo, pues he ido encontrando mujeres y empezamos a montar para ver si había película”, relata. Y vaya si la había, aunque le llevó cuatro meses encontrarla en montaje. Cuando tenía el corte final, hizo un pase “con gente querida” y las críticas que recibió (“No se entiende, qué quieres decir”) fueron tan brutales… “Me quedé superafectada, si yo sé que mis pelis son imperfectas, incómodas… pero es lo que me interesa, me interesa mezclar. Me cabreé mucho, me sentí muy mal, pero me dije: ‘Con El agua puede pasar porque hay mucha más gente implicada, pero con esta peli me da igual, yo no esperaba llegar a Cannes, yo quería hacerla y si hacía falta la poníamos con las colegas una tarde sin más”. 

Y quizá lo haga, la vuelva a ver con su madre a la que no le dijo nada del filme. Pero de momento ha estrenado en Cannes y eso significa un espaldarazo al cine que quiere hacer, se puede hacer.

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Irene Crespo

Periodista cinéfila y escribiendo (libremente) desde Nueva York sobre películas y sus alrededores culturales en CINEMANÍA y otras publicaciones

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