‘Cobra Kai’ Temporada 4: se acabaron las peleas de instituto, empieza el combate final

Dos dojos unidos por una amenaza común, el regreso de un viejo enemigo y un torneo de fondo son el aliciente de esta nueva temporada.
Imagen de 'Cobra Kai'
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Cinemanía
Imagen de 'Cobra Kai'

En una escena justo a mitad de la nueva temporada de Cobra Kai, Miguel le pregunta a su sensei que cómo no le había hablado antes de la banda Chicago: “You’re the inspirarion, Glory of lovePeter Cetera es la leche”, le comenta su alumno más aventajado. “Peter Cetera es todo lo contrario a la leche”, le espeta su maestro. “¿Qué fue de Scorpions, Slaughter…pasaron a mejor vida?” le pregunta, a lo que el joven concluye: “No, también molan. Solo son distintos”.

Hasta ahora, la serie creada por Hayden Schlossberg y Jon Hurtwitz -encargados de revivir otra franquicia juvenil como American Pie con esa maravillosa última entrega- junto a Josh Heald, nacida en un gag de Cómo conocí a vuestra madre y alumbrada en la olvidada plataforma Youtube Red, partía de una base: la historia la escriben los vencedores, pero eso no significa que los que se quedaron fuera de ella fueran los malos. Tres temporadas después y convertida en una de las series más populares de Netflix, el mensaje parece haber virado sustancialmente: a quién le importa quiénes sean los malos o los buenos, aquí solo hemos venido a dar patadas.

Y así se presenta esta cuarta temporada de Cobra Kai, con los senseis Daniel Larusso (Ralph Macchio) y Johnny Lawrence (William Zabka) unidos a regañadientes para hacer frente a una amenaza común, Cobra Kai. Pero no el Cobra Kai refundado por Johnny para acoger a los alumnos más marginados, darles una segunda oportunidad para encajar en la sociedad y de paso repartir algo de estopa a los bullies. El Cobra Kai de ahora está liderado por John Kreese (Martin Kove), el creador original del dojo, excombatiente en Vietnam y un viejo dispuesto a restaurar el tercer Reich del kárate en el Valle. Aunque para ello tenga que hacer uso de sus métodos más extremos.

Daniel y Johnny, juntos pero no revueltos
Daniel y Johnny, juntos pero no revueltos
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La grulla y el águila, guerra de estilos

Como si a Pep Guardiola y José Mourinho (o una versión actual algo más moderada, quizá Jürgen Klopp) se les pusiera a planificar una temporada juntos, Daniel y Johnny comienzan a compaginar sus métodos para desconcierto de los alumnos del Miyagi Do y el Eagle Fang Karate. Un día música clásica, al otro heavy metal. Por la mañana a dar vueltas en un estanque, por la tarde a saltar azoteas. Aunque comienzan a darse cuenta que son como el agua y el aceite, la aparición de un nuevo enemigo común los forzará a prolongar su alianza. Aunque no por mucho tiempo.

Y es que la auténtica revelación de esta nueva temporada es el regreso de un viejo conocido de la saga Karate Kid, Terry Silver (Thomas Ian Griffith). Ya con canas pero manteniendo su ilustre coletilla, el sensei que había llevado al lado oscuro a Daniel-San durante Karate Kid III reaparece para ayudar a Kreese a tomar los mandos de Cobra Kai y, de paso, saldar la infinita deuda que tenía con este por haberle salvado la vida en Vietnam. Silver, mucho más visceral y manipulador que Kreese, siembra la semilla del odio y lanza una manzana de la discordia con una frase que persigue al resto de personajes hasta el final: “Todo el mundo tiene una debilidad”.

John Kreese junto a su viejo amigo Terry Silver, la auténtica revelación de esta nueva temporada
John Kreese junto a su viejo amigo Terry Silver, la auténtica revelación de esta nueva temporada
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Lo que sucede en esta cuarta entrega de la serie es que esa manzana no es recogida por ninguno de los jóvenes, abocados a tramas más insulsas y estereotípicas: la crisis de identidad de Hawk (Jacob Bertand), el intento de reinserción por parte de Tory (Peyton List) y sus rifirrafes con Sam (Mary Mouser) o la búsqueda de una nueva figura paterna por parte de Miguel (Xolo Maridueña). Especialmente triste es el caso de este último, otrora el personaje con más vida de la serie y que ahora, a pesar de seguir regalando algún que otro momentazo, ha dejado de ser aquel chico entusiasta y eléctrico de las primeras temporadas.

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En su lugar, la nueva temporada de Cobra Kai apuesta por dar cabida a nuevas voces, deviniendo en un sinfín de tramas que no hacen más que hipertrofiar la serie inútilmente. Hay un divertido juego autorreferencial en ese capítulo de Johnny y Miguel buscando chicas para el equipo mientras la serie comienza a llenarse de personajes que no sirven más que de relleno en los combates previos al final. A favor de introducir nuevas historias sobre (ciber)bullying y distintos personajes, pero no en detrimento de desarrollar al resto.

Aun con todo, hay mucho que celebrar en esta última entrega. El regreso de Terry Silver, pero también el del entrañable Stingray (Paul Walter Hauser) y el del torneo de All Valley, renovado y adaptado a los nuevos tiempos pero con el mismo aroma a tensión y sueños rotos de siempre. Será sobre el tatami donde mejor se plasme esta idea de que los buenos y los malos hace tiempo que dejaron de serlo y a los más jóvenes ya no les importa luchar por nadie más que por ellos mismos. ¿Se ha traicionado a sí misma Cobra Kai? No, simplemente ha cambiado de enfoque, pero sigue molando. Solo es distinta.

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