‘Irma Vep’ contra ‘Obi-Wan Kenobi’: ¿cuál de las dos tiene más 'fan service'?

Las dos no-series más comentadas del momento funcionan a base de guiños para fans. Lo explicamos sin spoilers.
Irma Vep / Obi-Wan Kenobi
Irma Vep / Obi-Wan Kenobi
Cinemanía
Irma Vep / Obi-Wan Kenobi

Despegué agarrado a las butacas del barcelonés cine Urgell como si estuviera en el puente de mando de un crucero imperial dando caza a esa navecilla rebelde que trataba de escapar de nuestros poderosos cañones láser, y desde entonces soy un fan de Star Wars muy fácil de contentar: me basta con un par de soldados imperiales patrullando por ahí, o cualquier muestra de diseño de producción con sabor añejo.

Al cine de Olivier Assayas me convertí un poco más tarde, concretamente a Finales de agosto, principios de septiembre de 1998 –su primera película estrenada en nuestra piel de toro–, y como fan de ambos universos (expandidos) puedo certificar, y certifico, que tanto Irma Vep (HBO Max) –la alegría de los martes a las 03.00 AM (hora española)– como Obi-Wan Kenobi (Disney+) –la alegría de los miércoles a partir de las 09.00 AM (hora española)–, son creaciones que carburan a golpe de codazo para fans, ante la incomprensión de los demás.

En cuanto al argumento, muy resumido, por si se perdieron las primeras entregas y lo necesitan para orientase, Irma Vep, de la que acabamos de ver la segunda entrega, narra el rodaje en París de un remake de un auténtico serial de los años 10 del siglo XX, que protagoniza una Alicia Vikander vestida de ajustado terciopelo negro. Mientras que la segunda, a la que sólo le queda un capítulo, va de Obi-Wan Kenobi de paseo con una diminuta Leia Organa por estos mundos del sagrado imperio. Darth Vader no ha muerto, y quiere reencontrarse con su maestro.

Darth Vader
Darth Vader
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No son series, ni falta que les hace

Los fans de Star Wars, algo más numerosos que los de Assayas, no acaban de verlo, pero Obi-Wan Kenobi (en adelante OBK) podría ser una trilogía dividida en seis partes porque sí, o para ganar suscriptores (y perder espectadores). Podría ser incluso la trilogía definitiva, ya que si el humor siempre formó parte de la aventura galáctica, aquí ha alcanzado definitivamente su paroxismo, con una imparable concatenación de gags y una decidida apuesta por el absurdo (el gag de la gabardina, el pasadizo misterioso, el fuego infranqueable, es un no parar), que arrincona los momentos más dramáticos, convirtiéndolos en notas al pie.

Irma Vep también es comedia, y entre sus gags más recurrentes figura el que ya nos adelanta el tráiler: Vincent Macaigne aclara exasperado que el remake del serial Les vampires (Louis Feuillade, 1915) que se rueda en la ficción de esta producción de HBO no es una serie, sino una película dividida en ocho episodios, igual que lo que vemos en la tele. Que Feuillade hiciera seriales –series en pantalla grande- añade una capa más, aunque la filigrana (para fans) está en que Macaigne clava el característico tono sigiloso del director galo, que siempre ha repetido una y otra vez, cada vez que se lo hemos preguntado, que nunca, jamás, nunca jamás, haría una serie. Aunque no le faltaban propuestas.

Y luego está el precedente Carlos (2010), magnífica película en tres capítulos que le obligaron a reducir en un horrible montaje de un único y largo metraje. Aquello, la versión larga, la buena, tampoco era una miniserie, aunque fue nominada al Emmy de eso mismo. De haberlo ganado, el francés lo hubiese tenido que devolver para ser coherente con su firme posicionamiento antiseries.

Las dos viven del legado

A juzgar por los fascinantes antetítulos de crédito de Star Wars, que como recordarán ustedes son los mismos que The Mandalorian y El libro de Boba Fet, dos series que no se entiende que no sean una sola (tampoco Fet parece tener mucha madera de escritor, ni ser especialmente leído), las aportaciones de OBK podrían no ser más que un discman flotante con nombre de folclórica y un robot que no hace ni dice nada, por mucho que “sus gestos hablen por sí solos” (aunque tiene su momentín de gloria en el penúltimo capítulo). El resto es legado.

Por su lado, HBO Max ha tenido la gentileza de estrenar aquella Irma Vep de 1996 en la que se basa la no-serie –sí, la no-serie habla del rodaje de un remake, y al tiempo también es un remake–, y digo bien “estrenar”, porque en aquella supuesta arcadia feliz de los 90 ningún distribuidor español se atrevió a llevar a los cines esta absoluta maestra cuyo universo Olivier Assayas ha querido expandir 25 años después con la ayuda de Sam Levinson, el creador de Euphoria, la serie del momento desde hace tres años.

Y de aquel faro de la postmodernidad que fue la Irma Vep de 1996 lo único que ha envejecido, siempre mal, son los fans. En la vida real Assayas se ha convertido en el director al que daba vida Jean-Pierre Léaud hace 25 años, mientras que en la pantalla de nuestro salón ha rejuvenecido con los risueños rasgos del siempre dicharachero Vincent Macaigne. Es la magia del cine por entregas.

Anotemos que si Woody Allen no estuviera cancelado y no tuviera mil años, Macaigne ya hubiera sido su avatar galo en Midnight in Paris II. Es una fantasía que se dibuja bastante claramente en nuestras mentes. Por otro lado, si Mia se pasó haciendo del antipático Tim Roth una réplica de su ex, Macaigne lo ha redimido de sobras, devolviéndonoslo como el tipo majete que es.

Asuntos familiares

Regular de emoción, vamos descubriendo cómo Leia Organa va intuyendo cositas sobre su oscuro pasado familiar. Mucho más emocionante es comprobar que la nueva Irma Vep arranca con un guiño muy explicito a la anterior pareja de Assayas: la gran Mia Hansen-Løve. Más allá de que el personaje de Vikander se llame Mira, alguien dice: “¿Dónde se ha visto una película en la que el protagonista muere a media película?”. Pues evidentemente en Le père de mes enfants (2009), en la que Louis-Do de Lencquesaing –ojo, spoiler– se pega un tiro a mitad de metraje.

Ahora viene cuando cuento que me encontré al Cary Grant galo en una fiesta parisina, y cediendo a mi fanatismo por el universo Assayas-Love, le comenté que me encantaba esa película. “A mí también”, repuso, “sobre todo la segunda parte” (es decir, en la que ya no aparece su personaje). ¿Se puede tener más clase? No, no se puede. Que tomen buena nota los actores made in Spain.

Historia de una obsesión

Como es para niños, o al menos para ver en familia, no hay mucho amor en OBK. Ya no digamos sexo ingrávido espacial. Tampoco sabemos por qué la incombustible pareja formada por Olivier Assayas y Mia Hansen-Løve se fue al traste, cosa que se intuye en la semi-autobiográfica La isla de Bergman, película de Hansen-Løve de próximo estreno en los mejores cines. Pero digamos que, más o menos, la ruptura coincidió en el espacio-tiempo con Personal Shopper (2016), película que, para el que esto firma, es no menos esencial que Irma Vep (1996), tanto por sí sola como para comprender la serie de guiños de la que estamos hablando.

En realidad, todo empieza incluso antes, en la no menos imprescindible Viaje a Sils Maria (2014), donde Kristen Stewart interpretaba a la asistente personal de una actriz encarnada por Juliette Binoche, que se veía embarcada en un proyecto ligado a su pasado en el que no acababa de sentirse cómoda.

El francés, que nunca lo ha ocultado, se obsesionó con K-Stew hasta el punto de construir una película sólo para ella, donde pasaba a ser la personal shopper de una estrella que salía un tanto malparada. Personal Shopper era no solo reflexión sobre la fama, sino también deconstrucción del propio mito Stewart –la estrella, la actriz, la mujer de carne y hueso–, y todos esos temas vuelven a resurgir de manera muy explícita en Irma Vep 2022, a través de la relación entre Vikander y Adria Arjona, cuyo personaje fue asistente personal y algo más de la estrella.

Como todo el mundo sabe, Stewart salió del armario tras su relación, en dos tiempos, con su amiga y asistente personal Alicia Cargile. Y hay momentos en Irma Vep, casi de comedia involuntaria a lo OBK, en los que Vikander va prácticamente disfrazada de Stewart en su etapa más grunge, con gorro de lana y camisa a cuadros.

Stewart Vikander
Stewart Vikander
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Vikander, a la que descubrimos maravillosa y deslumbrante en Un asunto real (Nikolaj Arcel, 2012), acaba de finalizar Tomb Raider 2 y participa en la producción de Irma Vep, donde está claro que ha puesto también mucho de sí misma en ese papel que ya es cumbre en su accidentada carrera (seguramente mal aconsejada por su agente, de la que se venga en la no-serie).

No nos olvidamos de Maggie Cheung

En mi cabeza, la ya retirada Maggie Cheung había sido la amante, además de musa, o simplemente protagonista de muchas de sus películas, de Wong Kar-wai, y Olivier Assayas se la había quitado en un festival de Cannes, donde ambos competían con sus respectivas películas. Pero era una fantasía, el producto de tanto mezclar ficción y realidad, que es lo que hacemos los críticos.

Cierto es que Assayas, obseso de ese cine oriental que, en los 90, marcó la pauta de la posmodernidad, invitó a la hongkonesa a protagonizar su versión de La noche americana (François Truffaut, 1973) en clave de remake de Feuillade. Y que Cheung, que se interpretó a sí misma, se acabó convirtiendo en la sra de monsieur Assayas. Más tarde, la actriz acabó coronada en Cannes por Clean (2004), que quizás no está entre las mejores películas de su entones marido.

Que 25 años después de Irma Vep la protagonista de la nueva Irma Vep sea ahora una Vikander disfrazada de Stewart añade, de nuevo, otra capa a este juego entre realidad y ficción, pasado y presente, que no parece tener fin. Las tramas familiares del universo Assayas acaban siendo todavía más complejas como las de Star Wars. Pero hay otros paralelismos: Los vampiros, de Feuillade, re-revisitados por Assayas –la auténtica razón de ser de este re-remake– tienen bastante de ancestros de los Inquisidores de OBK (piensen en ello cuando vean el segundo de Irma Vep), que son las verdaderas víctimas de la no serie de Disney+.

Maggie Cheung en 'Irma Vep'
Maggie Cheung en 'Irma Vep'
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Espíritu de serie B

La catedral del mar, explorar la religión del Lado Oscuro a través de estos curiosos personajes de corto reinado tenía su atractivo. Pero es de suponer que no resulta fácil mezclar terror y comedia, pensando en un público infantil de todas las edades. Sabe a ocasión perdida, a trilogía sectaria perdida en el espacio.

En cualquier caso, las dos no-series incendian las redes por los motivos equivocados –OBK por sus aparentes torpezas (no corren despacio después de la niña para no atraparla, es que es un chiste)–, Irma Vep únicamente por la espectacular tensión sexual entre Vikander y Arjona, una fragancia que se podría embotellar con el sugerente nombre de Terciopelo húmedo.

Aunque si Irma Vep interesa como universo expandido, también está claro que significa la glorificación de la felinidad de Vikander, que supera a todas la Catwoman del mundo para abrazarse a Musidora. Assayas, que nos tenía francamente preocupados, ha recuperado gran parte del pulso perdido en La red avispa, su película más impersonal hasta la fecha (más Netflix que Assayas), y nos lleva de paseo por lo mejor de su filmografía más volcada al género, el thriller y la comedia, de Demonlover (2002) y Boarding Gate (2007) a Dobles vidas (2018), con el apoyo de sus actores recurrentes, y luego están esos créditos animados con música de Thurston Moore. No se puede molar más.

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