No ha habido sorpresa ninguna en la mid season de And Just Like That... Todo lo que nos han ido avanzando en capítulos anteriores, ha sucedido tal y como lo habíamos imaginado. Lo único inesperado ha sido el tratamiento del paso del tiempo para las protagonistas: mientras somos testigos de cómo Carrie y Charlotte se echan encima más años de la cuenta (una física y otra mentalmente), en paralelo hemos podido ver el esperadísimo rejuvenecer de Miranda.
“Todo lo que implique un problema de cadera, es la senectud llamando a tu puerta”
Esta frase que Anthony, el marido de Stanford (cuya despedida el capítulo anterior ha dejado muchas incógnitas... complicadas de resolver tras el fallecimiento de Willie Garson, el actor que lo interpretaba), le dice a Carrie encierra toda la verdad respecto a su personaje.
Porque, en este nuevo episodio de And Just Like That..., Carrie tiene que someterse a una operación de cadera. A partir de aquí, es como si al personaje le hubiesen caído encima otras dos décadas: su apartamento parece más descuidado que nunca, se ve cómo compra objetos innecesarios en la Teletienda y solo admite que la cuide (y, por tanto, vea su lado más vulnerable) las personas más cercanas a ella. Es decir, sus dos mejores amigas.
Carrie está más perdida que nunca en un capítulo donde la vemos hacer algo totalmente novedoso e inesperado: llevar zapatos planos. Y en esta “nueva Carrie” hay espacio también para otro sorprendente detalle: el nuevo guiño a Samantha, haciendo referencia a la historia del diafragma, una de las más recordadas de la serie original.
Una vez más, en las conversaciones que mantiene la protagonista con su ausente amiga, sale ella victoriosa. ¿Quizá una forma más de decirle a Kim Catrall que, para ella, no es necesaria su presencia en And Just Like That...?
Charlotte asume una importante situación a la que no había prestado toda la atención que merecía
Con la agenda de cuidados de Carrie ocupando sus días, Charlotte se da de bruces contra una realidad que lleva tiempo viviendo en su propia casa: la identidad de género de su hija Rose, que ahora se hace llamar Rock.
Para ella esto había carecido de importancia hasta que se ha enterado de que el cambio de nombre (y de pronombre) es ya oficial entre su círculo de amigos y sus profesores. Para Charlotte y Harry, su marido, supone un duro golpe que haya tenido que ser el colegio quien les haya puesto de manifiesto el deseo de Rock, en lugar de haberlo detectado ellos antes en casa.
Con su delicadeza y candidez habituales, la antigua galerista está dispuesta a aprenderlo todo para volcarse en esta nueva etapa familiar, y empieza por preguntarle a Miranda.
Miranda vive su catarsis más importante en esta mitad de temporada
Todo apuntaba desde el principio a que Miranda iba a ser, de las tres protagonistas, quien tuviese un mayor arco argumental. Y, aunque en el primer capítulo Carrie le adelanta quedándose viuda, ha sido en este cuando la abogada ha decidido dar, ella misma, un giro de 180o a su vida.
En un catártico (y divertido) momento con Carrie, Miranda admite que lleva años sin ser feliz en su matrimonio y que tiene problemas con el alcohol. La llegada de Che apuntaba a que iba a ser determinante para este momento... y lo ha sido con creces. La escena de ambas en la cocina mientras Carrie precisa de ayuda para ir al baño ha sido, sin duda, la mejor que ha dejado la serie hasta ahora.
Mientras que Carrie y Charlotte cierran en este episodio sus propias historias (la primera consigue volver a llevar tacones tras recuperarse de su operación y la segunda “abre los ojos” definitivamente sobre la situación con Rock), a Miranda le sucede todo lo contrario y es como si, de repente, rejuveneciese.
Tiene ante sí todo un mundo de posibilidades que explorar en los capítulos siguientes en los que, presumiblemente, su personaje será el que más peso tenga en la trama.
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