[Cannes 2021] Sean Penn dirige a su hija Dylan en ‘Flag Day’

El actor se reconcilia con el festival que abucheó su anterior filme.
Sean Penn y Dylan Penn.
Sean Penn y Dylan Penn.
Cinemania
Sean Penn y Dylan Penn.

Entre la prensa se le culpa un poco a Sean Penn: tras las críticas que recibió en el estreno mundial de Diré tu nombre (The Last Face) en el Festival de 2016 (más las de The Neon Demon, de Winding Refn), se tomó la decisión de que los periodistas nunca vieran la película antes del estreno de gala y alfombra roja o que, al menos, no pudieran decir nada antes de que este acabara. Un cambio de horarios que aún nos tiene descolocados. Fuera su culpa o no, algo tocado se quedó después de aquella película, pero Penn ha regresado a Cannes, a Competición, y se ha reconciliado un poco. Un poco.

Flag Day es el sexto filme como director del actor de Mystic River. Una adaptación de las memorias de Jennifer Vogel, periodista, hija de un atracador de bancos y estafador que cuenta su viaje a la madurez impactada por la complicada relación con sus padres, especialmente con su padre. Conciliación familiar llevada al extremo. Un padre que quiere estar presente, les adora, pero la única forma de supervivencia económica que conoce le hace tener que huir cada poco tiempo. Un alma errante y solitaria que acaba heredando la hija, aunque tarde mucho en darse cuenta y abrazarlo.

Penn interpreta al padre, en la primera vez que se coloca delante y detrás de la cámara, una decisión que tomó de la mano de quien sería su protagonista: su hija, Dylan Penn. Acompañado también por su hijo Hopper, de secundario, como el hermano pequeño. La película, claramente, está diseñada para ver brillar a sus hijos, para regalarle un primer papel principal a su hija, que además incluye paso del tiempo: de la adolescente gótica y rebelde a la periodista entusiasta y responsable.

Dylan Penn es Jennifer.
Dylan Penn es Jennifer.
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Y Dylan Penn brilla. A pesar de las pelucas que le encajan. La pena es que la película no la acompañe para un debut triunfante. El correcto, no entusiasta, aplauso en el estreno en Cannes lo demostraron. Aun así, Penn director parece reconciliado con el Festival.

Con textura años 70 (rodado en 16mm), década en la que arranca la historia, Sean Penn cuenta la historia desde la memoria de la hija. En la primera hora especialmente, el montaje salta, entre escenas dialogadas, recuerdos visuales, nostalgia familiar.

Aunque para familiar el equipo que le acompaña, en pantalla y en estudio. Josh Brolin interpreta al servicial cuñado, más bien un cameo sin importancia. Y, al otro lado, destacan sobre todo sus amigos músicos: Penn vuelve a recurrir a Eddie Vedder, después de Hacia rutas salvajes, para que la ayude con la banda sonora, con canción original. También son originales los temas de Cat Power y Glen Hansard. Ahí poco se le puede reprochar.

Irene Crespo

Periodista cinéfila y escribiendo (libremente) desde Nueva York sobre películas y sus alrededores culturales en CINEMANÍA y otras publicaciones

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