La vida privada de las estrellas: ¿qué pasa cuando su intimidad está a nuestro alcance?

Hay algo que cambia en los ojos del espectador cuando puede saber tantos detalles sobre la vida privada de las estrellas.
Las últimas estrellas de Hollywood
Las últimas estrellas de Hollywood
Cinemanía
Las últimas estrellas de Hollywood

Para Luis Buñuel, actuar era el trabajo más fácil del mundo. Vittorio Gassman y Marcelllo Mastronianni creían que un actor debía ser "como una caja vacía, y cuanto más vacía esté, mejor que mejor". En la memorable conversación que estos dos mitos del cine italiano tuvieron con Eugenio Scalfaro, fundador y director del periódico La Repubblica, se divagaba sobre el oficio de interpretar.

Para Gassman "el actor no debe ser especialmente culto y ni siquiera especialmente inteligente; incluso debe ser quizá un poco idiota. Sí, sí, si fuese completamente idiota sería un grandísimo actor". Para Mastronianni el Actors Studio era, de hecho, un método sacacuartos: "De Niro, por ejemplo: esa historia de vivir el personaje a fondo se ha convertido en un chanchullo y con ella ganan un montón de dinero. Yo no sé; a mí no me pasa. Estudio el guión un par de días, recito mi parte y se acabó".

Una de las partes más interesantes de esta conversación que aparece como prólogo en el libro de las memorias de Marcello Sí, ya me acuerdo… es este intercambio:

Gassman: Coja a una actriz, una gran actriz a quienes todos apreciábamos como se merecía: la Morelli. Era perfecta, ¿verdad, Marcello?

Mastronianni: Perfecta, finísima, nunca un tono equivocado, nunca un registro falso.

G.: Y ¿cómo era la Morelli fuera del trabajo? Díselo, Marcello.

M.: Una cretina. Eso es, perdona, una caja vacía como decías tú, como somos todos nosotros.

En 1947 Elia Kazan fundó el Actors Studio, donde los actores aprendían a interpretar recurriendo a ejercicios donde estimulaban su imaginación, donde improvisaban y en los que rescataban sus propias experiencias del pasado para interiorizar el personaje. Este método logró un reconocimiento mundial gracias a figuras como Marlon Brando, James Dean o Marilyn Monroe.

Y también Paul Newman. En la serie documental The Last Movie Stars, Ethan Hawke, con la ayuda de bastantes compañeros de profesión (todos ellos aparecen a través de la webcam mostrándose en distintos rincones de su casa, en su intimidad) se repasa la vida y la carrera de Newman y de Joanne Woodward

Las últimas estrellas de Hollywood

Paul Newman y Joanne Woodward en un fotograma de 'The Last Movie Stars'
Paul Newman y Joanne Woodward en un fotograma de 'The Last Movie Stars'
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Woodward, el mejor personaje de esta docuserie, era una actriz de un talento innato con una fuerza y un poder de seducción abrumadores. Conoció a Paul Newman y pronto supo que se casaría con él, aunque aún tuvieran que pasar cinco años de affair, una relación en secreto y un ascenso a la fama que la catapultaría al Oscar y al top de las mejores actrices de su generación.

Mientras, Newman estaba ensombrecido por el carácter y la rotundidad de ese animal que era Brando, y también bajo el espíritu rebelde de un tipo que vivió demasiado rápido, que era Dean. Pero poco a poco, Newman, cuyo mayor complejo era ser un tipo demasiado normal, empezó a estudiar su oficio y a ser constante en su sueño de convertirse en una gran estrella.

Esta escena, reproducida en el documental de HBO, sirve para entender cómo Newman interiorizó el Sistema Stanislavski:

Este monólogo que recita sumido en un inmenso dolor podría perfectamente estar apoyado por toda la culpabilidad que el actor llevaba encima en ese momento de su vida. Newman mantenía un idilio con Woodward sostenido por un poderosísimo apetito sexual que ambos alimentaban entre hoteles y baños públicos mientras estaba casado con Jacqueline Witte, con la que además tenía tres hijos.

The Last Movie Stars es un retrato de las carreras de dos estrellas de Hollywood que estuvieron casadas y también de sus vidas privadas. De cómo Woodward a pesar de estar disfrutando de un éxito arrollador tras Las tres caras de Eva, se casó con el hombre de su vida, tuvo hijos y fue abandonando poco a poco su sueño mientras él, Newman, se repartía el tiempo entre rodajes y la presencia en un hogar en el que su papel era el de un tipo reservado, un padre divertido y un gran amante al que, sin embargo, Woodward había enseñado todo sobre el sexo.

Ella no solo crió a los hijos que tuvo en común con él, también a los hijos de su anterior mujer, y todos ellos, que aparecen hablando en el documental, le guardan un gran cariño. La hija pequeña del primer matrimonio de Newman se tatuó el nombre de su madrastra, Joanne Woodward, "ella es lo mejor que me ha pasado en la vida". Así de poderosa era esta mujer. Pero la actriz nunca dejó de soñar con la interpretación y probablemente fue la mejor de su generación, pero pronto dejó de ejercer. Y al final del segundo episodio hay una declaración brutal y sincera de Woodward:

"Cuando era joven quería actuar. Lo admito, no consentía que nada se interpusiese en mi camino. Hasta que tuve hijos. Espero que entiendan que aunque los quería a todos y cada uno, si pudiese volver atrás… Quizá no los hubiese tenido. Un actor no sirve para eso".

Después de ver esta serie documental uno no se enfrenta a las películas de ambas estrellas de la misma manera. El largo y cálido verano tiene una connotación mucho más morbosa porque es la primera película de los dos juntos. O esa escena de La gata sobre el tejado de zinc, más poderosa y profunda si pensamos en lo que podría circular por la mente del actor. O la cinta Samantha que Paul Newman hizo por petición expresa de Woodward a pesar de no creer en ella. O su última película juntos, Esperando a Mr. Bridge, que de repente tiene un sentimentalismo más alargado. 

Algunas películas sobre sus vidas privadas

Un fotograma de Blonde
Un fotograma de Blonde

¿Qué nos empuja a ver Blonde? ¿El aplauso en Cannes de 15 minutos a Ana de Armas? ¿Que sea el título de un tipo que ha dirigido El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford? Quizá en parte… Pero sobre todo, y a pesar de que está basada en una novela de ficción, lo que nos fascina de verdad de esta película es acercarnos lo máximo posible a la intimidad de Marilyn Monroe, la estrella más importante y rotunda de la historia de Hollywood.

Hay algo que también se disfruta mucho como espectador, el ocaso de las grandes estrellas. Por eso El crepúsculo de los dioses jamás pasará de moda, siempre será una obra maestra. Pero sin necesidad de remontarnos a los 50’ basta con echar un vistazo a La verdad, que es una de las peores películas de Hirokazu Koreeda pero que siendo una de las peores sigue siendo mejor que la mayoría de las películas estrenadas en un año.

En La verdad, el director japonés crea una obra de metaficción donde Catherine Deneuve interpreta a una gran estrella de cine francés, con mucha mala leche y también una gracia impresionante, que acaba de lanzar unas memorias y que vive rodeada de tipos que la aman y admiran… Entonces aparece su hija, interpretada por Juliette Binoche, y comienza un pulso interpretativo entre las actrices y sentimental entre los personajes.

De esta manera somos testigos entre la realidad y la ficción sin saber muy bien qué hay de cada, de un relevo generacional entre dos divas del cine francés, de cómo el ocaso de una carrera tan espectacular duele, también de los recuerdos de tiempos donde competir con compañeras de profesión podía matarte y también, cómo no porque para eso dirige Koreeda, somos testigos de una apasionante reunión familiar.

Y de esta forma se satisface la curiosidad de saber cómo (quizá) viven los últimos años en activo actrices de la talla de Deneuve.

Por supuesto también nos flipa ver en pantalla cómo de estresante debe ser un rodaje y qué mal lo deben de pasar algunas estrellas. Gaspar Noé se da ese gustillo (y nos lo da a nosotros también) con la apasionada, fascinante, caótica y violenta Lux AEterna, un mediometraje con Charlotte Gainsbourg interpretando a una bruja lanzada a la hoguera en la primera película dirigida por Beatrice Dalle que aquí se interpreta a sí misma.  

Un fotograma de la serie Irma Veep
Un fotograma de la serie Irma Veep
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En la serie Irma Vep, de Olivier Assayas, Alicia Vikander interpreta a una estrella de cine llamada Mira, que un poco harta de la industria en EE.UU. y también en plena huída tras una ruptura (su asistente que era su amante se lía con el exitoso director de su última película) llega a Francia para interpretar a Irma Veep, la protagonista en una serie remake de un clásico de cine mudo francés, Los Vampiros. 

El director de este proyecto es René Vidal, al que interpreta Vincent Macaigne, y que por supuesto es el alter ego de Olivier Assayas. Ambos, Assayas y Vidal, en la realidad y en la ficción, ya rodaron una película titulada Irma Vep donde una actriz extranjera se veía inmersa en un rodaje lleno de obstáculos para adaptar Los Vampiros. Fue en el 96, cuando Assayas, después de ver de cerca a Maggie Cheung en el Festival de Venecia (y sentirse absolutamente cautivado) decidió que quería trabajar con ella así fue como acabó protagonizando Irma Vep (la película) y también como ambos acabaron teniendo un romance.

Y todo esto aparece y se cuenta en una serie repleta de espejos, llena de acción, de egos de diálogos llenos de pensamientos y reflexiones sobre la vida, el arte, el cine, las relaciones, la pasión, la ansiedad, los miedos, los recuerdos, el deseo y el sexo y en definitiva todo lo importante.

Hay una escena en la que el personaje de Vikander, al que acompañamos en todos los momentos, en su vida privada y también en su vida profesional, explica cómo está harta de las redes sociales, de tener que estar constantemente lanzando contenido para satisfacer seguidores y no desaparecer de esa especie de microuniverso.

¿Y por qué nos fascinan todas estas películas sobre estrellas de cine? ¿Por qué Blonde se vendió como la película definitiva sobre el peso de la fama, la intimidad y el éxito?

Entramos en su vida con IG

Una imagen de Ryan Reynolds y Blake Lively
Una imagen de Ryan Reynolds y Blake Lively
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Desde que existe IG y los actores y actrices han decidido compartir su vida (real o inventada ya es asunto nuestro averiguarlo) todos vivimos con la fascinación de encontrarnos más cerca de sus vidas, de sus intimidades y ahora los actores nos gustan más o menos ya no tanto por lo que vemos en pantalla sino por lo que muestran. Si son majos, naturales, divertidos, o si sus vidas nos dan suficiente envidia como para querer ser ellos pero no demasiada como para pensar que son unos cretinos.

Ryan Reynolds y Blake Lively son un ejemplo de pareja estupenda, graciosa, que se quieren, que bromean, que tienen éxito y también familia. Las carreras de ambos desde que tienen hijos han dejado de ir en paralelo, por supuesto, pero a pesar de que Lively no saca muchos títulos últimamente su presencia en IG es suficiente para que nunca se la deje de tener en cuenta.

En uno de los últimos post de Ryan Reynolds en el que aparece ensayando un baile con Will Ferrel, Lively comenta: "¿Me puedo quedar embarazada estando embarazada?". 

Y al final ambos protagonizan películas que uno ve fascinado por estas estrellas de las que conoce detalles personales, la mayoría encantadores, claro.

Zendaya es la estrella más fotografiada del planeta. Es divertida, elegante, tiene talento y una personalidad arrolladora. Es tan importante dentro del star system de Hollywood que en la gira de Dune tuvo más presencia que ninguno de sus compañeros a pesar de salir apenas unos minutos en la película.

Es actriz, cantante, bailarina, modelo… Una de las mujeres mejor vestidas de cada año. Además es filantropa. Es sin exagerar demasiado una auténtica estrella como lo era Marylin, como lo era Audrey Hepburn. ¿Cuál es la diferencia? Que ahora el espectador tiene además la sensación de conocer la vida privada de la actriz, vida privada, sensibilidades, recuerdos. En su IG Zendaya cuelga una imagen con su pareja, el también famosísimo Tom Holland, una foto de ella de niña en una piscina, fotos de ella en pleno rodaje, entre tomas y también, por supuesto, un montón de fotos cuidadísimas donde potencia su imagen como modelo de las mejores marcas.

Repasamos el muro de IG de Zendaya y después vemos Malcolm & Marie. Zendaya haciendo mac & cheese, Zendaya meando, encendiéndose un cigarro, todas las escenas cotidianas ya las tenemos interiorizadas, es como si la conociéramos.

Con Miguel Ángel Silvestre en España pasa una cosa maravillosa. Más allá de que su interpretación sea buena, o mala, o creíble o impostada él es tan auténtico que gusta. ¿Cómo no va a gustar si sube estos vídeos a su cuenta de IG?

Este vídeo en uno de los momentos más densos del confinamiento con todo el mundo absolutamente cansado de todo y de sí mismo. Y claro, ves esto y es como si desde tu casa le estrecharas la mano con un escupitajo para sellar una especie de fidelidad entre espectador y actor. Te cae bien, te hace gracia y te parece divertido y al mismo tiempo es absolutamente natural. Y ya nunca es lo mismo con Miguel Ángel Silvestre. Después le ves en 30 monedas o en Sky Rojo y es que vas con él, da igual un poco lo demás, tú vas con él.

"Los actores ya no son las estrellas, lo son sus personajes", Quentin Tarantino habla de la 'Marvelización de Hollywood'. En un momento en el que una generación de actores se han vuelto famosos interpretando a superhéroes es importantísimo crear el estatus de estrella de alguna manera.

Y hay algo que cambia en los ojos del espectador después de saber tantos detalles sobre la vida privada de las estrellas. Y aquí da igual que uno sea de la escuela de Mastronianni del Actors Studio. Cuando conocemos más sobre la intimidad de los actores y actrices que amamos sentimos un poco más de admiración o también prejuicios, pero sobre todo, una fuerte empatía y muchísimo morbo. 

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