La primera receta documentada de fabada asturiana: así se hacía en 1910

Una fabada asturiana.
Una fabada asturiana.
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Una fabada asturiana.

Cachopo y fabada. Seguro que si has viajado a Asturias, tus imprescindibles culinarios eran estos dos platos bandera del Principado. Aunque la riqueza gastronómica de Asturias nos regala platos tan deliciosos como el chorizo a la sidra, los quesos cabrales, el pote, los tortos de maíz o el pastel de cabracho, lo cierto es que ninguno de estos es capaz de desbancar a la fabada como plato estrella de esta región. 

Aunque la fabada es uno de los platos más tradicionales de Asturias, no se encuentra una receta documentada hasta principios del siglo pasado. Según informa 'El Comercio', la primera fuente escrita de este plato apareció en el Diario de Las Cortes, en una transcripción del 15 de marzo de 1880.

Fue un diputado valenciano quien, durante la el debate sobre la ley de reuniones públicas pronunció las siguientes palabras: "Yo no sé lo que comen en Asturias, pero tendrán de seguro una paella especial que debe de ser buena, porque casi todos los asturianos que conozco son robustos. Un señor asturiano me dice que lo que allí se come se llama fabada, porque lo principal de ella son las fabes, pero en fin, debe de ser buena".

En septiembre de 1882 se abría el Centro Asturiano en Madrid, y el diario 'El Comercio' resaltaba sobre el lugar que tenía "una clásica fabada, que fuera de la tierra despierta recuerdos muy agradables y hace del paisano un cariñoso hermano".

De la primera aparición a la primera receta escrita

En 1913, Emilia Pardo Bazán dedicó un espacio de su libro 'La cocina española antigua' a la que se consideraba la primera receta de fabes escrita, donde aseguraba que se elaboraba con fabes, su tocín y su morciella, aunque alguien se le adelantó a famosa escritora gallega. 

Francisco Díaz, jefe de cocina de la fonda La Serrana de Avilés escribió en 1910 la primera receta de este plato típico con una receta casi minimalista, mientras que la segunda receta escrita de la fabada data de 1911 y su autor es Atilano Granda, aunque esta receta es más parecida al caldo de rabizas asturiano que a las fabes. 

En la primera receta, Francisco Díaz daba las siguientes directrices: "A las 10 o 12 horas, antes de ponerse a cocer se ponen a remojo las habas con el lacón cortado a trozos para que no salga la fabada salada. Por la mañana ponerlo a cocer en agua fría con una cebolla grande cortada a trozos, una cucharada de aceite, una cucharada de pimentón dulce, y pasados unos cuarenta minutos de cocción se le echan unas cuántas morcillas bien lavadas, procurando que la fabada obtenga suficiente caldo para todo con la sal correspondiente. Cuando quede todo bien cocido se pone en un baño de María a fin de que no se agarre".

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