“Siempre se aprende algo cuando se va al cine”: ‘Looney Tunes: De nuevo en acción’, el anti-Space Jam

Aprovechando el estreno de la secuela de Warner, reivindicamos la anterior aventura de los Looney Tunes en cines.
Fotograma de 'Looney Tunes: De nuevo en acción'
Fotograma de 'Looney Tunes: De nuevo en acción'
Warner Bros.
Fotograma de 'Looney Tunes: De nuevo en acción'

Cuando los espectadores acudieron a los cines en 1990, en espera de disfrutar de la secuela de un film ya convertido en clásico, se toparon con un recibimiento sorprendente. En la pantalla se divisaba el familiar logo de Warner, sí, pero sobre él se encontraba Bugs Bunny. Y a su lado, exigiendo que le hiciera sitio, el pato Lucas. Hasta entonces, las producciones del estudio nunca habían dejado que sus célebres mascotas dieran el salto al cine conservando su personalidad y sus malas pulgas, pero ahí estaban, discutiendo, como en decenas de cortometrajes anteriores. El conflicto era saldado con el escudo de Warner precipitándose contra la cámara, y rompiéndola junto a los restos de la cuarta pared.

Así empezaba Gremlins: La nueva generación, que Joe Dante dirigía tras triunfar con la primera entrega en 1984. Desde entonces Warner le había presionado para que se hiciera cargo de una secuela, pero este cineasta había preferido probar cosas nuevas rodando El chip prodigioso o No matarás… al vecino. Finalizando los 80, sin embargo, el estudio afinó su oferta: si aceptaba encargarse de Gremlins 2, Dante tendría libertad creativa absoluta. Nadie pondría impedimentos en que volcara todas las ocurrencias que le vinieran en gana. Nadie le diría “estás yendo demasiado lejos, Joe”. Por eso el responsable de Piraña pudo incluir este inesperado homenaje a los Looney Tunes. Por eso, a lo largo del metraje, pudo realizar todos los guiños metacinematográficos del mundo.

Y por eso, durante el rodaje de Looney Tunes: De nuevo en acción, casi trece años después, añoró tanto Gremlins: La nueva generación.

"El año y medio más largo de mi vida"

A principios de los 2000, en Warner aún no se podían creer el éxito de Space Jam. La película que había combinado de forma tan peregrina como irresistible las travesuras de los Looney Tunes con las gestas deportivas de Michael Jordan había triunfado en taquilla, y consolidado dos dinámicas: en primer lugar, la predisposición de Bugs Bunny y compañía a alternar con personajes e imaginarios ajenos por principio a su mundo. Un año antes de Space Jam (y veintiséis de que la actual Space Jam: Nuevas leyendas insistiera en ello), el cortometraje Carrotblanca había ensayado una parodia de Casablanca, con los Looney Tunes infiltrándose en la película emblema de Warner Bros.

En segundo lugar, el film de Joe Pytka (masacrado por la crítica) ayudó a sanear las cuentas de Warner Bros. Animation., que entonces se había topado con los fracasos de las producciones menos inspiradas de Don Bluth (Pulgarcita y El jardín mágico de Stanley). Tras Space Jam vendrían La espada mágica, El gigante de hierro o, retomando la mezcla de animación y live action, Osmosis Jones. Entretanto, el estudio maduraba la idea de una secuela de Space Jam, abortada en cuanto Jordan se negó a protagonizarla. Los Looney Tunes debían volver al largometraje, sin embargo, así que se se barajaron posibles spin-offs como Spy Jam (incursión en el cine de espías con Jackie Chan de padrino) o Race Jam (haciendo lo propio en las carreras de coches junto al piloto Jeff Gordon). La cúpula de Warner no acababa de ver ninguno de ellos.

Joe Dante
Joe Dante

Paralelamente se planeaba un biopic centrado en los primeros años de Chuck Jones (animador estrella de Warner y creador del Coyote y el Correcaminos o Marvin el Marciano), y así fue como Joe Dante llegó a la oficina. No había admirador de Jones más entusiasta que el director de Gremlins, habiendo querido durante su juventud dedicarse a la animación, y según entró en contacto con sus antiguos socios acabó viéndose involucrado en una especie de fusión entre proyectos: ni biopic ni Space Jam 2, sino otro maridaje de acción real y animación que, partiendo de una historia original, rindiera homenaje a Jones. Esto último, sin embargo, tuvo que ser peleado por Dante según el proyecto avanzó, y se topó con la desconfianza de los ejecutivos.

Dante no recuerda con cariño los meses previos a noviembre de 2003, cuando Looney Tunes: De nuevo en acción llegó a las salas. Asociándose con Eric Goldberg como encargado de la animación (luego de que este contribuyera a la creación del Genio de Aladdin), Dante colaboró con el guionista Larry Doyle (Los Simpson) teniendo en mente un objetivo bien claro: rendirse al legado de Chuck Jones y celebrar sus creaciones, alejándose lo máximo posible de lo ocurrido en Space Jam. Porque sí, el director de Exploradores odiaba Space Jam; como fan de los Looney Tunes, pensaba que Warner había diluido la esencia de los personajes en un producto sin alma y consagrado a vender zapatillas. Su intención era que De nuevo en acción se distanciara diametralmente de ello. Quería, en sus propias palabras, firmar “el anti-Space Jam”.

Y a priori en Warner estaban de acuerdo con él, pero la producción avanzó y el enfoque de Dante y Doyle fue topándose con un número creciente de suspicacias. Los chistes eran demasiado excéntricos, la trama demasiado estúpida, y había demasiados guiños al público adulto (por más que esto hubiera sido siempre una característica fundamental de las caricaturas). A mitad del rodaje, Warner encargó a varios guionistas que escribieran nuevos chistes sin acreditar, y la película final resultó muy distinta a lo que Dante había querido. “Fue el año y medio más largo de mi vida”, recordó tiempo después sobre la penosa experiencia del rodaje. 

Al menos, podía sentirse orgulloso de que su film fuera notoriamente mejor que Space Jam.

Jenna Elfman interpreta a Kate
Jenna Elfman interpreta a Kate
Warner Bros.

Persiguiendo a Roger Rabbit

“Es un festival de gags. Dante era muy consciente del tipo de película que, por muchas injerencias de Warner que sufriera, había rodado. “Al no haber una trama especialmente sólida solo va de gag en gag y de lugar en lugar. No es una narración convincente pero claro, no es ahí donde reside el encanto”. Para el director el mejor homenaje a Jones pasaba por una avalancha de chistes, que se hiciera eco del exuberante (y veloz) aparato formal que siempre había distinguido a los Looney Tunes de la competencia. La película planteaba una propuesta clara, coherente, que sin embargo no recabó la atención del público.

De nuevo en acción supuso un fracaso tal en taquilla que abortó al instante el plan de Warner por ofrecer a Bugs Bunny y compañía un espacio en una nueva serie de cortos destinada a los cines. Las críticas tibias y el desinterés del público se leyeron como la muerte mediática de los Looney Tunes, y los siguientes pasos de Warner Bros. Animation (refundada diez años después como Warner Animation Group) dejaron casi completamente de lado la animación en 2D para poder ofrecer competencia a Pixar, DreamWorks o la floreciente Sony Animation. Era inevitable leer todo esto como el fin de una época; la misma que había comenzado en 1988, con el estreno de ¿Quién engañó a Roger Rabbit?

Fotograma de '¿Quién engañó a Roger Rabbit?'
Fotograma de '¿Quién engañó a Roger Rabbit?'
Disney

La influencia del film de Robert Zemeckis (con animación a cargo del mítico Richard Williams) es evidente en De nuevo en acción, al igual que en otros posteriores estrenos que hacen del desfile de IPs su gran atractivo. En el caso concreto de la película de Joe Dante, podemos estar hablando casi en términos de secuela: el Hollywood de los años 40 que presenta Roger Rabbit puede ser el mismo que el de De nuevo en acción seis décadas más tarde, manteniéndose la concepción de criaturas animadas como intérpretes al uso y sujetas a los mismos contratos y percances que cualquier miembro del star system. El parentesco se refuerza aún más desde el hecho de que tanto Bugs Bunny, como el pato Lucas, como otros muchos Looney Tunes, ya aparecían en Roger Rabbit.

Este título supone un evento histórico, que bajo el paraguas de Amblin y Touchstone Entertainment (es decir, Disney) se las apañó para unificar los imaginarios de todas las grandes factorías de animación de Hollywood. Fue, no cabe duda, el gran evento animado del siglo XX, y si bien De nuevo en acción no tenía tanto con lo que jugar sabía aprovechar su coyuntura para profundizar un poco más en su Hollywood alternativo, a cuenta de los egos rotos (que representarían tanto Lucas como DJ, vigilante de seguridad que encarna Brendan Fraser y que a veces ejerce de doble de acción… de Brendan Fraser), las intrigas corporativas (Kate -Jenna Elfman- teniendo que lidiar tanto con sus arbitrarios superiores como con la actitud de Bugs Bunny, estrella absoluta del estudio) y, sobre todo, las referencias a la cultura pop.

De nuevo en acción es un hervidero de las mismas, y no se ampara únicamente en las propiedades de Warner Bros. Sí, hay chistes memorables a costa de Psicosis o la adaptación previa de Scooby Doo (con Matthew Lillard sufriendo la furia de los Shaggy y Scooby originales), pero también hay apuntes que remiten a Star Wars, al propio cine de Dante (con la aparición de Dick Miller, actor fetiche de este y su padrino Roger Corman) o a James Bond, en tanto a ese padre de DJ que resulta ser agente secreto y estar interpretado por un exBond, Timothy Dalton. Sobre todo, De nuevo en acción se burla cariñosamente de Warner en tanto a marca, con guiños algo más afilados que van desde un cameo de Michael Jordan post-Space Jam hasta un diálogo entre Speedy Gonzales y Porky lamentándose por la corrección política que amenaza sus carreras.

El film de Dante, vaya, se baña en el mismo onanismo metarreferencial que tres años después recogería Superman Returns dentro de Warner y, algo más tarde y a gran escala, llevarían a la exacerbación La LEGO Película y sus spin-offs, Ready Player One, Detective Pikachu, la nueva Tom y Jerry o, claro, la misma Space Jam: Nuevas leyendas. En ese sentido es profética, pero si casi veinte años después hay quien sigue con ganas de reivindicarla no se debe únicamente a esto. Ni a lo terrible que estaba claro que iba a ser Space Jam: Nuevas leyendas.

Bugs Bunny apuntado por Elmer
Bugs Bunny apuntado por Elmer
Warner Bros.

"¿Quién usa dinamita hoy en día? Pues los malosos"

La preocupación de Dante por que los Looney Tunes conservaran su personalidad era más pertinente de lo que parecía. Space Jam tenía más de evento mercadotécnico que de carta de amor a unos personajes con 60 años de historia a sus espaldas, llegando sus particularidades a ser eclipsadas por la figura de Jordan y todo lo que le rodeaba. De nuevo en acción, con todos los problemas que alberga (Steve Martin como villano está bastante pasado de vueltas, y se intuye que ese perro robot que aparece sobre el final no fue idea de Dante), sí mantiene constantemente su atención puesta en la historia de estas criaturas, sirviendo el aparataje hollywoodiense más de aglutinante que de distracción.

El cortometraje al que la película alude en un par de ocasiones, Temporada de conejos, pertenece a una recordada serie de los años 50, y es presentado aquí con la convicción de que Lucas, Bugs y Elmer son tan divertidos ahora como lo eran hace medio siglo. Y en efecto. De nuevo en acción está decidida a probarlo desde el mero hecho de erigir al pato y al conejo como protagonistas absolutos e introducirlos, con total organicidad, en una ágil dialéctica de cine dentro de cine. Maravillados con el hecho de dejarlos jugar a su antojo, Dante, Goldberg y Doyle combinan esta dialéctica con la clásica estructura de película de James Bond, con el objetivo no tanto de parodiar como de ofrecer con rapidez nuevos escenarios donde Lucas y Bugs hagan de las suyas.

La secuencia en el Louvre es la más famosa de la película
La secuencia en el Louvre es la más famosa de la película
Warner Bros.

La acción se desplaza desde Hollywood hasta Las Vegas, de Las Vegas al Área 52, y culmina en la jungla previamente a ofrecer el segmento más recordado de la película (con toda razón): la persecución de Elmer a Lucas y Bugs a través de las pinturas del Louvre. Un gesto no solo mitómano (para los fans de de largo recorrido es una delicia escuchar los retazos de bandas sonoras de cortos clásicos que se cuelan entonces) sino también de gran ambición expresiva, alejando el foco de nuestro mundo para explorar las infinitas posibilidades del trazo animado. De nuevo en acción no solo está consagrada a la velocidad alocada; también se muestra consciente de los triunfos del pasado, y sabe exactamente cómo unificar ambas nociones en un festín que solo emplea la nostalgia para tomar carrerilla en su huida hacia adelante.

Sí, es una película deliciosa. Lo era en 2003, y lo es hoy con mayor virulencia cuando vemos en lo que se ha acabado convirtiendo ese desfile de IPs de Warner que Joe Dante inauguró involuntariamente en su secuela de Gremlins con el saludable deseo de echarse unas risas a su costa… y de honrar el recuerdo de unos personajes inagotables.

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