La 93ª gala de los Oscar estuvo condicionada por las medidas de seguridad ante la pandemia, aunque los telespectadores de la ceremonia presencial no vieron ni una sola mascarilla cubriendo la cara de las celebridades nominadas y presentadores de alto nivel como Laura Dern, Zendaya, Halle Berry, Brad Pitt, Reese Witherspoon, Joaquin Phoenix, Regina King, Don Cheadle, Harrison Ford, Riz Ahmed o incluso Bong Joon-ho en conexión desde Seúl.
La gala tuvo lugar en la histórica Union Station de Los Ángeles, dotada de grandes espacios al aire libre y jardines. Además, hubo más conexiones con otras sedes del evento como la mencionada, cuando se requería la participación de nominados que no habían podido viajar, como Sacha Baron Cohen que siguió desde Londres los premios junto a su mujer, Isla Fisher.
Después de una alfombra roja más solitaria de lo habitual, donde Carey Mulligan fue quien más brilló con su Valentino que parecía hecho con la piel de varias estatuillas de los Oscar, dio comienzo una gala que Steven Soderbergh, productor encargado, había asegurado que sería dinámica y cinematográfica.
Probablemente los telespectadores tendrán una opinión diferente. Si bien el discurrir de los premios fue bastante acelerado (aunque quizás no tanto como ese In Memoriam a ritmo de Stevie Wonder a toda pastilla), los discursos de agradecimiento no siguieron la misma dinámica en la mayoría de las ocasiones.
Lo cual no habría sido un problema si hubieran resultado más memorables o emotivos, pero salvo Thomas Vinterberg (mejor película internacional por Otra ronda) pocos llevaron a la palpitación. Sin duda, no cuenta esa mención a la vida sexual de sus padres del ganador de la categoría de mejor actor de reparto, Daniel Kaluuya (Judas y el mesías negro). Al final, hasta se agradeció que Anthony Hopkins no estuviera presente para cerrar la noche con su triunfo como mejor actor protagonista por El padre.
El segundo Oscar de Hopkins, a sus 83 años, fue uno de los récords de una velada bien nutrida de momentos históricos sobre el papel. Ante todo, el máximo triunfo de Nomadland como mejor película, mejor dirección para Chloé Zhao (segunda mujer que lo consigue y primera asiática) y mejor actriz protagonista para Frances McDormand.
Histórica fue también la octava derrota de Glenn Close, a quien la veterana Youn Yuh-jung, de Minari, le arrebató el Oscar de mejor actriz de reparto y la oportunidad de irse del escenario agarrada del brazo de Brad Pitt. No es que a Close ninguna de estas cosas le importen lo más mínimo. Ella se marcó el instante que será más recordado de esta noche: el perreo al ritmo de Da Butt durante un intento de trivial musical que derrapó más que acelerar el show.
En conclusión, el reparto de premios final nos dejó con la misma sensación de ilusión indiferente que el triunfo del español Sergio López-Riera en la categoría de mejor maquillaje y peluquería por La madre del blues. Es para alegrarse. El premio de Nomadland y Chloé Zhao además de merecido repara injusticias. Sin embargo, era tan previsible que el entusiasmo se ha apagado.
Siempre nos quedarán los memes y esa cinefilia chilena encolerizada por la derrota de El agente topo contra Lo que el pulpo me enseñó en la categoría de mejor película documental. ¡Justicia para Don Sergio!
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