La gestación de Oppenheimer estuvo marcada por la ira con la que Christopher Nolan había recibido la decisión de Warner Bros. (estudio con el que había trabajado históricamente) de afrontar la pandemia con un modelo híbrido entre cines y HBO Max. Lo consideró una afrenta a los cineastas y quiso cambiarse de estudio, firmando un contrato muy particular con Universal: según este Oppenheimer tendría una larga exhibición en salas IMAX, tardaría lo suyo en de saltar a Peacock (la plataforma de streaming de Universal), y la major no podría estrenar más películas en semanas anteriores y posteriores. Eso no pudo evitar, claro, que Warner lanzara Barbie para competir con su antiguo niño bonito.
Pero el resultado fue inmejorable. La coincidencia con Barbie generó el fenómeno Barbenheimer y benefició la taquilla de Oppenheimer, extendiendo su recaudación a 957 millones de dólares. Cifra inédita para un biopic de tres horas con gente hablando de física cuántica en despachos, y que le situó en el tercer puesto de lo más taquillero de 2023 tras la susodicha Barbie y Super Mario Bros. Hoy, tras una gran carrera de premios, Oppenheimer es la favorita en los Oscar inminentes, que casi seguro recompensarían a Nolan con una estatuilla a Mejor dirección. Según Forbes supondrá la guinda para una fase dorada en la carrera del director británico, complementando el sueldo que se ha llevado.
Nolan habría ganado 72 millones de dólares por Oppenheimer. Esta cantidad sería la resultante de aplicar los impuestos, originalmente eran 85 millones pero de por sí suponen unas ganancias excepcionales para lo que suele ser Hollywood, y más si no hablamos de estrellas de cine sino de directores. Esos 72 millones incrustan a Nolan en el star system más lujoso, luego de que el contrato de Universal hubiera contemplado originalmente darle al director el 15% de los beneficios de Oppenheimer. Al parecer Nolan pidió primero el 20%, pero se conformó con algo menos y el 5% restante fue a parar a Emma Thomas, que resulta ser su pareja y productora asociada desde hace unos cuantos años.
Los beneficios de Oppenheimer habrían sido aún más acentuados gracias al escueto presupuesto que Nolan se las apañó para manejar: quiso que este quedara por debajo de los 100 millones de dólares (toda una rara avis en el Hollywood actual para películas de esta escala) e incluso redujo sus propios honorarios para ello. Al parecer tomó la decisión correcta, pues gracias a ello los casi 1.000 millones alcanzados en taquilla han proporcionado unas ganancias tremendas. Suficientes para equiparar a Nolan con otros cineastas como Steven Spielberg o James Cameron (o estrellas como Tom Cruise, que suele plantear contratos de este estilo), e incluyendo también lo que podría haberse embolsado por el mercado doméstico de Blu-rays y las licencias de streaming.
A Nolan la jugada le ha salido redonda, en resumen. Él está contento, el público está contento y obviamente Universal también, de forma que ahora cabe imaginar al estudio haciendo lo posible para mantener a Nolan con él de cara a próximos proyectos. Quizá habrá que negociar un poco, porque desde que Warner cambió de directiva Nolan ha dicho que sus problemas son agua pasada, y que no le importaría volver con esa major. Incluso ya se ha reunido con sus ejecutivos, de ahí que el pulso con Universal no haya hecho más que empezar.
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