Pese a que Crepúsculo (el libro) había sido un estimable fenómeno editorial, los productores de Crepúsculo (la película estrenada en 2008) se tomaron la adaptación como un proyecto de menor cuantía, dedicándole un magro presupuesto de 37 millones de dólares. ¿A qué se debió esto? Pues, como recuerda la directora Catherine Hardwicke, a que el público objetivo de la película estaba compuesto por chicas jóvenes, un mercado al que Hollywood consideraba muy secundario. Pero, cuando el filme recaudó casi 400 millones de dólares en todo el mundo, la industria tomó nota... aunque muchas de sus reacciones hicieron pensar que no habían entendido realmente de qué iba aquello.
Tal vez Bella Swann (Kristen Stewart), la chica más tímida de Forks, diera rabia con tanta pasividad y tanto "si me dejas me tiro por el acantilado", pero nosotros se lo perdonamos porque, gracias a ella, la disposición de los productores de Hollywood a financiar películas protagonizadas por heroínas aumentó exponencialmente. Sin ir más lejos, y por mucho que esto desagrade a los fans de Katniss Everdeen (véase la imagen), hay que asumir que Los juegos del hambre es la primera saga que nunca hubiese llegado al cine de no haber sido por el éxito de Crepúsculo.
En justicia, hay que decir que Harry Potter había llegado primero. Pero, con su combinación de presupuesto bajo y resultados de taquilla arrolladores, Crepúsculo fue la saga que convenció a Hollywood de que adaptar best sellers de aventuras para lectores jóvenes podía ser el negocio del milenio. ¿Lo era de verdad? Pues va a ser que no: Los juegos del hambre fue prácticamente la única excepción en una cadena de batacazos que incluyó títulos como Cazadores de sombras: Ciudad de hueso, Hermosas criaturas y las entregas de Divergente. Pero la mayor ironía de todas llegó con La huésped, adaptación de la primera novela post-Crepúsculo de Stephenie Meyer que resultó una de las mayores decepciones taquilleras de 2013 al recaudar 60 millones de dólares escasos en todo el mundo.
En su momento, reírse de Kristen Stewart y Robert Pattinson era demasiado fácil. No solo porque ambos vivieran en Crepúsculo uno de los romances más ñoños de la historia del cine (la frase "nada de mordiscos antes del matrimonio" se usaba a menudo para describirlo), sino también porque a ambos se les notaba su insatisfacción tanto con aquellas películas como con un romance que siempre olió a precocinado. Pero, tras el estreno de La saga Crepúsculo: Amanecer - Parte II en 2012, ambos partieron peras, volaron en solitario... y resultó que tanto 'K-Stew' como 'R-Patz' sabían desenvolverse con auteurs como Werner Herzog, David Cronenberg, Olivier Assayas y Ang Lee. Un destino que, a buen seguro, el pobre Taylor Lautner (¿alguien se acuerda de él?) debe de envidiarles mucho.
Como sabemos, Stephenie Meyer (la autora literaria de Crepúsculo) es una devota mormona, y no había leído ni una sola novela de terror antes de escribir su obra magna. Así pues, nos preguntamos cómo se tomará el hecho de que sus libros acabaran generando otro fenómeno pop… centrado en el erotismo sadomasoquista. Nos referimos, claro, a Cincuenta sombras de Grey, una saga que comenzó como un fanfiction de Crepúsculo para después arrasar en librerías y salas de cine. Dejando aparte su diferencia de tonos, reconozcamos que la obra de Meyer y la de E. L. James tienen algo muy importante en común: todo el mundo se ríe de ellas.