Nocilla con chorizo, anchoas con leche condensada, churros con atún... las mezclas gastronómicas más surrealistas

Guarrindongadas.
Guarrindongadas.
ISTOCK/Julia Kunz
Guarrindongadas.

En la cocina todo vale... mientras al cocinero le guste. Si en prueba de sensatez, los comensales salen corriendo, siempre se lo acabará comiendo el autor (honor y curiosidad obligan). Que predique con el ejemplo y el ejercicio de masticación.

Por eso las guarrindongadas, palabro éste popularizado por el gastrónomo David de Jorge, suelen ser un acto de soledad culinaria; un exceso solo posible en el recogimiento de uno solo ante la mesa y con las herramientas utilizadas para crear el invento aún calientes.

"La guarrindongada es terapéutica, fomenta el despelote y ayuda a reírnos colectivamente de la cocina, en una tierra, la nuestra, que toma demasiado en serio los asuntos del comer", escribió De Jorge hace casi 13 años cuando comenzaba a divulgar desde su blog las virtudes de las guarrindongadas.

La guarrindongada es terapéutica, fomenta el despelote y ayuda a reírnos colectivamente de la cocina"

Esta especie de cocina punky tiene el recetario más extenso del mundo porque hay tantas recetas (invenciones) como personas. Y momentos. Porque la guarrindongada nace en un momento de hambre -esto seguro-, soledad, despensa deficiente y facultades mentales perjudicadas... o justo lo contrario, en plena efervescencia intelectual. O sea, sin límites.

Mezclar lo dulce, lo salado y más

Y así, alguien hizo un día galletas Oreo rellenas de mostaza, patatas fritas con yogur o metió una hamburguesa dentro de un donut (esto lo llaman Luther Burger en la norteamericana Georgia y se vende).

Aquí hemos mezclado y comido chorizo con mahonesa, anchoas con leche condensada, churros con atún o pulpo, lechuga con azúcar, mejillones con Petit Suisse y Colacao o un café con leche y patatas fritas. Y las tortillas. 

La tentación de batir huevos y echar dentro cualquier cosa: lacasitos, ositos de goma, cheetos, fresas, patatas con Colacao y un largo etcétera. ¡Cuántas de estas tortillas no se habrán repetido jamás!

Nuestra Nocilla con nuestro chorizo

Aunque siempre que hablamos de las invenciones culinarias más bizarras citamos la Nocilla con chorizo. Es una mezcla heterodoxa y, por cierto, muy española: nuestro chorizo de toda la vida bañado con "nuestra" crema de leche, cacao, avellanas y azúcar, que no la famosísima italiana. Hay quien le da un toque final echando kikos (maíz frito), que viene a ser como un rebozado que le da crujiente que explota en la boca, que diría el crítico de restaurantes.

Y si la Nocilla gusta con chorizo, otros han probado a mezclarla con queso roquefort. Siempre es el contraste de dulce y salado. Como también en el bocadillo de Nocilla con Colacao y huevos fritos. Sí, ésto hay alguien que se lo ha comido y lo ha contado. Por cierto, una mezcla con otro producto muy español.

Pero no somos los más bizarros. Después de todo en España podemos presumir de tener una de las mejores gastronomías del mundo. Es lo bueno de haber sido cruce de culturas. Y eso, ese recetario histórico, nos sugiere límites a la experimentación (llamémoslo buen gusto).

Menos tradición, mezclas más guarras

En Reino Unido no tienen de eso (límites), porque su tradición gastronómica es corta y poco inspirada. En pocos lugares del mundo se come peor. Sólo así puede entenderse que existan las chocolatinas rebozadas y fritas. Existen y se venden en muchos establecimientos. Son las Deep Fried Mars.

Es lo que parece: una barrita de chocolate de la marca Mars rebozada y frita en aceite. A mediados de los años 90, en una tienda de patatas fritas de Escocia (mejor no imaginar su aceite) alguien perpetró esta cochinada y le gustó. ¿Lo peor fue que pensaran que podrían vendérselo a su clientela? No, lo peor fue que funcionó, que gustó y que hoy es un clásico del recetario más insano, algo a lo que ya están acostumbrados en la isla que forman Inglaterra, Gales y Escocia.

En Canadá, en una cadena de pizzerías, crearon la pizza cake: una pizza de varias capas horneada en una olla. Ya en 2014 se publicaron recetas en internet. El invento se hizo allí viral pese a ser, queda claro, poco saludable.

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