'La edad dorada': un retrato intrépido de una época en la que el prestigio social es la moneda más valiosa

La nueva serie de Julian Fellowes para HBO Max apuesta por una grandiosa producción para introducirnos en el Nueva York del siglo XIX.
La edad dorada
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[Este artículo contiene SPOILERS de 'LA EDAD DORADA']

Han pasado nueve semanas desde que La edad dorada, la nueva ficción del creador de la famosa Downton Abbey, aterrizara en la plataforma de streaming para llenarla de lujosos palacios, vestidos, carruajes y horas del té. Una primera temporada de nueve episodios en los que no ha hecho falta rascar mucho para comprobar que, como en cualquier otra época, las apariencias engañan.

Lujoso es, también, el elenco que da vida a sus personajes, sin duda el punto más fuerte del proyecto: las extraordinarias Carrie Coon y Christine Baranski, la debutante (y no por ello menos talentosa) Louisa Jacobson y el resto del reparto han sabido cómo llenar de vida y detalles a esta enorme “mansión” que, de otra manera, habría corrido el riesgo de derrumbarse.

¿Has visto ya La edad dorada? ¿Te ha gustado tanto como su veterana y hermana ficción del otro lado del charco? Te contamos lo que nos ha parecido a nosotros.

Una telenovela de época en Nueva York

Cualquiera que se lance a devorar La edad dorada ya sabe, a grandes rasgos, lo que se va a encontrar: una telenovela americana de época, un drama social en la que el tema central abordado son los entresijos, relaciones y cotilleos entre las familias de alta cuna (y su servicio) del Nueva York del siglo XIX, una época en la que los salarios y los puestos de trabajo crecieron exponencialmente, así como los llamados “nuevos ricos”.

A priori no es una serie que contenga una gran intensidad y es verdad que a la producción le cuesta arrancar: los dos primeros capítulos se alargan en la presentación de sus personajes y carecen de detalles, interés o una mínima acción. 

Es a partir del tercero y en adelante donde las tramas comienzan a desarrollarse y a llamar mínimamente la atención: Bertha y su lucha descarnada por la aceptación del resto de señoras ricas, pese a pasar por encima los enormes problemas de su marido, el crecimiento de autonomía y determinación de Marian, a quien no le importa “traicionar” a su férrea tía Agnes por amor, o Peggy (Denée Benton) y sus enormes avances en un mundo en el que tiene que abrirse paso a trompicones por el desprecio a su raza, entre otras.

La ficción suma a cada capítulo y acaba en un punto en el que deja al espectador con ganas de más insinuando nuevas alianzas, nuevas relaciones y nuevos caminos a seguir en la trama así que, finalmente, funciona como producto. HBO Max ya ha confirmado, además, que tendrá una segunda temporada.

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El prestigio social, la moneda más valiosa

¿Cuánto estarías dispuesto a sacrificar por el reconocimiento social? ¿Tus valores, tu honor, tu familia? En la Edad dorada nadie se casa con nadie, y nunca mejor dicho. La serie es el reflejo perfecto de una sociedad egoísta, consumida por el dinero y con severas carencias emocionales. El prestigio vale más que nada y ni siquiera tiene que ver con un respeto real, sino con una contemplación cargada de envidia y admiración.

Si Bertha tiene el profundo deseo es agradar a las mandamases Aurora Fane (Kelli O’Hara) y Mrs. Astor (Donna Murphy) o al admirado Ward McAllister (Nathan Lane), su marido George (Morgan Spector) busca crearse una reputación a través de sus negocios. Despiadado, arrogante y muy inteligente, tiene el objetivo de hacerse con el control de la ciudad a través de su imperio ferroviario. 

Los jóvenes Tom Raikes (Thomas Cocquerel) y Oscar (Blake Ritson) llegan a traicionar a su corazón, seducidos por la riqueza. Incluso el servicio tiene profundas aspiraciones y claramente se puede observar en las doncellas Turner (Kelley Curran) y Amstrong (Debra Monk), quienes maldicen la cuna en la que han nacido y desean ascender en la escala social (sin miedo a lo que deban hacer para conseguirlo).

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Contrariamente, el personaje de Marian es la antítesis de los anteriores, pues no tiene miedo a poner en juego todo ese prestigio ya alcanzado por su familia. Joven, arrojadiza, decide saltarse las normas y seguir sus pulsiones, algo muy poco habitual a su alrededor. Su amiga Peggy, una mujer emprendedora y polifacética, no busca tanto el prestigio social como su reconocimiento laboral, pero a duras penas puede conseguirlo por la segregación racial a la que se ve constantemente sometida, pese a proceder de una familia también adinerada.

Similitudes y diferencias con 'Downton Abbey'

Como ya era de suponer, La edad dorada presenta muchas similitudes con Downton Abbey, la ficción de época estrella de la plataforma Netflix, creada también por Julian Fellowes. El cuidado y majestuoso vestuario y las ostentosas localizaciones son la prueba a primera vista de ello, además de la preciosa banda sonora. Asimismo, las dos series abordan la vida de diferentes familias adineradas y sus quehaceres y conflictos diarios, además de introducirnos en las dependencias de su servicio y narrarnos también las situaciones que viven los mayordomos, cocineras o sirvientes.

Por último, y no menos importante, las dos ficciones bucean en el concepto del cambio y adaptación de una sociedad después de una guerra. La edad dorada habla de sucesos o avances tecnológicos y sociales de nuestra historia como el nacimiento de los primeros centros médicos de la Cruz Roja en Estados Unidos, el desarrollo de la electricidad con Thomas Edison o el avance del ferrocarril. Asimismo, como ya lo hiciera su predecesora, sigue indagando en la rebeldía y ruptura de las reglas sociales establecidas, la lucha por los derechos de las mujeres y la homosexualidad, y también toca con sutileza temas más delicados como la segregación racial ya citada, el suicidio o la violación.

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Por otra parte, en un momento en el que en el mundo todo es rapidez, inmediatez y tecnología y las series están plagadas de efectos especiales o imágenes impactantes que funcionan entre el público (prueba de ello son las Juego de tronos y Euphoria, los mayores éxitos de HBO Max), La edad dorada llega con un producto diferente. Reposado, lento, costumbrista, quizás está dirigido a un target muy concreto, aunque puede ser apto para cualquiera que simplemente quiera pasar un rato agradable frente al televisor.

Así que, y en conclusión, si optas por darle una oportunidad a La edad dorada no esperes dragones, drogas, sexo, magia o dramas de instituto, pero sí un retrato intrépido de una sociedad en constante cambio y evolución plagada de conflictos diarios en un entorno señorial donde no es oro todo lo que reluce. Es muy posible que acabes enganchado a ella.

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