'La última' es un regalo de Aitana para sus fans porque ya sobran tantas heridas

La primera serie original de Disney+ España narra la historia de dos jóvenes que luchan por cumplir sus sueños.
Fotograma de 'La última'
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Cinemanía
Fotograma de 'La última'

Que un chico con problemas de dinero y el objetivo de ser boxeador se enamore de la chica buena que sueña con ser cantante no es la premisa más impactante que pueda existir, y menos entre las series de adolescentes. Que ambos apuesten por el otro a pesar de tener todo en su contra, menos todavía. Pero, precisamente por ello, la historia de amor de La última es la mejor decisión que podía haberse tomado para un proyecto que estaba destinado a convertirse, desde el anuncio de su producción, en aquella serie de Disney que nos devolvería a la inocencia.

La última recoge el testigo de los amores dramáticos de Nicholas Sparks, de la intensidad del enamoramiento de las obras de Federico Moccia y de los finales felices más inocentes de las películas adolescentes. Y, entre tanto albedrío y desorden, entre tanta sexualidad y desenfreno de series como Élite o Euphoria, la historia de Diego y Candela aparece como un retorno a aquella época en la que las películas se centraban en mostrar el siempre presente tema del primer gran amor juvenil.

Aquellos que estaban deseando poder ver la serie de Disney+ sabían perfectamente lo que esperaban de ella y sus creadores, Anaïs Schaaff, Jordi Calafí y Joaquín Oristrell, también. Parece casi una obviedad que un romance protagonizado por Aitana y Miguel Bernardeau (pareja en la vida real) solo podía ser conducido a través de una trama que hablase de sueños por cumplir y de la lealtad hacia uno mismo y hacia los seres queridos, acompañado de una banda sonora que narrase los sentimientos más puros de sus personajes. Debía ser una obviedad, porque la serie es todo lo que se esperaba y prometía que sería.

La lucha por nuestras locuras

De la precariedad con la que conviven los jóvenes hoy en día a la crueldad del mundo laboral, La última utiliza como telón de fondo las preocupaciones de una generación que lucha por sobrevivir a la vez que sueña con conseguir aquello que más desea. Candela trabaja en una empresa de logística, Diego se dedica a las peleas ilegales y ambos confían en llegar a trabajar de aquello a lo que realmente quieren dedicar su vida.

Pero no nos equivoquemos. No se trata de conseguirlo gracias al otro, ni mucho menos de hacer de la otra persona el centro de nuestro camino hacia el éxito. Si bien decíamos que la serie bebía de los romances de los 2000, sus creadores aciertan en dejar atrás aquellas historias que nos enseñaron que lo más importante en nuestra vida sería el primer amor de juventud. La lección queda aprendida: la confianza en uno mismo va primero, después, si eso, viene encontrar a aquella persona que nos apoye en nuestras locuras.

Fotograma de 'La última'
Fotograma de 'La última'
Cinemanía

La historia nos la sabemos, la hemos visto repetirse una y otra vez en entregas como Tres metros sobre el cielo o la saga de After, solo que aquí la chica buena quiere ser cantante y el chico se escapa de la definición de malo. Ella no sueña con cambiarle porque, a diferencia de la toxicidad de las películas de antes, él no necesita ser cambiado. Ni egoísta ni cruel con ella, entre los clichés adolescentes Diego aparece para arreglar a todos aquellos personajes como Hache que hicieron que las adolescentes soñasen con que un chico las llamase "feas" por la calle. Aquello de "el chico malo" hace tiempo que pasó de moda.

Candela, por su parte, es una mujer joven y fuerte que pasa del acoso escolar a la dura realidad de la situación de las mujeres en la industria musical. Sabe lo que quiere y el lugar que debe ocupar Diego en su vida, aunque su historia queda enterrada entre tantas dificultades presentes y peleas clandestinas. No obstante, sus sentimientos y su vida pasada consiguen resurgir a modo de canciones, en las que la protagonista explora sus todavía latentes miedos y deseos. Al final, aunque el guion no nos permita conocer más a fondo a Candela, Aitana consigue mostrárnosla a través de sus creaciones originales para la serie.

El regalo de Aitana a sus fans

Contar con el debut televisivo de Aitana como actriz solo podía significar tres cosas: mucha música, mucho romance y esa fuerte dedicación hacia su trabajo que caracteriza a la joven cantante. Vemos mucho de Aitana en Candela, en su determinación, en su dulzura y, sobre todo, en su humildad. Un primer paso, pequeño, cómodo y seguro, que demuestra que la intérprete de Berlín no pretende acelerar las cosas, sino disfrutar de ponerse a prueba y poder dar un poco más de ella a sus fans. 

Porque, si hay que definir La última como algo, esta es, sin duda, un regalo para sus fans, de poder verla y escucharla más. El mayor acierto de la producción es precisamente la aportación musical de la cantante. Con 8 canciones originales, los 5 capítulos que conforman esta primera temporada se convierten, a la espera del tercer disco de la catalana, en el álbum que no debería haber existido pero que, de alguna manera, se presenta como el mejor final para su época de 11 Razones.

La química y vulnerabilidad que demuestra junto a Bernardeau, quien se adivina como un gran primer apoyo en este cambio de rumbo, tanto dentro como fuera de pantalla, reafirma esa sensación de calidez que inunda cada minuto del proyecto. Se enamoran, se derrumban, se vuelven a levantar e incluso les da tiempo a cantar juntos en un karaoke, siempre bajo esa aura de complicidad que acaba por confirmar el acierto de Aitana en escoger este proyecto como su gran debut televisivo.

Acompañándola en el camino, encontramos a Aitor Luna en el papel de productor discográfico del que no sabemos si fiarnos (y que nos sorprende cantando un pequeño trozo de la canción oficial de la serie) y a Luis Zahera, ganador del Goya a Mejor actor de reparto por El reino y nominado este año por As Bestas, como el malo de la película y uno de los personajes más característicos y atractivos de la serie.  Asimismo, participan en el proyecto Jorge Perugorría, Michael John Treanor, Óscar de la Fuente, Esther Ortega, Jorge Motos y Sandra Cervera.

Un pequeño respiro

Para los fans de Aitana... y para todos los adolescentes cansados de la oscuridad y sexualidad que envuelve las series juveniles actuales. Porque es Disney, pero Disney para la generación nacida en el siglo XXI. Que los que hace tiempo que dejaron atrás su adolescencia se hartaron de ver historias de amores imposibles, pero los que la están viviendo ahora necesitan un respiro de tanta seriedad y enseñanza (aunque siga siendo tan indispensable y necesaria). Porque ya sobran tantas heridas.

Que para conocer nuestras tendencias sexuales ya tenemos Yo, nunca, Sex education o La vida sexual de las universitarias. Que para descubrir nuestro lado más brutal y traumático ya tenemos Ginny y Georgia o Por trece razones. Porque, aunque cueste asumirlo, es posible que, en ocasiones, a los adolescentes les apetezca ver por enésima vez una historia de amor sencilla que les invite a soñar durante 50 minutos aunque sea.

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