Sonó en la 94ª edición de los Oscar Nadie habla de Bruno, la canción más popular de Encanto (pero no la que estaba nominada), con la incorporación estelar de Megan Thee Stallion y las palmas entusiastas de Zendaya. Fue uno de los escasos momentos de auténtica diversión palpable que se pudo captar durante una gala preocupantemente mortecina. Y unos pocos minutos después, sucedió lo que cambió todo.
Chris Rock salió al escenario. Hizo un chiste sobre la alopecia de Jada Pinkett-Smith, un tema sensible. Will Smith se levantó de su sitio, subió al escenario y propinó un puñetazo al cómico. ¿Estaba preparado? Nada llevaba a pensar lo contrario. Bueno, sí: los gritos de enfado de Smith inmediatamente posteriores. "¡No hables de mi mujer con tu puta boca!", se puso a gritar. La gala se enrareció un 200%.
Salió más gente a entregar premios, como si no hubiera pasado nada. Nadie habla de Will, no, no... Hasta que llegó el galardón de mejor actor, el protagonista de El método Williams lo ganó, como estaba previsto, y, entre lágrimas, dio un extraño discurso que buscaba justificar su agresión mientras pedía disculpas a la Academia (no a Chris Rock).
De no ser por el shock de la reacción de Will Smith, que se lo comió todo, podríamos haber recordado esta gala por el triunfo de CODA, el sorpasso en toda regla de una feel good movie que apuesta por los buenos sentimientos y da visibilidad a las personas sordomudas, igual que la misma gala con los discursos con lengua de signos de la intérprete de su directora, Sian Heder, galardonada en la categoría de mejor guion adaptado; y, por supuesto, de Troy Kotsur, intachable ganador como mejor actor de reparto.
La agresión de Will Smith, ¿estaba preparada o ha sido espontánea?
Curiosamente, Kotsur brindó el que probablemente fue el momento más genuino de la gala, el discurso más sentido, emocionante y elocuente; mucho más que los de Jessica Chastain por mejor actriz (Los ojos de Tammy Faye) o Jane Campion por mejor dirección (el único premio de El poder del perro; en Netflix tienen que estar que trinan: Apple TV+ se les ha adelantado como plataforma con Oscar de mejor película).
Y lo hizo con algo tan propio de los Oscar como el discurso de agradecimiento de un profesional de quien se celebra su mérito artístico. Justo lo que este año se ha querido recortar al máximo... con catastrófico resultado. La idea era conseguir la gala más dinámica del último decenio. Al menos, lo suficiente como para remontar las abisales cifras de audiencia del año pasado.
Para ello, la Academia de Hollywood sacrificó ocho categorías de la retransmisión de la gala, organizando su entrega prácticamente a escondidas durante la alfombra roja, con la finalidad de aligerar la ceremonia de discursos de agradecimiento –se emitieron después ya editados, como el de Alberto Mielgo tras ganar el Oscar de mejor corto de animación por The Windshield Wiper– y así dar espacio a desnortados homenajes con aniversarios dignos de una revista de tendencias o una cuenta de Twitter ávida de retuits. La Academia se lanzó a celebrar aniversarios arbitrarios como los 30 años de Los blancos no la saben meter, los 15 de Juno…. ¡O los 28 de Pulp Ficion! Porque todo da igual, incluidas las cifras redondas.
¿Esta especie de pacto fáustico ha merecido la pena? Desde el principio se pudo comprobar que no. Es posible que la gala sí aumente de audiencia, o al menos de repercusión y relevancia en la conversación pública durante los próximos días. Pero todo girará en torno al puñetazo de Will Smith. Un golpe de realidad que, una vez más, el cine tendrá que encajar de la mejor manera posible. La peor ya hemos visto cuál es.
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