Invasión, moralidad y miedo: los mecanismos de la ambigüedad en el cine de Denis Villeneuve

Uno de los mejores directores de cine de nuestro tiempo

Denis Villeneuve tiene alguna especie de poder mental, un don, lo que sea que poseen esos directores que no tienen ningún plan cuando comienzan a dirigir. Sin plan, sin expectativas y sin un estilo marcado, como una especie de Howard Hawks menos prolífico. Villeneuve parece huir del concepto de autor para repartir el peso de sus películas entre profesionales increíbles y alimentando, de paso, esta industria de hitos cinematográficos en varios géneros distintos, aunque el thriller y la ciencia ficción son, de momento, lo suyo.

Nada que ver con Christopher Nolan, con David Fincher, con Kathryn Bigelow, por decir tres cineastas en lo más alto de la cima de Hollywood. Villeneuve ha conseguido abrirse camino con un extraño talento que debió adquirir mientras pasaba su infancia cerca de una Central nuclear en Gentilly, Canadá. Ese superpoder es no tomar ni una precaución antes de hacer de rodar una película, convirtiendo cada proyecto en un salto al vacío. 

Dune debe haber sido el más complejo de todos y quizá se quede a mitad de vuelo si no consigue que la segunda parte del filme se produzca. Pero qué más da, la mitad de vuelo de Villeneuve es mejor que la mayoría de los proyectos acabados de cualquier director de cine actual.

Repasamos la filmografía de uno de los mejores, un auténtico erudito de la ciencia ficción desde crío, un tipo que con 22 años viajó durante siete meses a grabar cada semana en un país distinto, un hombre que después de comenzar su carrera con dos películas (August 32nd on Earth y Maelstrom) decidió tomarse 9 años sabáticos para criar a su hijo, un tipo que se atreve con Blade Runner y con Dune porque entiende que las mismas historias contadas repetidas veces es la esencia misma de la narrativa, del cine y de la vida, incluso.

PRIMERA CLAVE - SUS OBSESIONES

Una escena de 'Prisioneros'
Jake Gyllenhall en 'Prisioneros'
Cinemanía

En las obsesiones de Villeneuve están las claves del desarrollo técnico y narrativo de cada una de sus películas.

La inocencia. En el cine de Villeneuve la inocencia se rompe, se viola o se invade. Ocurre con las niñas raptadas en Prisioneros o con el personaje de Paul Dano, al que se le maltrata hasta casi arrebatarle su humanidad.

También en Incendies, cuyo personaje más brutal y el que está detrás del peor horror posible es, en el fondo, solo un niño al que le arrancan la inocencia para mandarle a la guerra y convertirlo en un monstruo. O en Sicario, donde la protagonista interpretada por Emily Blunt tiene un arco basado en su inocente idea de lo que está bien y lo que está mal. Y por supuesto el final de Blade Runner 2049, una brutal metáfora sobre el fin de la inocencia y las expectativas desinfladas.

La identidad. Siempre en duda y casi siempre mermada por la invasión a la privacidad.

Enemy es la historia de un profesor de historia que un día, viendo una película descubre a un actor que es idéntico a él. En la búsqueda de su doppelgänger descubrirá cosas sobre sí mismo provocando que su propia identidad se tambalee mientras se salta la privacidad de su doble.

Enemy es junto a Sicario una película sobre nuestras propias contradicciones, sobre la inexistencia de los blancos y los negros en beneficio de los grises, sobre la moralidad resbaladiza de los seres humanos, las tentaciones y la aceptación del dolor y los deseos ocultos.

La invasión. Siempre constante: la invasión de la inocencia, la de la privacidad y también, literalmente, la de la Tierra en La llegada.

La ausencia de certeza. En La llegada el universo de Amy Adams, esa experta lingüística que tiene que entender y hacerse entender con los visitantes de otro planeta (y otra galaxia), comienza a tambalearse transformándose en otra cosa radicalmente fuera de nuestro entendimiento como humanos, algo tan absolutamente transgresor que su mente apenas puede asimilarlo.

Y todo ello, el fin de la inocencia, la identidad esquiva, la moralidad en constante cuestionamiento y la falta de certeza nos llevan al concepto clave en la filmografía de Villeneuve: la ambigüedad.

SEGUNDA CLAVE - LA TÉCNICA CINEMATOGRÁFICA

Emily Blunt en 'Sicario'
Emily Blunt en 'Sicario'
Cinemanía

(Siempre, siempre en favor de la narrativa). Una de las decisiones técnicas más marcadas de Villeneuve es romper la regla de los tres tercios sin ningún motivo aparente. Arrebata al personaje su lugar en el encuadre y lo arrincona dejando muchísimo espacio libre y sin información importante.

Lo hace en todas sus películas, y por supuesto lo hace con un fin narrativo: marcar la vulnerabilidad de los personajes. El ejemplo más exagerado es la cámara invertida que utiliza en La llegada cuando los protagonistas se adentran en la nave de los octópodos. 

Para fortalecer esa vulnerabilidad también desenfoca elementos que son importantes para la escena. Como en esa escena de Sicario en la que Emily Blunt está frente al espejo y su reflejo (lo que nos importa, dónde está la información relevante) está borroso.

Es también en Sicario, en su escena final, donde Villeneuve realiza un portentoso juego de iluminación y encuadre aparentemente extraño y poco coherente (pero con muchísimo sentido) para explicarnos la película entera.

Quizá una de las mejores escenas que haya rodado hasta ahora:

Alejandro aparece oscuro, mal iluminado. Kate sin embargo está bien iluminada durante todo el enfrentamiento. El en un ángulo ligeramente más alto que el de ella, le hace firmar la renuncia a sancionar la operación. Ella accede a punta de pistola.

Kate acaba entendiendo en el último plano donde ella esta vez está en un ángulo de ventaja frente a él, que Alejandro (la mismísima encarnación del mal) es necesario para mantener el bien.

Esa ambigüedad, esas contradicciones humanas son marcadas aquí por la iluminación perfecta de Roger Deakins

TERCERA CLAVE - DISEÑO DE PRODUCCIÓN

Hugh Jackman en 'Prisioneros'
Hugh Jackman en 'Prisioneros'
Cinemanía

Para el director canadiense la composición de los escenarios y el aspecto visual o estético de la película son herramientas con las que agudiza el malestar de la audiencia.

La casa normal de una urbanización normal y aparentemente tranquila cuyas paredes están repletas de cadáveres en Sicario.

Las serpientes venenosas dentro de los maletines llenos de ropa en Prisioneros. Una imagen que podemos ver en otra casa normal de un vecindario convencional donde las paredes, además, están llenas de laberintos dibujados a mano.

Y así.

Además hay otro detalle estilístico que se repite en todas las películas de Villeneuve, los personajes a través del cristal:

CUARTA CLAVE - EL COLOR

Ana de Armas en 'Blade Runner 2049'
Ana de Armas en 'Blade Runner 2049'
Cinemanía

La moto azul del protagonista de Enemy.

Los monos naranjas del equipo de científicos en La llegada para contrastar con el monocromático y elegantísimo interior de la nave de los octópodos.

El gris lapidario de Prisioneros.

Pero si hay un manejo del color en el cine de Villeneuve que sea capital para entender su estilo es en Blade Runner 2049, donde cada localización tiene un color distinto (radicalmente distinto). 

QUINTA CLAVE - LA EDICIÓN

Amy Adams en 'La llegada'
Amy Adams en 'La llegada'
Cinemanía

Una de las cosas más maravillosas del cine es que es un juego.

Alfred Hitchcock lo dominaba como ningún otro. En España Nacho Vigalondo es un intelectual de esto. Jugar con el espectador, desesperar, engañar, llevarlo a donde uno quiere y luego dejarlo noqueado es un auténtico arte al alcance de pocos.

Villeneuve es uno de ellos.

Hay dos estilos de edición, a parte de los convencionales o rutilantes pero perfectamente efectivos, que marcan la diferencia.

El montaje no lineal que Joe Walker se sacó de la manga para darle a La llegada toda la profundidad y envergadura filosófica que tiene. Sin su idea de realizar este montaje partiendo el tiempo entre pasado, presente y futuro para que el espectador asimilara a la percepción el universo de los extraterrestres, de la misma manera y al mismo tiempo que la protagonista de la película, es tan brillante que uno duda si no fue un golpe de suerte.

El otro estilo es el montaje de colisión. En las películas de Villeneuve es frecuente ver como una escena se empalma con otra sin un contexto aparentemente lógico pero con un resultado demoledor para el espectador. 

Mientras vemos al detective interpretado por Jake Gyllenhaal interrogar al presunto raptor con el ambiguo careto de Paul Dano el montador intercala planos de la caravana donde, supuestamente, Dano ha llevado a las niñas desaparecidas.

Sin ninguna prueba el espectador ya se ha montado en su cabeza la secuencia de los hechos asignando al personaje de Paul Dano la autoría del crimen. 

SEXTA CLAVE - EL SONIDO Y LA MÚSICA

Incendies
Incendies
Cinemanía

La música y el diseño de sonido son indistinguibles. Uno se mezcla con lo otro tan a menudo que el espectador no sabe discernir entre el sonido que es real, lo que realmente está ocurriendo en la película y la línea musical que está sonando.

Ocurre en Sicario con la composición de Jóhann Jóhannsson y las hélices del helicóptero.

Ocurre en La llegada con la partitura de Jóhannsson y el sonido de los extraterrestres.

Ocurre en Blade Runner 2049 con el homenaje de Hans Zimmer a Vangelis y los sonidos de esa versión inhabitable de Los Ángeles.

Y como siempre todo está hecho para empujar al espectador hacia el terreno más ambiguo de su imaginario. 

SÉPTIMA CLAVE - LOS PERSONAJES

Una escena de 'Enemy'
Una escena de 'Enemy'
Cinemanía

Y llegamos al final de este recorrido con Paul Atreides. El último protagonista en el cine de Villeneuve. El último antihéroe es empujado, como el resto, a un lugar inhóspito (tanto físico como mental) en busca de respuestas.

Y esas respuestas no serán menos ambiguas de lo que fueron las preguntas. 

Crítica de 'Dune'