Esta tercera entrega (la cuarta de la franquicia si se atiende a que la precuela llegó antes) partía de una premisa atractiva, la de que Gru descubre que tiene un hermano, Dru, rico y además con pelazo, que le tienta para volver al redil maligno. Sin embargo, es la más discreta del mundo minions. Desprende simpatía, pero fluye atenuada al sobrevolar el agotamiento creativo. A pesar de la menor frescura, ofrece buenos detalles.
(Illumination)El éxito de la saga llevó a un paso lógico, el de lanzar una película centrada en los iconos amarillos, en concreto antes de Gru. Aunque la fórmula corría riesgo de caer en lo repetitivo, la precuela posee rasgos de disfrute por su arrebatadora simpatía y, en especial, por su imaginativa locura (atención una vez la acción transcurre en Londres). La expansión del imaginario le sentó bien. Muestra cómo tras una larga búsqueda, Kevin, Stuart y Bob creen encontrar en Scarlet Overkill a la villana idónea.
(Illumination)El filme fortaleció la atracción que ejercen los minions, aquí no por casualidad con mayor presencia. Se recuerda por el énfasis en la locura humorística, representado en esos minions morados y salvajes y malotes a lo gremlin (el villano los transforma por medio de un suero) y en el componente familiar. Gru sigue experimentando la evolución que marca la paternidad y en el proceso encuentra el amor en la espía Lucy (personaje introducido de manera estupenda).
(Illumination)Fue la primera película del estudio Illumination, que denotó inteligencia por el carácter icónico que se le presumía al imaginario. Los ayudantes amarillos sorprendieron, y también gustó el juego clásico con el atractivo que ejercen los villanos así como con el cambio que los niños (en este caso tres adorables hermanas huérfanas) generan en los adultos. No importunaba el fondo convencional de su tratamiento tierno y emocional.
(Illumination)El retraso por la pandemia y el mantenimiento de los productos promocionales dan la sensación de que la película lleva ya tiempo entre nosotros. Sin embargo, esta continuación de la precuela atesora frescura y resulta ocurrente, simpática y bastante divertida. Se agradece su entrega a la locura (el pasaje en el avión, el entrenamiento con la maestra del kung fu), vía casi lisérgica (por supuesto dentro del cauce del cine familiar) cuando los villanos y los minions se convierten en monstruos y animales. La deliciosa resolución se disfruta además por la plasmación visual. Los guiños a la música disco y a los 70 son un plus.
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