‘Intimidad’, la serie de Netflix que busca culpables en el porno de venganza

Itziar Ituño, Verónica Echegui, Ana Wagener, Emma Suárez y Patricia López Arnáiz se lucen en esta serie sobre la violación de la intimidad
Tráiler de 'Intimidad', nueva serie de Netflix
Tráiler de 'Intimidad', nueva serie de Netflix
Tráiler de 'Intimidad', nueva serie de Netflix
Tráiler de 'Intimidad', nueva serie de Netflix
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Algo en la promoción me hizo pensar que no era la típica serie de Netflix. El tráiler, más sofisticado de lo habitual en una serie española. El elenco de actrices, entre las mejores. La mirada femenina. El tema, que recordaba vagamente de los periódicos cuando aquella trabajadora de Iveco se suicidó tras la difusión entre sus compañeros de fábrica de un vídeo sexual. La intuición no me engañaba. Intimidad es una buena serie, firme candidata a convertirse en una de las ficciones españolas del año.

Intimidad arranca cuando un vídeo sexual de la candidata a la alcaldía de Bilbao se hace público. Ella (Itziar Ituño) es una mujer fuerte, independiente. Lejos de dejarse acorralar por su partido –uno sin colores pero también sin mártires del feminismo, saquen sus conclusiones– da una rueda de prensa y desoye su despido. La serie contrapone esa fortaleza con la vulnerabilidad y la fragilidad en las que una violación de intimidad de esa escala colocaría a cualquier mujer. Sin embargo, se agradecen los matices en la escritura del personaje.

Intimidad
Intimidad
Netflix

En general, resulta muy placentero observar a un grupo de personajes femeninos tan bien escritos, tan realistas. Como el de Ane (Verónica Echegui), la trabajadora de una fábrica que se suicida porque es incapaz de soportar la miradas y las risas de sus compañeros tras la difusión de un vídeo en el que se la ve practicando sexo. O Alicia (Ana Wagener), la detective que investiga los casos de Malen, la teniente alcalde, y Ane. También Bego (Patricia López Arnáiz), la hermana de esta última o Miren (Emma Suárez), fontanera del partido. Es difícil decidir cuál de las actrices protagonistas se luce más en Intimidad. Todas están soberbias.

Intimidad
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Netflix

Es una pena que, como pasa en tantas series, Intimidad pierda el foco debido a su metraje demasiado extendido. En el ecuador de los capítulos, una se pierde entre citas con exnovios, ataques homófobos y clínicas de fertilidad que, por muy pertinentes que sean en sí mismos, sirven más para estirar el chicle que para apoyar la tesis principal. De manera que resulta inevitable preguntarse si es la misma serie que empezamos a ver hace un rato. Un mal del que parece estar aquejada también la realización, mucho más cuidada y estilizada en los primeros y últimos capítulos.

Y es una pena, sobre todo, porque el relleno hace que pierdan fuerza las secuencias, tan bien construidas, que sí miran de frente al meollo del asunto, el porno de venganza, esa nueva forma de violencia hacia las mujeres que campa a sus anchas desde que todos tenemos un teléfono en nuestro bolsillo. Y su mensaje, algo machacón, cala una y otra vez porque parece que todavía no lo hemos interiorizado del todo: las mujeres que sufren esa violación de intimidad no han hecho nada malo, son víctimas.

Intimidad
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Netflix

Intimidad es mejor cuanto más naturalista es en su retrato de la violación de la intimidad y sus consecuencias. Por ejemplo, cuando aboceta las intrigas palaciegas del avispero político en el que se mueve Malen, ese gobierno vasco que se vacuna antes que el resto de ciudadanos pero que aprovecha su vídeo para humillarla entre lecciones de moral. Una trama que en sus mejores momentos recuerda a Borgen –Bilbao sale tan favorecida y moderna que a ratos parece Copenhague– y en la que resuena lejanamente el nombre de Olvido Hormigos pero también el acoso y derribo de otras políticas mujeres como Cristina Cifuentes o Isabel Ayuso.

Y, sobre todo, cuando imagina el calvario que Ane tuvo que sufrir en la fábrica, atrapada por las miradas de sus compañeros, esos que se pasaban el vídeo de unos a otros. Difuminado entre los ocho capítulos queda el who dunnit que hilvana la trama. Pero eso está bien justificado en Intimidad, donde queda bien claro que en la violación de intimidad no hay un culpable solo sino muchos.

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Andrea G. Bermejo
Redactora jefa 'Cinemania'

Puedes leerme en CINEMANÍA. Puedes verme en Historia de nuestro cine, el programa de cine español de La 2 en el que colaboro. Y puedes oírme en el podcast 'Mi vida en películas'. Estudié Periodismo y Humanidades en la universidad San Pablo-CEU y tengo un Máster en Literatura inglesa y norteamericana en la Universidad Complutense. He dirigido el documental 'El hombre que diseñó España' y estoy escribiendo un libro sobre la cineasta Cecilia Bartolomé.

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