Rock Hudson, el trágico icono homosexual al que Hollywood encerró en un armario

El documental 'Rock Hudson: Sólo el cielo lo supo', disponible en España gracias a Movistar Plus+, da cuenta de la vida privada de protagonista de 'Gigantes'. 
Rock Hudson
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Cinemanía
Rock Hudson

Roy Scherer regresó de las Filipinas con un grasiento uniforme de la Marina. En las islas, había formado parte del equipo de mecánicos durante la guerra del Pacífico. Su pueblo, Winnetka, hoy una de las zonas de mayor renta de los Estados Unidos, lo recibió con frialdad. Roy siempre había sido un chico introvertido para quien el silencio constituía su forma más frecuente de conversación. No tardó en poner rumbo a San Francisco, donde cambiaría su nombre por el sonoro Rock Hudson.

Como contó al final de su vida, Hudson nunca soñó con ser actor. Simplemente, fue algo que ocurrió. En San Francisco, tras encadenar empleos precarios, intentó matricularse en un grado de Arte Dramático, pero fue rechazado por sus bajas notas. Roy siguió probando suerte y le envió una fotografía a un representante llamado Henry Wilson. 

Rock Hudson
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Getty Images

Este lo aceptó de inmediato, sin siquiera pedirle una prueba de que sabía actuar. Aquel muchacho alto (más alto, incluso, que John Wayne) y fornido había combatido en el Pacífico. Era justo lo que Hollywood estaba buscando.

Un pastel de carne artificial

Henry Wilson fue uno de los artífices de la fiebre de los beefcakes (pasteles de carne) en Hollywood. Debido a la influencia de la Segunda Guerra Mundial, la industria del cine quería dejar atrás al galán afeminado al que personificaba Rodolfo Valentino. El actor del futuro debía ser un tipo gigantesco y robusto, del que las mujeres se enamorasen y al que los hombres temieran llevar la contraria. Y Roy Scherer era el pastel de carne por excelencia. 

Rock Hudson y Kirk Douglas en 'El último atardecer'
Rock Hudson y Kirk Douglas en 'El último atardecer'
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Su representante le cambió el nombre: Rock, por el Peñón de Gibraltar (La Roca), y Hudson, por el río que atraviesa Nueva York. Rock Hudson encarnaba la idea que América tenía de sí misma. Sin embargo, la realidad no tardó en dar la cara. Durante su escueta formación como actor, comenzó ya a rumorearse que Rock Hudson era homosexual. 

De hecho, al llegar a San Francisco, se había alojado en casa del hermano de un compañero de la Marina, y había tenido una aventura con él. Wilson dispuso la documentación pertinente: Rock Hudson se comprometía a ser prudente. No sería el único papel similar que firmaría. Lee Garlington, considerado el gran amor de Hudson, tenía prohibido fotografiarse con el actor y sólo en dos ocasiones lograron eludir esta imposición. 

El galán de Douglas Sirk

Rock Hudson fue una estrella a la antigua usanza. En cuanto apareció por primera vez ante una cámara, concentró todas las miradas. Cada mañana, su agente debía lidiar con una montañosa correspondencia perfumada, en la que tanto niñas como sus abuelas habían estampado los labios. 

Rock Hudson en 'Escrito en el viento'
Rock Hudson en 'Escrito en el viento'
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Para cuando Rock Hudson conoció a Douglas Sirk, el actor llevaba a sus espaldas el bagaje de decenas de películas. Había sido un indio en Winchester 73’, un árabe en El halcón del desierto y un vaquero en incontables ocasiones. Con Douglas Sirk, su época de aventuras terminó de golpe. 

El director, de ascendencia alemana, no se mostró entusiasmado con la contratación de Hudson. Como reconoció en una entrevista, Rock no fue (o, al menos, no lo era en aquel momento) un buen actor. Su primer papel con Sirk tuvo lugar en ¿Alguien ha visto a mi chica?, con Piper Laurie. En esta película, hace una breve aparición James Dean, el favorito de Sirk. 

James Dean, Elizabeth Taylor y Rock Hudson durante el rodaje de 'Gigantes'
James Dean, Elizabeth Taylor y Rock Hudson durante el rodaje de 'Gigantes'
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Sin embargo, aún quedaban tres años para que Dean protagonizase Rebelde sin causa y aquel era su debut en pantalla grande. A Hudson, por el contrario, lo acosaban las seguidoras. “Teníamos una estrella entre manos y debíamos aprovecharla”, dijo Sirk. 

Douglas Sirk y Rock Hudson filmaron nueve películas juntos y, a cada título que pasaba, podía atestiguarse el crecimiento interpretativo del actor. Obsesión, Sólo el cielo lo sabe o Escrito en el viento lo transformaron en uno de los hombres más populares del mundo. En el fondo, Rock Hudson era el actor perfecto para el cine de Douglas Sirk: una cegadora belleza que enmascaraba el feo rostro de la realidad

El soltero inquietante

Al rayar los treinta, los tabloides comenzaron a alarmarse. Rock Hudson, el hombre más deseado de América, no tenía pareja. Su agente había hecho correr el rumor de diversos flirteos con compañeras de profesión, pero ninguno parecía cuajar. Algunos periódicos pusieron en duda que Rock Hudson llegara a sentar la cabeza. Otros, en cambio, fueron más allá: ¿Hasta cuándo podrá Hollywood ocultar el secreto de Rock Hudson?, publicó uno de ellos. El secreto, para entonces, no lo era en la industria.

Rock Hudson y su esposa
Rock Hudson y su esposa
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Entre tanto, los problemas se acumulaban sobre la mesa del agente de Rock Hudson. Henry Wilson fue informado por parte del tabloide Confidential de que sabían que Rock Hudson era homosexual y estaban dispuesto a publicarlo. 

Para que su principal activo no cayese en desgracia, Wilson hizo un cruel trato: le entregó al Confidential la cabeza de dos actores homosexuales a los que representaba a cambio de que callasen sobre Hudson. Inmediatamente, Wilson casó a Rock con su secretaria.

Con Rock Hudson en la comedia romántica dirigida por Robert Mulligan.
Con Rock Hudson en la comedia romántica dirigida por Robert Mulligan.
Silver Screen Collection/Getty Images

El matrimonio duró tres años, hasta que la esposa de Hudson le pidió el divorcio porque “pasaba demasiado tiempo fuera de casa”. Tras la muerte del actor, su exmujer escribió una descabellada autobiografía en la que decía “no haber sospechado nunca de la orientación sexual de Hudson”.

En el fondo del armario

La figura de Rock Hudson no es la de un activista por los derechos de los homosexuales. Nunca confirmó su orientación sexual aunque, poco antes de morir, dio su consentimiento para que se publicase una biografía que revelaba su homosexualidad. Su ideología política hacía de él, además, un hombre contradictorio. 

En una época en la que un secretario de Estado demócrata como Dean Rusk dijo, ante la prensa, que si sabían que un empleado público era homosexual, lo despedirían, Rock Hudson fue un republicano militante. Íntimo amigo de Nancy Reagan y entusiasta de su marido, Rock Hudson llegó a hacer campaña por el radical Barry Goldwater. Quizá tuvo alguna relación el que Goldwater, pese a su reaccionario programa, abogase por la integración de los homosexuales en los sesenta. 

Rock Hudson con Nancy y Ronald Reagan
Rock Hudson con Nancy y Ronald Reagan
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Rock Hudson siguió, prudentemente, con su vida. Tuvo varias parejas y romances y se comportó como si la prensa no acechase su intimidad. Cada mañana, se publicaban titulares sobre cómo detectar a “pervertidos” en tu círculo personal, o se amenazaba con desvelar la deshonrosa homosexualidad de grandes personalidades. Sin embargo, ya fuera por la protección de su agente o por pura fortuna, Rock Hudson nunca fue destapado.

Un icono trágico

En los ochenta, su carrera discurría mayormente a través del cauce de la televisión. Además, Hudson atravesó una época en la que su tabaquismo (preocupante desde la juventud) se agravó. Hudson había empezado a beber más de la cuenta y cada vaso iba acompañado de un cigarro o dos. En 1981, sufrió un infarto y tuvieron que hacerle un bypass. Para entonces, su aspecto apenas sí podía ser asociado con el de la estrella de cine que había dejado ya de ser. 

Rock Hudson y Linda Evans en 'Dinastía'
Rock Hudson y Linda Evans en 'Dinastía'
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En Confidencias a medianoche, donde el productor introdujo, como broma privada, una escena en la que Hudson comparte cama con un hombre, el protagonista dice lo siguiente: "¿Hasta cuándo seré capaz de seguir fingiendo?" En 1984, este límite pareció muy próximo. Hudson fue diagnosticado de VIH. Cuando uno de sus mejores amigos le preguntó si podía hacer algo por él, Hudson le respondió que sí: “Guardar silencio”. 

En los ochenta, el sida era una vejatoria condena a muerte. El enfermo se enfrentaba a sus últimos días en un clima de acoso y ostracismo e, incluso, cierta sensación, por parte de la sociedad, de que el suyo era un destino merecido. Cuando Rock Hudson se unió a la serie Dinastía, era más que consciente de que moriría pronto. En una de las secuencias, Hudson tenía que besar a Linda Evans. 

En el documental Rock Hudson: Sólo el cielo lo supo, Linda Evans comienza a llorar al recordar ese momento. La actriz, que había trabajado con Hudson en McMillan y su esposa, se sorprendió al ver al galán enflaquecido y casi irreconocible. Él lo justificó aludiendo a cierto trastorno intestinal y al cansancio de los rodajes. “Rock Hudson me besó sin despegar los labios. Ahora sé que me estaba protegiendo”, cuenta Evans. Aunque la transmisión del sida no se produce mediante la saliva, en aquel entonces todo lo relativo a la enfermedad era una incógnita. 

Rock Hudson con su íntima amiga Elizabeth Taylor
Rock Hudson con su íntima amiga Elizabeth Taylor
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El mejor amigo de Hudson escribió en su diario que Hudson llegó abatido a casa tras rodar la secuencia. “Es lo peor que he hecho”, le dijo. El actor se sentía culpable por no haber informado al equipo de su enfermedad. Podía, incluso, habérsela inoculado a Linda Evans.

Rock Hudson murió en 1985 tras una enfermedad fulminante. Mientras pasaba un tiempo en París, se desmayó y el hospital más cercano se negó a atenderlo por no ser francés. El mánager de Rock Hudson le pidió a Nancy Reagan que mediase porque Rock podía morir si no recibía atención, y la Casa Blanca le envió un telegrama en el que se señalaba lo molesta que estaba la señora Reagan (amiga, como se ha dicho, de Hudson) por haber sido involucrada en algo que nada tenía que ver con ella. 

La revelación pública de que Hudson tenía sida cambió la percepción social de la enfermedad, así como la que se tenía de sus principales víctimas, los homosexuales. “Si Rock Hudson lo tuvo, cualquier persona puede tenerlo”, escribió el dramaturgo William M. Hoffman. El día de su funeral, las donaciones privadas a fundaciones que luchaban contra el sida se triplicaron. Rock Hudson, que fue construido para representar al hombre perfecto, se convirtió, con su muerte, en el espejo en el que América, y el mundo, pudieron por fin mirarse a sí misma. 

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