Cuando pensamos en una botella de salsa de soja, a muchos se nos viene a la mente un recipiente en concreto, una botella transparente, ergonómica y con el tapón de color rojo. Se trata del recipiente de salsa de soja de la marca Kikkoman. El usuario de Twitter Batallitas ha recopilado en un hilo en su cuenta la historia de este diseño icónico, uno de los más emblemáticos del siglo XX.
Su forma única necesitó de tres años y más de cien prototipos para perfeccionarse. La botella de salsa de soja es tan buena y eficaz que, aparte de las versiones de edición especial o diseños para conmemorar aniversarios, no ha cambiado en los últimos 50 años.
Se han vendido más de 300 millones de botellas desde que se introdujo el diseño por primera vez, una botella de cristal de 150 mililitros que ya estamos acostumbrados a ver y usar en nuestros restaurantes japoneses preferidos. Detrás de este diseño, aparentemente sencillo, hay una larga historia.
El recipiente que representa a un país
A lo largo de su historia, la salsa de soja japonesa se ha almacenado en muchos recipientes, desde barriles hasta botellas de cristal. Pero estas opciones no convencían a la población japonesa, eran recipientes demasiado grandes, poco ergonómicos e incómodos.
Sin embargo, en la década de 1950, la empresa Kikkoman observó que los consumidores querían un contenedor más pequeño. Esta compañía japonesa no quería crear un recipiente desechable, sino un dispensador que se convirtiera en un icono y comenzara a considerarse parte esencial de cualquier vajilla. Además, buscaban un recipiente que los consumidores y restaurantes pudieran rellenar una vez se acabara su contenido.
Para conseguir el diseño perfecto, contaron con Kenji Ekuan. La carrera de este diseñador japonés comenzó con un evento traumático, la bomba de Hiroshima. Tras esta experiencia, por la que perdió a parte de su familia, Ekuan decidió abandonar la academia naval y comenzó a crear. A lo largo de su larga e influyente carrera, Kenji diseñaría desde motocicletas a trenes bala, pero su diseño más famoso, que se convirtió en icono del diseño contemporáneo, fue la botella de salsa de soja de Kikkoman.
El diseño final de la botella fue innovador y discreto, un estilo que encarna a la perfección la estética minimalista y funcional por la que Japón es conocido hasta hoy. Su éxito fue tal que otras marcas de salsa hicieron su propia versión. Además, en 2015, año del fallecimiento de Kenji, el MoMA incluyó su botella en la colección permanente del museo.
Inspirado en la botella de Sake y la ceremonia del té
Otra de las características más destacables de esta famosa botella es su cuello, que tiene la misma forma que la del recipiente tradicional japonés "Toguri (Tokutoshi)", utilizado para beber Sake, un aguardiente japonés con un gran significado cultural y simbólico que se obtiene de la fermentación del arroz.
La forma en la que esta deliciosa salsa se vierte sobre los pequeños boles tradicionales puede incluso compararse con la ceremonia del té tradicional de Japón. Además, el cuello de la botella tiene una función ergonómica que facilita sostener el recipiente y verter la salsa, pues permite sujetarla con los dedos pulgar, índice y corazón y, al inclinarla, la posición de los dedos anular y meñique se fija de forma natural.
La forma de esta botella, además, cuenta con una base más ancha, aumentando su estabilidad e impidiendo que los comensales puedan tirarla sin querer con un manotazo accidental.
El clásico tapón rojo con un truco de experto
Pero quizá la parte más importante de este diseño es el tapón rojo. Si lo pudiéramos mirar por dentro, veríamos que la forma de sus boquillas es como la de una tetera, pero hacia dentro. Esto evita que la salsa gotee al servirla, pues la última gota siempre cae hacia el interior de la botella. Los dispensadores de sobremesa anteriores a este diseño eran incapaces de evitar que la salsa goteara por la boquilla después de cada uso; un problema que Ekuan resolvió con el diseño de su tapón.
Además, este mítico tapón rojo guarda un truco que nos hará dejar boquiabiertos a nuestros próximos acompañantes a un restaurante asiático. ¿Alguna vez te has preguntado por qué la tapa del bote de salsa tiene dos boquillas? Este diseño es totalmente intencional, pues permite controlar exactamente la cantidad que vertemos sobre la comida. Al tapar uno de los orificios con un dedo y separarlo con cuidado, se puede controlar gota a gota cuánta soja se vierte para obtener la cantidad perfecta.
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