¿Qué ve, escucha y lee Carlos Areces? Tarantino, Mecano, Mortadelo y Filemón...

El actor protagoniza El club del paro, la nueva comedia de David Marqués, junto a Fernando Tejero, Adrià Collado y Eric Francés.
El universo de Carlos Areces: Tarantino, Mortadelo y Filemón...
El universo de Carlos Areces: Tarantino, Mortadelo y Filemón...
Cinemanía
El universo de Carlos Areces: Tarantino, Mortadelo y Filemón...

Cine

“Soy muy ecléctico en mis filias, si bien soy especialmente indulgente con el cine de género: el terror, el thriller, la acción, la ciencia-ficción... Por eso soy mejor jurado de Sitges que de Valladolid. En cuanto a directores, podría hablar de decenas que, no por ser obviedades, dejan de ser apasionantes (Spielberg, Zemeckis, los Coen, Fincher, Allen, Almodóvar, Verhoeven, De la Iglesia, Miyazaki, Buñuel, Polanski, Berlanga o Cameron) pero, en ese gran panteón, Tarantino sería Zeus. 

Y, por supuesto, el cine de los 80 y 90 es, salvo excepciones, el que más me ha hecho saltar en la butaca. Aunque es imposible precisar cuál fue la primera película que vi en una sala, uno de mis primeros recuerdos es con Popeye de Robert Altman (1980).

¿Mis tres película favoritas? ¿Estamos locos? ¿Cuál podría sacar de esta mínima lista que apenas es un pálido reflejo de mis pasiones y una pequeñísima muestra del tejido fibroso que me compone: Indiana Jones y el templo maldito, Death Proof, ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, John Rambo (sí, la cuarta entrega), Delitos y faltas, Showgirls, ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, Pinocho (de Disney), Qué bello es vivir, Terminator, Irreversible, ¿Qué he hecho yo para merecer esto!, Pulp Fiction, Cabaret, Seven; El bueno, el feo y el malo; Alicia en el país de las maravillas (también de Disney), La muerte y la doncella, Paradise Lost, Uno de los nuestros, Pesadilla en Elm Street 4, Un cadáver a los postres, Viridiana, Destino final 2, Muertos de risa, Un hombre lobo americano en Londres, Plácido, What Happened, Miss Simone?; El gran salto, El viaje de Chihiro, Paranormal Activity, Torrente 2: Misión en Marbella y La tienda de los horrores (la de Frank Oz)?”.

Series

“La mayoría de las series me resultan en algún punto un poco rellenas de paja. Para que yo invierta todo ese tiempo necesario tiene que venirme muy recomendada por gente de probada valía o ser directamente un evento histórico. Elegir la mejor es una empresa tan imposible como elegir la mejor película. 

La más obvia es Los Soprano, que fue la que dio el giro a la seriefilia oficial y me tuvo enganchado, a mí y a los amigos con los que me juntaba para verla, durante años, siguiendo las aventuras de Tony, Chris y el resto de los chicos de la panda. He disfrutado mucho de Making a Murderer, dicho esto con cierta culpabilidad por hablar de placer ante un caso tan flagrante de injusticia real, y también me gusta muchísimo su hermana pequeña, Forensic files, que se emitía en España junto con alguna otra serie true crime bajo el título genérico de Crímenes imperfectos. 

Fotograma de 'Making a Murderer'
Fotograma de 'Making a Murderer'
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Los mejores capítulos de Black Mirror (el del primer ministro y el cerdo, el de la boda o el del chico al que chantajean por masturbarse) la redimen con creces de los que no me gustan. Las dos temporadas de American Crime Story son a cada cual mejor, con un casting acertadísimo (la de O. J. Simpson está mucho mejor narrada que la serie documental, y la de Versace es simplemente adictiva).

Chernobyl fue una verdadera gozada, y me redescubrió la potencia visual de la estética rusa de la guerra fría. Kalifat es uno de los mejores thrillers que he visto en mucho tiempo, sobrecogedor y trepidante, inexplicablemente ninguneado. Se ha escrito un crimen siempre tendrá un lugar en mi corazón (imposible resistirse al maduro encanto de Jessica y a sus insostenibles deducciones) junto con Las chicas de oro, que ha envejecido espectacularmente bien (esas réplicas de Sophia Petrillo).

Al contrario que su hermana, American Horror Story no me interesó lo más mínimo. Westworld me aburrió muchísimo, con tanta verborrea autoconsciente, y a Peaky Blinders no he conseguido engancharme. También me ha pasado con alguna española muy promocionada.

Mi última maratón fue con Veneno: empecé a verla una noche con intención de acostarme pronto y me la vi del tirón sin poder despegar los ojos de la pantalla. Me sorprendió mucho, tanto técnica como artísticamente, muy por encima de lo que me había imaginado. Los Javis tienen claramente un dedo mágico para los actores y saben contar historias. El plano de La Veneno levantando la hoz en el parque del Oeste al grito de “¡Que vayan pasando!” es mitología moderna”.

Teatro

“Un Julio César protagonizado por Ralph Fiennes en el Teatro Español me reconcilió con el teatro. Nunca antes había visto teatro subtitulado, pero la experiencia fue sobrecogedora.

También quedé muy impresionado con Wit, protagonizada exclusivamente por Rosa María Sardá, y con Urtain, de Animalario: Roberto Álamo cortando la respiración desde el escenario, qué bárbaro. Aunque no soy buen público de teatro: fui amamantado por la cultura audiovisual y enseguida echo de menos un primer plano, un susurro, un montaje picado. En general, cuando más he disfrutado en un teatro, no se trataba de una obra convencional, sino más bien de un espectáculo a medio camino del monólogo, como los de Leo Bassi o Miguel Noguera”.

Arte

“En pintura, me encantan los simbolistas y expresionistas de principios del siglo XX: Ensor, Kokoschka, Klimt, Dix, Munch, Schiele, Pollock, Grosz, Bacon... Y, en general, todos los que tiran hacia la ilustración (como Toulouse-Lautrec), y deforman y retuercen los cuerpos hasta hacerlos deformes, grotescos, descoyuntados. Me gusta mucho Antonio Saura, herencia de mis años en Cuenca, y puedo decir con orgullo que tengo un par de litografías suyas que me emocionan, aunque mis amistades solo vean un garabato negro de un metro. También Warhol, en efecto. Y luego están los flamencos, que me alucinan: van Eyck, van der Weyden, Bruegel, El Bosco, Durero... Pero, si solo tuviera que quedarme con uno, ese sería sin duda Grünewald y sus Cristos podridos, que casi se pueden oler.

La crucifixión, de Matthias Grünewald
La crucifixión, de Matthias Grünewald
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En escultura, me quedo con Ron Mueck o cualquier otro hiperrealista loco de esos que hacen piezas de látex (mención especial para el Franco congelado de Eugenio Merino), lo que supongo que tiene mucho que ver con mi gusto por el maquillaje protésico y los animatrónicos de las películas de terror ochenteras.

Suelo ir de cabeza cada vez que hay una exhibición de algún autor de cómic clásico, ya sea europeo o americano. El puesto de la exposición de fotografía que más me ha impresionado en mi vida, con permiso del fotógrafo de sucesos mexicano Enrique Metinides y del maravilloso Chema Madoz, lo ostenta Joel-Peter Witkin, aunque no puedo dejar de recomendaros la impresionante colección de polaroids de famosos sin glamour de Gary Lee Boas. Para instalaciones y performances se me acabó la paciencia cuando estudiaba Bellas Artes en Cuenca. No me siento especialmente llamado por los espacios de exposición en sí, aunque supongo que el museo que más frecuento es el Reina Sofía. En su día iba mucho a la Fresh Gallery”.

Libros

“Desde el evidente Cien años de soledad hasta La hora violeta, pasando por ¡Hola y adiós! (crónica de la decadencia de Groucho, mucho más interesante que sus memorias), por mencionar solo tres que me fascinaron. Y, por favor, no dejéis de leer Mis modelos de conducta, de John Waters. Leo poca ficción, me gustan más los ensayos, las crónicas, las autobiografías o textos (asequibles) de ciencia. Me encanta la autoficción, por eso leo tanto a Carrère o a Sergio del Molino (el mejor escritor español contemporáneo junto con Miguel Noguera, ese orfebre de la palabra)”.

El libro del director John Waters, Mis modelos de conducta
El libro del director John Waters, Mis modelos de conducta
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Música

“He ido a muy pocos conciertos por mi fobia a las masas de gente, pero uno destaca especialmente: Goran Bregovic en el Palacio de Congresos de Madrid. Entre mis cantantes de cabecera, hoy y a esta hora decido que son la Creedence (como representantes del rock sureño de los setenta), Bowie (como representante del pop más glam) y Dean Martin (en representación del mundo crooner). ¿Mi álbum favorito? Quitémonos las máscaras: el primero de Mecano, el homónimo. Cuando no quiero polemizar, digo el Off the wall de Michael Jackson, con producción de Quincey Jones. Imprescindible”.

Cómic

“A Ibáñez le debo todo lo que soy: me he pasado la infancia (y más) leyendo Mortadelos. Y luego, pues todos los demás de humor de Bruguera, a los que añado Coll y Carlos Giménez. Actuales: Paco Alcázar, Albert Monteys y Paco Roca. Y de fuera, Mafalda, por supuesto. También casi todos los superhéroes de los 60 a principios de los 90. Tintín, Astérix, Franquin, en general, y Los Pitufos. Y los clásicos: Krazy Cat, Will Eisner, Little Nemo, Jesús Blasco… Por supuesto, Maruo e Hideshi Hino. Del puñetazo que me supuso leerme Akira aún no me he recuperado. Sin embargo, no leo mucho actual”

Los cómics de Ibáñez son una debilidad para Areces
Los cómics de Ibáñez son una debilidad para Areces
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Viajes

“Guardo muy buen recuerdo de uno Los Ángeles-Las Vegas, en el 2009: me casé con Carolina Bang, me hice fotos con Mickey Rourke y John C. Reilly, y presencié cómo Álex de la Iglesia irrumpía en un restaurante vestido de gorila encadenado. Francamente, no sé qué más se le puede pedir a un viaje. En cuestión de deseo, me quedo con un sitio remoto, precioso pero no turístico, lejos de toda alma humana, con unas vistas magníficas y donde no perciba la huella del hombre, a excepción de un FNAC con algún figurante, para echar la tarde”.

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