Sal Mineo, una de las estrellas de cine más atractivas de la década de los años cincuenta, tenía 37 años cuando fue apuñalado hasta la muerte mientras regresaba a casa tras ensayar una nueva obra de teatro. Aquel 12 de febrero de 1976, el actor acababa de aparcar su Chevette en el garaje del edificio de apartamentos de West Hollywood donde residía cuando un desconocido surgió de las sombras y le propinó una cuchillada en el pecho.
El asaltante huyó rápidamente del lugar, mientras que Mineo, que lógicamente cayó abatido, empezó a pedir auxilio al tiempo que se desangraba. Su autopsia confirmó que había muerto “de una hemorragia masiva debida a heridas de arma blanca en el pecho que penetraron en el corazón”.
Nacido en 1939, Mineo era hijo de un fabricante de ataúdes nacido en Sicilia que crió a la familia en un problemático barrio del Bronx de Nueva York. Cuando tenía nueve años, principalmente para mantenerlo alejado de la calle, su madre Josephine lo apuntó a clases de baile. Dos años más tarde actuaba ya en Broadway en la obra de Tennessee Williams La rosa tatuada, y poco después encarnó al príncipe Chulalongkorn en el exitoso musical El rey y yo, protagonizado por el actor ruso Yul Brynner, que según cuentan se convirtió en su inspiración y mentor.
Aunque apareció en más de veinte películas y un buen puñado de programas de televisión, hubo un filme, Rebelde sin causa (1955), que convirtió al neoyorquino en todo un ídolo adolescente. En este drama interpretaba a Platón, un delincuente juvenil, solitario y sensible, que idolatra al personaje encarnado por James Dean. “El verdadero rebelde parece ser el personaje de Sal Mineo. Tiene algo por lo que ser rebelde, porque es gay en una sociedad homofóbica. Y, por supuesto, hay que matarlo, eso es lo que les pasa a los verdaderos rebeldes en nuestra sociedad”, apuntó Richard Dyer en el documental El celuloide oculto, centrado en la homosexualidad en el cine.
La prensa especuló en su momento que el trío protagonista (la tercera en discordia era Natalie Wood) vivía una historia de amor a tres bandas, pero lo cierto es que Wood mantenía un romance clandestino con el director del filme, Nicholas Ray.
Dean, por su parte, tuvo líos amorosos con algunas de las actrices más solicitadas de la época, aunque siempre le persiguieron rumores de homosexualidad. De hecho, en el libro James Dean: Tomorrow Never Come se afirma que el malogrado actor fue esclavo sexual de Marlon Brando y que también se acostó con Walt Disney.
Volviendo a Mineo, el aura de sensualidad juvenil que aportó a su personaje en Rebelde sin causa le valió la primera de sus dos nominaciones a los Premios Oscar. La segunda le llegó gracias a su interpretación en el drama épico Éxodo (1960), de Otto Preminger, donde encarnó a Dov Landau, un superviviente de un campo de concentración nazi convertido en terrorista sionista.
Por lo visto, Mineo se sintió desolado cuando perdió la estatuilla al mejor actor de reparto a favor de Peter Ustinov por Espartaco (1960), y llegó a pensar que la polémica en torno a la favorable representación de su personaje pudo haber influido en el resultado.
En el apogeo de su fama, en los años cincuenta, Mineo le compró a su familia una casa de 200.000 dólares en Mamaroneck, en el estado de Nueva York, desde la que su madre dirigía la contestación de unas 4.000 cartas semanales de admiradores del actor.
Alrededor de la misma época, el intérprete fue persuadido para convertirse en cantante por varios ejecutivos discográficos ansiosos por sacar partido a su base de fans adolescentes. No le fue mal la experiencia —vendió más de un millón de copias de su primer sencillo—, pero la música le hizo perder el foco de su carrera actoral y le acabó encasillando en el rol de ídolo adolescente.
Por lo que respecta a su vida personal, se sabe que tuvo un sonado romance con su compañera de reparto en Éxodo Jill Haworth, que entonces tenía catorce años, y que por ella se mudó incluso a la Costa Oeste. Después le atribuyeron aventurillas con hombres como el cantante Bobby Sherman. Con el tiempo encontró la felicidad personal junto a Courtney Burr III, un apuesto actor junto al que pasaría sus últimos seis años de vida.
Libertad sexual sin complejos
"Ciertamente, nunca vi ningún miedo por parte de Sal una vez que se dio cuenta de que le gustaban los hombres”, confesó Burr en una entrevista con CNN. "En todo caso, él jugaba con las sospechas de la gente y decía: 'Bueno, ya sabes, me acuesto con quien quiero'. Lo comentaba a grandes rasgos. Pero nunca se escondía".
Desde finales de los sesenta, Mineo se enfrentó a las repercusiones de admitir públicamente su homosexualidad, y tuvo que luchar por reinventarse a sí mismo. Aunque eso no acabó con el impulso creativo del neoyorquino, que en un momento dado comenzó a producir y dirigir polémicas obras de teatro off-Broadway que exploraban tabúes sociales y sexuales. Uno de esos proyectos fue Fortune And Men's Eye, de John Herbert, representada en el teatro Coronet de Los Ángeles y coprotagonizada por Don Johnson, del que también comentan que tuvo un idilio con Mineo —el de Misuri ha asegurado que tan solo fueron colegas y compañeros de piso—.
El biógrafo Michael Gregg Michaud ha contado que a Mineo se le escaparon varios papeles que podían haberlo mantenido en la cima. Por lo visto hizo la audición para el personaje de Ratso Rizzo en Cowboy de medianoche (1969), que fue a parar a manos de Dustin Hoffman, y también quiso interpretar a Perry Smith, uno de los asesinos de A sangre fría (1967). Pero su mayor decepción llegó al perder (ante Al Pacino) el papel de Michael Corleone en El Padrino (1972) —como hijo de un inmigrante siciliano, se consideraba el candidato perfecto para hacerlo—.
Según los cronistas, Mineo se estaba preparando para protagonizar una obra de teatro en Los Ángeles cuando la tragedia le sobrevino. Los investigadores descartaron en un principio el robo como móvil del asesinato, pero sí llegaron a pensar, tras encontrarse porno gay en su domicilio, que podía tratarse de un crimen de odio. Fueron necesarios dos años para que la policía detuviera a Lionel Ray Williams, un repartidor de pizzas de 19 años con un largo historial criminal, que por lo visto se jactaba ante todos de haber matado al actor.
Él se retractó luego de sus palabras, pero su esposa le dijo a la policía que la noche del crimen el susodicho regresó a casa “empapado en sangre”. Williams fue finalmente declarado culpable de asesinato en segundo grado, así como de diez robos en el barrio, y condenado a 51 años de prisión —obtuvo la libertad condicional en 1990, tras doce años preso—. A pesar de todas las teorías conspirativas, se da por hecho que el caso de Mineo fue un robo al azar que por desgracia salió terriblemente mal.
“[Lionel] ni siquiera sabía quién era Mineo”, comentó al respecto Michaud. “Había estado involucrado en una ola de crímenes entre una semana y diez días antes, pero esta fue la primera ocasión en que alguien resultó herido de muerte. Sal gritó pidiendo ayuda cuando vio que este tipo se acercaba a él. Lionel tenía un cuchillo y lo apuñaló, probablemente sin querer matarlo, sino simplemente para callarlo. Pero la puñalada fue mortal. No hay duda de que lo mató, aunque todavía hoy hay gente que lo cuestiona”.
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