San Sebastián 2023 | 'MMXX' convierte en película el tedio y la angustia anodina del día a día durante la pandemia covid

El rumano Cristi Puiu se confina dentro de sus propios códigos formales con un mosaico de la experiencia pandémica compuesto por cuatro teselas de angustia cotidiana que ante todo destacan transmitiendo hastío.
'MMXX', de Cristi Puiu
'MMXX', de Cristi Puiu
Cinemanía
'MMXX', de Cristi Puiu

Cristi Puiu ha llevado su nuevo largo, MMXX, a la competición por la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. De entrada, como su propio título establece (año 2020), puede ser una película ideal para vincular coyunturalmente a temas de actualidad ya que ofrece un mosaico de la experiencia pandémica desde los códigos del nuevo cine rumano.

Nadie mejor que Puiu para manejarlos, ya que con La muerte del señor Lazarescu (2005) fue, junto a sus compatriotas Cristian Mungiu (4 meses, 3 semanas, 2 días), Corneliu Porumboiu (12:08 al este de Bucarest), Radu Muntean (Martes, después de Navidad) o Radu Jude (Aferim!) capitaneó la renovación y explosión internacional del cine de su país.

'MMXX': crítica de la película

Valoración:

En MMXX, su séptimo largometraje, Cristi Puiu se mantiene insobornablemente fiel a las constantes formales que desde los primeros compases de su filmografía contribuyó a establecer como manual del nuevo cine rumano: largos planos sin cortes que extienden las escenas como un mantel sobre las interpretaciones naturalistas de los actores, cambiando cualquier atisbo de psicologismo en los personajes por una observación impertérrita (y con cámara flotante acompañando) de nuestras miserias humanas tanto en lo individual como lo colectivo.

MMXX se pega a la experiencia pandémica de la sociedad rumana, al menos representada por sus integrantes más pequeñoburgueses, de quienes se toma una foto fija en la era del coronavirus. No se incide ni explicita ese momento temporal más allá de lo evidente del título, puesto que Puiu deja que mascarillas, tests de covid y restricciones sanitarias sean prácticamente meros elementos paisajísticos en sus, por lo demás, habituales construcciones dramáticas.

La película adquiere forma de antología con cuatro historias independientes de unos 40 minutos cada una y autoconclusivas a su manera, aunque algunos personajes repitan saltando de una a otra. La primera tiene lugar en la consulta doméstica de una psicóloga y está recogida en un solo plano, estático la mayor parte del tiempo mientras recoge el diálogo entre la doctora y su paciente. 

La doctora, interpretada por Bianca Cuculici con el despliegue de magnetismo gestual y sinfonía verbal que son los pilares de la dirección de actores de Puiu, vuelve a aparecer en la segunda historia, mucho más troceada por cortes de montaje y un estridente diálogo a tres bandas que lidia con el ingreso hospitalario de una amiga embarazada. El estatismo del plano fijo regresa en la tercera secuencia, dedicada a la conversación entre dos trabajadores sanitarios durante un descanso, y culmina en la cuarta con el interrogatorio policial de una mujer implicada en una red de tráfico infantil.

Resulta frustrante constatar cómo a medida que avanza el largo metraje de MMXX, y se suceden las distintas historias,  Puiu no hace otra cosa que repetirse a sí mismo sin mucho nuevo ni interesante que decir. La prolongación de las escenas, el escanciado del tedio en el vaso de las relaciones humanas o el impacto crudo de la vileza en expresión más amoral son cuestiones que ya ha tratado con mayor acierto e interés en películas superiores como La muerte del señor Lazarescu (2005), Aurora (2010) o Sieranevada (2016), por mencionar las mejores de su interesante filmografía.

Poco aporta MMXX a la obra de Puiu, donde parece ocupar un puesto endeble y anecdóticamente coyuntural en la línea de propuestas dramáticas autocombustibles ya felizmente olvidadas como las series En casa o Relatos con-fin-a-dos. Y poco aporta al cine pandémico o sobre los desgarros del covid-19 en el tejido de la cotidianeidad. En ese sentido, su compatriota Radu Jude sí se puede decir que hizo una película coronavírica con cosas interesantes que decir: Un polvo desafortunado o porno loco (2021), con la que ganó el Oso de Oro de Berlín.

Su atrevimiento y zarpazos violentos de ingenio quedan muy lejos de MMXX, sin bien ambas películas alcanzan la misma inevitable conclusión: no salimos de la pandemia siendo mejores, aunque tampoco excesivamente peores, pero quizás sí siendo más conscientes del insalvable margen de mejora que parece lejos de reducirse.

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Coordinador web 'Cinemanía'

Crítico de cine que ve demasiadas series, licenciado en Periodismo y posgraduado en Semiótica en la Universidad Complutense de Madrid; cayó en una marmita de Nouvelle Vague cuando era pequeño y lleva mucho tiempo acostándose tarde en festivales de cine.

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