En la taquilla aún puede producirse alguna discusión, pero en todo lo demás, Titanic es el buque insignia de James Cameron. Pese a haber rodado las dos primeras entregas de Terminator y empeñado sus últimas décadas en Avatar, el nombre de Titanic siempre acaba saliendo, tarde o temprano, a flote. Ganadora de 11 premios Oscar, esta película está disponible en España gracias a Disney Plus+.
Recientemente, Titanic cumplió 25 años. Sin embargo, la historia de amor entre Leonardo DiCaprio y Kate Winslet no necesita la percha del aniversario para recuperar su actualidad. Aunque Jack Dawson y Rose DeWitt nunca existieron (aunque sí hubo un J. Dawson a bordo, en cuya tumba aparece, de vez en cuando, la flor de un espectador despistatado), varios de los personajes de Titanic eran reales. Y su tratamiento desencadenó uno de los principales conflictos de Cameron.
¿De qué escena se arrepiente James Cameron?
La tripulación del Titanic estuvo compuesta por 885 personas, a las que conviene sumar los casi 2.800 pasajeros que viajaban en el barco de los sueños. En el primer grupo, se encontraba William McMaster Murdoch, primer oficial del Titanic y una de las 1.500 víctimas del naufragio. Cuando murió, Murdoch tenía 39 años y había protagonizado, en el pasado, un heroico acto como oficial de otro transatlántico, el SS Arabic, al que había salvado del hundimiento.
La noche en el que el Titanic colisionó contra un iceberg, Murdoch se atuvo al código de conducta y ordenó que embarcasen primero las mujeres y los niños. Después, si había algún espacio, subirían los hombres a los botes y, por último, la tripulación. Para cuando le tocó su turno, ya no quedaban botes, y Murdoch desapareció entre las aguas.
En la película, su destino es diferente: Murdoch se deja comprar por el prometido de Rose y dispara a un pasajero irlandés de tercera clase, que intentaba hacerse con un asiento en las embarcaciones. Tras esto, se suicida y cae por la borda.
“No fui consciente de que su familia podía llegar a sentirse afectada por ello”, reconoció James Cameron en el documental Titanic: 20 años después. “En todo momento, mi intención fue la de retratar a un hombre honorable y no a un cobarde asesino”, añadió. “Ignoramos si llegó a dispararle a nadie, pero, al mostrarlo así, lo convertíamos en un personaje interesante”. Por si las excusas no fueran suficientes, la productora de Titanic hizo una donación a la fundación creada por los descendientes de Murdoch y Cameron redactó una carta de disculpa.
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