Los errores más comunes que cometemos a la hora de elegir y cocinar mejillones frescos

Mejillones.
Mejillones.
Josfor / iStock
Mejillones.

Pocas cosas más sencillas, sabrosas y fáciles de preparar que unos buenos mejillones al vapor con un chorrito de limón para convertirte en el perfecto anfitrión a la hora de comenzar a abrir boca. 

En escabeche con unas patatas chips para el aperitivo, al vapor con un poco de jugo de limón, a la marinera, a la vinagreta... maneras de comer este alimento rico en proteína y bajo en grasas existen infinitos, aunque en saber elegir bien el producto reside la diferencia. 

El color, el tamaño, el origen, la manera de manipularlos, de cocerlos... todo entra en juego a la hora de conseguir el mejor resultado en tus mejillones. Toma nota de los errores más comunes que seguramente tú también cometas y de cómo solucionarlos. 

La elección: el origen, el estado y el color

¿En qué nos fijamos a la hora de escoger mejillones frescos en la pescadería? Lo primero que tienes que tener en cuenta es la procedencia de mejillón, ya que no hay nada como el producto de proximidad. Aunque al ser de cultivos todos van a ser salubres, en España los gallegos y los que se producen en el Delta del Ebro son los mejores valorados. 

Mientras los gallegos son más alargados, más grandes y tienen la carne más tersa, los catalanes, son más pequeños, más suaves y más sabrosos. 

En cuanto al estado, es fundamental que, a la hora de comprarlos, estén cerrados, ya que si están abiertos implica que ya están muertos, por lo que nos podría causar una intoxicación. Para conservarlos, es imprescindible no romper la cadena del frío.

Otra de las cosas en las que más nos fijamos -y que no es indicativo de calidad-, es el color. Mientras que las hembras son de color más anaranjado, los machos tienen un color más claro y amarillento. 

En casa: cómo limpiarlos y conservarlos

Cuando llegamos a casa, lo primero que tenemos que tener claro es cómo conservarlos y cuánto tiempo. En cualquier caso, debemos tenerlos en el frigorífico pero no en un recipiente con agua. Podemos intentar que se mantengan húmedos (que no mojados) envolviéndolos en un paño o un papel de cocina húmedo. 

Otro factor a tener en cuenta es el tiempo, ya que debemos consumirlos antes de que pasen dos días para que no se estropeen. 

A la hora de cocinarlos, otro error que solemos cometer es no limpiarlos como es debido. Aunque ya vienen depurados, debemos limpiarlos bien y quitarles las barbas. 

Lo ideal sería hacerlo con agua de mar, aunque podemos hacerlo también debajo del agua del fregadero. Es importante, en vez de arrancar los hilillos que vienen del interior, cortarlos, para no dañarlo. 

Al vapor: del tiempo a la cantidad de agua

Ya sabemos que para conseguir que se abran no hay nada como el vapor del agua, aunque para conseguirlo, no debemos poner demasiado en la cazuela. Si lo que queremos es hervirlos, uno de los errores que más cometemos es echarles demasiada agua, ya que para que se abran al vapor no necesitamos más de tres cucharadas de agua.

Para que se cocinen al vapor, no podemos olvidarnos de ponerle la tapa, y ese es otro de los errores más comunes, además de poner más mejillones en la cazuela de los que deberíamos y que, por lo tanto, no se cocinen de manera homogénea. 

Dependiendo también de la cantidad de mejillones que echemos en la cazuela, tardarán más o menos en cocinarse. Un error que cometemos a menudo es sobrecocer los mejillones, ya que se reducirá el tamaño y terminarán con una textura gomosa. 

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