Raphael al desnudo en 'Raphaelismo': el retrato 'dephinitivo' de un artista eterno

Fue a Eurovisión dos años seguidos, cantó el primer ska hecho en España y lleva 60 años encima de los escenarios. Movistar+ estrena la serie documental que aspira a explicar de una vez por todas el fenómeno Raphael.
Rafael es el protagonista de la nueva serie documental 'Raphaelismo'
Rafael es el protagonista de la nueva serie documental 'Raphaelismo'
Cinemanía
Rafael es el protagonista de la nueva serie documental 'Raphaelismo'
Declaraciones de Raphael que se ha mostrado emocionado en el estreno del documental sobre su carrera, un "viaje muy largo pero hermoso".
Europa Press

Cuando despertó, Raphael todavía estaba allí. Cualquiera que haya vivido en España en las últimas seis décadas podría firmar esta adaptación del microcuento de Augusto Monterroso. No hay fenómeno en la cultura pop española comparable a Raphael, por extensión (debutó en 1961 y sigue en activo) y por profundidad (¿cuántas canciones suyas conocemos al dedillo?). A partir del 13 de enero, Movistar+ pone en órbita Raphaelismo, la serie documental que recorre la vida, obra y milagros de un artista tan comprometido con la eternidad que nunca necesitó apellido.

Firmado por Charlie Arnaiz y Alberto Ortega (Anatomía de un dandy, Un país en Labordeta), Raphaelismo se propone funcionar de manera efectiva como extenso acercamiento para neófitos –ahí están las anécdotas explicadas hasta la extenuación, como el origen de la PH y del atuendo negro fruto de una maleta perdida en México– tanto como disfrutona celebración para raphaelers de toda la vida. Más allá conocimiento previo o de lo admirador que se considere el espectador de Raphael, la serie sirve como narración de los cambios en una sociedad a través del artista que jamás ha dejado de sonar.

El divo no pasa de largo por la enfermedad, el supuesto alcoholismo o los clásicos rumores sobre su orientación sexual. Raphael parece comprometido a dejar en la serie un retrato completo y ajustado de una carrera que a menudo linda con lo increíble. Desde su astronómica fama en la Unión Soviética de la carrera espacial al encuentro imposible con su ídola Édith Piaf, pasando por el primer tema ska de España: su himno anticapitalista La canción del trabajo, de 1966.

Los numerosísimos testimonios de cantantes nacidos y criados bajo el influjo raphaelista –de Víctor Manuel a David Bisbal, pasando por Andrés Calamaro, Enrique Bunbury o Alaska– que aparecen en el documental explican hasta qué punto la industria musical española ha tomado al de Linares como medida del éxito nacional e internacional. Raphael reventó los auditorios más grandes del mundo antes que Julio Iglesias, popularizó temas en castellano antes que Los del río y se convirtió en un icono de nuestra cultura mucho antes que Rosalía.

Imágenes de Raphael y de su familia, durante el estreno de su serie documental, 'Raphaelismo'.

A la sombra de la P y la H que permitieron que su nombre “se pronuncie igual en todo el mundo”, Miguel Rafael Martos Sánchez, el humano, también aparece en el retrato del mito. Las grabaciones caseras que forman parte del documental dejan constancia en estética VHS de un señor bastante corriente, hombre familiar y padre cariñoso que, entre gira y gira, disfruta grabando a su familia en situaciones de lo más cotidianas (ejecutadas, eso sí, en residencias palaciegas). Cuando se acerca al retrato íntimo del este hijo de un obrero al que bajó de los andamios pidiéndole que le construyera una mansión, Raphaelismo ofrece el desvío menos transitado de la historia del artista.

Imagen de 'Raphaelismo', el documental de Movistar+
Imagen de 'Raphaelismo', el documental de Movistar+
Cinemanía

Una historia que no es una simple ascensión hacia el Olimpo. Arnaiz y Ortega –que mantienen su gusto por el documental esteticista y dinámico– se detienen, cuando toca, en los momentos menos luminosos de una carrera que, aunque no lo recordemos, también ha vivido horas bajas. Desde su imagen de artista ‘del régimen’ que socavó su popularidad durante la transición, los años de sequía a finales de los 90 o la crisis en su primera estancia en Las Vegas, las sombras de la efigie rapahelista añaden profundidad al conjunto.

Del mismo modo que no hay que poner empeño en conocer las canciones de Raphael, porque simplemente nos han habitado siempre, contemplar Raphaelismo reconforta, produce una sensación hogareña. Quizás sea porque la historia del mito nos explica un poco a todos, nos sepamos o no la parte rapeada de Escándalo.

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